Derribando mitos y barreras sobre la discapacidad
“A RODAR MI VIDA”
En la semana en la cual el presidente vetó la ley de emergencia en discapacidad y se realizaron marchas a nivel país, conocemos la historia de Germán y Anita. Él es usuario de silla de ruedas y ambos crearon un perfil de Instagram, rodamos.ok, que muestra las barreras que hay en cuanto a la accesibilidad. La ley de turismo accesible y cómo ponerse en el lugar del otro puede cambiar una vida.
Fotos: Santiago Mellano

Son las 3 de la tarde. La siesta pronuncia una pausa en el ajetreado mover ciudadano. Un ratito de calma. Hasta los semáforos descansan del rugir de los motores. Pero esto es temporal, una hora después, el gigante se despierta y comienza a girar la rueda nuevamente. La ciudad vuelve a sus luces y sombras.
En el interior del bar están ellos, se miran y sonríen. No me vieron entrar. Germán Blanc y Anabela Carrera (la llaman Anita), son pareja hace 14 años y se casaron en el 2021, mientras asustaba la pandemia. Ella trabajaba en un kiosco, él iba a comprar y así se conocieron. “Tardó como 4 meses en aceptar salir conmigo, no me fue fácil”, cuenta él a modo de chiste y ella sonríe amorosamente. Son una pareja especial, de las que no predominan. Viven en la abundancia, pero no desde lo material, sino desde lo afectivo. Se entienden con la mirada y uno defiende al otro a capa y espada. Saben de sobra que la vida es hoy y que la empatía es acción.

Germán, quien se desempeña como subdirector del área de discapacidad local, hace 25 años que es usuario de silla de ruedas. Ha aprendido a “rodar” por la vida, viendo las flores, pero también las piedras en el camino. Lo que allana el sendero y lo que lo desafía. Con esta evidencia, y desde una mirada constructiva, decidieron crear un perfil en Instagram en el cual contar, como pareja, sus experiencias con respecto al turismo accesible y a las posibilidades que tienen y deberían tener las personas con discapacidad o movilidad reducida. “Rodamos.ok se nos ocurrió porque vimos la necesidad de contar nuestra experiencia. Hay mucha gente en nuestra situación que no se anima a salir, a viajar, a disfrutar de un show o evento, a salir de vacaciones. El hecho de estar recluidos, para las personas con discapacidad o con movilidad reducida, es una cuestión de muchos años. El mundo no está preparado para una persona que no puede caminar. Estamos mejor que ayer pero todavía falta”, asegura Germán, y Anita asiente con la cabeza.
Sobre este tema, ella señala que algunas veces “las barreras son actitudinales o por falta de información. Muchas veces no es que no quieran hacer una rampa, capaz no saben cómo hacerlo. O un baño adaptado, quizás nadie les dijo que deben tenerlo obligatoriamente”, cuenta con la reflexión a flor de piel.
Están sentados frente a frente. La mesa los divide, pero no impide que se amarren con la mirada. “La forma de cambiar las cosas es mostrándolas. No tenemos el fin del escrache, solo ayudar a concientizar. Nos sirve como una red, queremos armar una comunidad de turismo accesible, de ayuda y de contención”.
DESAFIARNOS
Para muchos, las cosas están dadas. Como disfrutar de la playa, del mar, de una cabaña o un recital. Pero no es así para todos, porque hay derechos que no se respetan. Ambos se refieren a la ley de turismo accesible y aseguran que la misma no se cumple. El objetivo de la misma es que una persona con discapacidad o movilidad reducida pueda disfrutar del entono de recreación, del producto y del servicio como cualquier otra persona. Señalan que ellos buscan “romper barreras”. “No es que vamos solo a los espacios adaptados. Nos desafiamos todo el tiempo. Nos hemos encontrado en momentos muy difíciles, donde nos habían dicho que iba a ser de una manera y termina siendo de otra. una vez, tuvimos que dormir en el auto, por ejemplo, en Bariloche”, dice Anita.

