La serie española es una de las novedades de Netflix de octubre. Un veterinario y su sobrina son los protagonistas de esta historia que presenta no sólo el choque generacional sino también las diferentes miradas entre el campo y la ciudad.
Elegir qué ver en una plataforma es hoy una pequeña odisea: navegar, buscar algo distinto, y rogar que valga la pena porque llegar despierto y con tiempo libre hasta ese momento ya fue una hazaña. Animal cumple esa promesa: entretiene, emociona y evita el temido scroll infinito.
Victor García León es el director de esta comedia apta para todo público, organizada en episodios de 30 minutos aproximadamente. Tiene varias películas en su haber pero tal vez no tan conocidas, como por ejemplo “Más pena que gloria” (2001) y “La niña de la comunión” (2022), filma aquí una Galicia rural con humor y ternura, sin caer en el costumbrismo ni en la postal turística.
Antón ( Luis Zahera) es un veterinario sesentón que trabaja en las granjas de las afueras. El problema es que los granjeros le pagan con huevos y leche, y sus deudas se acumulan. Hasta que su sobrina Uxia (Lucía Carballo) le ofrece trabajo en una franquicia de veterinarias llamada Kawanda. Ahí empieza el verdadero experimento: ¿Qué pasa cuando un hombre acostumbrado a la intemperie debe aprender a vender champú vegano para perros ? A partir de allí la jóven Uxia y Antón compartirán el trabajo y la casa construyendo una relación de la que van a aprender ambos.

La serie se sostiene sobre esa fricción. García León filma los interiores urbanos como terrarios: todo es blanco, estéril, lleno de luz artificial. En contraste, las escenas rurales son húmedas e incómodas. No hay una condena moral, sino una observación: la domesticación no es sólo del animal, sino del hombre.
Luis Zahera ya nos regaló una excelente actuación como el vecino hosco de “As Bestas” (Bergala, 2022) un drama español que tiene como eje la disputa de los habitantes de un pueblo entre los que quieren vender sus tierras a una empresa de energía eólica y los que no. En “Animal”, muestra su versatilidad como actor desempeñándose en una obra más liviana y graciosa. Conocedor del mundo rural, ya que su infancia transcurrió entre verde y animales, construye un personaje rústico, torpe y a la vez con matices amorosos. Por su parte, Lucía Carballo es el contrapunto ideal en este dúo, no sólo por cuestiones físicas como el tono de voz, las facciones de su rostro o los gestos sino desde sus diálogos y acciones para con su tío.
Por encima de su impecable puesta en escena, lo realmente interesante de la serie es la diversidad de temas complejos que aborda sin aleccionar. Animal habla del amor a los animales desde dos lugares opuestos: quienes los humanizan y quienes los cuidan por trabajo. También retrata la crisis de los pequeños productores absorbidos por la tecnología y las grandes empresas, y el desencanto de las nuevas generaciones ante la vida rural.También, en el caso de la tienda Kawanda, la falta de conocimiento de los derechos laborales y cómo ciertas empresas desarrollan estrategias para que los empleados sientan que son una “familia”.

En Argentina, en donde el campo tiene un papel tan importante en la identidad colectiva como así también en lo económico, lo político, lo social. ¿Cómo son retratados sus actores? ¿Y el lugar “campo”? ¿Qué sucede? Hay pueblos fumigados, propietarios pobres o terratenientes tiranos, explotación. ¿Qué relatos rurales podrían mostrar la vida sin convertirla en drama? Animal deja abierta esa pregunta.
En tiempos donde Netflix exporta productos intercambiables, esta serie tiene una rareza que la separa: un tono local que no busca ser “universal”, sino honesto. “Animal”, trae un poco de originalidad a las cientos de comedias disponibles que no tienen rastro de identidad.