La pareja asegura que en Córdoba se trabaja con el turismo accesible, “en senderismo, en sillas anfibias, puentes y pasarelas accesibles. Ahí te das cuenta que todo el entorno cambia, se vuelve más inclusivo. Cuando los empresarios no favorecen la accesibilidad no se dan cuenta que pierden posibles visitantes. Hay 5 millones de personas con discapacidad en Argentina”, señala Germán.
LAS PIEDRAS
En 14 años han recorrido mucho camino juntos. Se han emocionado, decepcionado y sacado valor para enfrentar situaciones que estaban lejos de promover la inclusión. Según Germán, “Anita es aguerrida y va más al frente; la justiciera. Quiere cambiar las cosas. Ella es acción, yo soy más de la palabra, de buscar consensos”.
Durante toda la nota, los ojos de Anita brillan. Las emociones se reflejan en sus pupilas. Hay situaciones que los invitan a la reflexión. “Las piletas de los hoteles no tienen rampa. Si estamos solos, Ger no puede disfrutar de la pileta. Lo mismo pasa con las sillas anfibias, para poder disfrutar del mar. Otra cuestión es que los hoteles, cuando hay, tienen una sola habitación adaptada. Además, no solo ocurre que no hay accesibilidad, sino que cuando la hay, no hay mantenimiento. Nos pasó que el ascensor no funcionara o que los baños accesibles se usen como depósitos, o que estén en el primer piso”, cuenta ella, y él agrega:” La falta de accesibilidad genera una segregación. Nos invisibiliza y nos aparta. Ocurre con nuestras familias, con nuestros amigos. Nos pasa que se organiza un fin de semana en tal lugar, y cuando saben que nosotros vamos, ya la cosa cambia. Las opciones se reducen”.
Entre las cuestiones que desfavorecen la inclusión, figura la movilidad en el transporte de pasajeros ya que muchas personas con discapacidad se mueven con el derecho a la gratuidad y la gran barrera es que las empresas manejan un cupo. Otra de los puntos a tener en cuenta es que, muchas veces, lo accesible es más costoso ya que se toma como un “servicio exclusivo”. Esto ocurre con las habitaciones de los hoteles o los hospedajes.
En este sentido, Germán recuerda que en la ciudad está vigente la ordenanza que establece un cupo de ingreso gratuito para personas con discapacidad a los eventos masivos, que equivale al 5 por ciento de la totalidad de la superficie del lugar. “Es una de las pocas ciudades que tiene esta posibilidad en el país. Hay gente que lo ve mal y lo critica. La gratuidad es un beneficio, se puede hacer uso de esto o no. Muchas veces nosotros pagamos las entradas, cuando puedo hacerlo, lo hago. La vida de una persona con discapacidad es más costosa, porque el entorno no está adaptado”.

Otra de las grandes barreras que existen son las veredas. Algo tan simple como poder contar con un suelo seguro, en condiciones, y que no implique un riesgo a la hora de trasladarse. Ambos aseguran que lo ideal es cuando “la empatía es acción” y puede generar un cambio.” Cuando un encargado de mantenimiento de una cabaña nos hace él mismo una rampa, la improvisa en el momento, eso genera una energía distinta. A partir de estas acciones pensás que se puede tener un mundo mejor, para todos”.
CAMBIO DE PERSPECTIVA
Germán tenía 18 años cuando sufrió un accidente de tránsito que le cambió la vida y la forma de verla. “Yo trabajaba con mi papá en gastronomía y volvíamos de un evento. Nosotros vivíamos en Banda Norte. Esa madrugaba, habíamos ido al centro a llevar a otro chico que cuidaba los autos, y cuando volvíamos, en una esquina, nos choca un auto cuyo conductor estaba alcoholizado. Yo venía atrás, y todo el impacto lo recibo del lado mío. Es muy parecido a lo que pasó con Bruno Brondo. Cuando me enteré lo que le pasó, me comuniqué con Wilder, su papá. Sentí escribirle. 25 años después no ha cambiado nada”, dice decepcionado.
Cuando se sube al tren del recuerdo, Anita lo acompaña y lo mira con ternura. Ella sabe todo, con lujo de detalles. Aunque no estaban juntos, porque ni se conocían, estaban unidos de algún modo. “Estuve 2 meses internado en terapia en la ciudad y después vino la rehabilitación. Fue todo muy lento. Me fui de mi casa un 6 de mayo y volví en Navidad. Tras el accidente, de la pera para abajo no podía mover nada, no sentía nada. Mi lesión fue en la quinta y sexta vertebra. Tras una larga rehabilitación, acá estoy. Estuve varios meses mirando la misma mancha en la pared”, dice con la voz entrecortada, bajo la mirada vidriosa de su compañera. “Se puede, se puede salir”, asegura con entusiasmo.

La pareja señala que hay mucho prejuicio alrededor de la discapacidad, “pareciera que nosotros no nos ponemos de novios o tenemos pareja, sino que buscamos a alguien que nos cuide. Hay que romper con ciertas ideas, mitos. Somos una pareja diversa. Tenemos una vida como la de cualquier otra pareja. Es importante hablar de diversidad funcional: todos funcionamos de distinta manera. Unos ven, otros no; algunos caminan, otros no; hay altos, bajos. Si formamos parte de un mundo diverso, ¿por qué el entorno tiene que estar hecho para algunos, de manera estereotipada?”, recalca con firmeza.
A modo de cierre, agregan que Río Cuarto es una de las pocas ciudades del país que cuenta con un área de Discapacidad, y expresan que la misma busca ayudar y concientizar. “Cuando uno planifica una ciudad accesible, no es un gasto, es una inversión a largo plazo. Todos vamos a ser personas mayores y quizás, necesitemos una rampa, porque no”.
Hablar de un mundo que nos incluya a todos no debería ser una fantasía. Poder sentir el agua del mar en la piel, andar por la vereda bajo el sol, ir a un recital, hospedarse en un hotel. La accesibilidad es un derecho humano fundamental. Todos deberíamos poder mirar a nuestro alrededor y ver al otro. Sería bueno rodar hacia la inclusión.


