En 1999, dos estudiantes del interior, Roque Fernández y Rodrigo Chena, dieron forma a un proyecto musical que, sin proponérselo, se fue instalando en el imaginario cultural. Así nació Cosa de Duendes, un grupo que comenzó recorriendo peñas universitarias y pequeños escenarios, y que con el paso de los años se transformó en un referente para el público riocuartense.
Fotos:Santiago Mellano

Con más de quince años de formación, Cosa de Duendes, fue construyendo su propuesta a través del contacto con las distintas regiones del país, sumando chacareras, zambas, cuecas, tonadas, gatos y otras formas musicales que fortalecieron la pertenencia a una identidad nacional más amplia. Además de sus composiciones propias, que expresan una manera singular de entender la música y la vida, el dúo interpreta también obras clásicas de grandes autores del cancionero popular.
Desde 2002 el grupo empezó a transitar escenarios mayores, llegando a festivales de Córdoba capital, Cosquín, Embalse, Río Ceballos, Villa María, Villa del Dique, Achiras, Tunuyán, San Carlos y Las Albahacas, entre muchos otros. Ese camino estuvo acompañado de reconocimientos que marcaron etapas: ganadores del Pre Cosquín en Río Cuarto durante dos años consecutivos, 2000 y 2001; distinguidos como Mejor Dúo Vocal en el Festival de Peñas de Villa María en 2006; consagrados como revelación en la Peña La Chayera del Cosquín 2007; y condecorados con el Fuelle Dorado por la labor compositiva de Rodrigo Chena, entre otras distinciones que fueron moldeando su identidad pública.
Hablar de Cosa de Duendes es hablar también de La Copla, el espacio que abrieron en 2006 en Río Cuarto. El lugar, ubicado en la esquina de las calles Moreno y Mendoza, se transformó en el clásico de los jueves donde se reúnen principalmente los estudiantes universitarios para compartir música y apropiarse del lugar. En exclusiva para Otro Punto, Roque y Chena nos abren las puertas de La Copla para hablar de su presente, sus carreras, proyectos y su historia con la música.

-¿Cómo fueron sus inicios en la música?, ¿es algo que viene desde la infancia?
C- En mi casa donde me crié siempre se ha tocado la guitarra, se canta. Todos en mi casa cantan. Escuché folclore toda mi vida. Pero cuando empecé a tocar, tocaba más música urbana. Mi primera guitarra fue una acústica que me la compré yo. En casa igualmente había varias guitarras criollas.
R- Desde los 9 años que tocamos la guitarra con mi hermano. Mi viejo cantó tango toda la vida, mi tío también. Mi hermano aprendió solo a tocar la guitarra, autodidacta y yo aprendí de él. Y dejamos, porque no nos gustó en ese momento la teoría de Solfeo, lo teórico. En la adolescencia yo ya escuchaba rock de los 80, todo lo que era Virus, Soda, Hit, The Police, Sting. Además tenía la pieza llena de póster de The Vandals, entre otros. Compraba la revista fue el que compró en la revista 13/20, y escuchaba todas esas bandas de R.E.M., Roxette, Poison, Sepultura, Metállica, Hermética. Fue en la secundaria que me arrimé el folclore, y ahí me di cuenta que me identificaba con esa música.
Luego de terminar el secundario, ambos vinieron a estudiar a la UNRC. Roque desde Almafuerte y Chena desde Alejandro Roca. Se conocieron gracias a un amigo en común y desde ese momento nunca más dejaron de tocar y de hacer música juntos.

-¿Cómo fue abrir La Copla?
C- Abrimos en 2006. Había un solo baño, el de mujeres. El de hombre lo hicimos nosotros sin saber de plomería. Y uno mixto, no recuerdo haber ido a un bar donde haya habido un baño mixto y acá lo teníamos. Nos regalaron 15 mesas redondas y 60 sillas de caño. Es más todavía hay una mesa ahí dando vueltas de las originales. Les habíamos pegado fotos de artistas a las mesas porque no tenían plata para renovarlas. Es decir al principio La Copla era un cuadradito donde entraban 43 personas y con el tiempo fuimos ampliando y alquilando los locales contiguos. Hoy tenemos una capacidad para 300 personas.
-¿Por qué creen que tiene tanta convocatoria el bar?
C- Yo creo que la gente tiene mucho sentido de pertenencia con La Copla. Incluso tienen más sentido de pertenencia que nosotros mismos. Y también no hay ninguna imposición del bar respecto a los clientes. Lo único no dejamos entrar con remeras de fútbol pero para que no se generen problemas, si se puede entrar con la remera de la selección Argentina. Acá cada uno puede pensar lo que quiera, incluso con Roque pensamos diferente y no pasa nada.
R- Para mí es la música y lo que se genera en el lugar. Cualquiera es libre de hacer y de venir como quiera. Las chicas vienen de stilettos o de zapatillas y nadie les va a decir nada. Lo que genera todo es la música en vivo, la música te lleva a la infancia, a la adolescencia, al pueblo. Hay muchos estudiantes que vienen y que escuchar esta música los lleva a Jujuy, a Salta, a Cuyo. Históricamente en Río Cuarto los jueves salen los universitarios porque muchos se vuelven los viernes a sus pueblos y el único día para salir que tienen es los jueves, así que creo que también es por eso que nuestro mayor público tiene que ver con estudiantes.
Otra de las características que tiene esta tradicional esquina es que según dicen muchos, hacen las mejores empanadas de la ciudad. “Antes de tener el bar, vivíamos juntos y arrancamos haciendo empanadas para ver si encontrábamos la que nos gustaba. Probamos recetas de todo tipo, hasta que dimos con la indicada”, dice Chena. Actualmente, desde junio de este año, lanzaron su propia marca de vino, realizado en el Valle de Uco en la bodega Clarooscuro y se comercializa en el bar. Tienen todos los varietales: Malbec, Cabernet, reserva. Y ahora están haciendo el blanco y el espumante.
-¿Qué significa para ustedes la música?
-C: Para mí es todo. Es mi psicólogo, mi compañera, mi pasión. Elegí vivir así, de la música. Es la vida misma hecha canción.
-R: Es una expresión tan fuerte que atraviesa el pecho. He cantado con lágrimas en los ojos, viendo gente llorar conmigo. La música activa cada célula del cuerpo, es cotidiana, nos acompaña desde que nacemos, desde el canto de una madre hasta una canción que escuchás de grande. Tiene un poder único de emoción y memoria.
-¿Se imaginaban llegar hasta acá con el grupo?
-C: Nunca pensamos en llegar a ningún lado, se fue dando. Lo nuestro es vivir la música en el presente, compartirla y seguir aprendiendo. Soy bastante inconsciente, no reflexiono demasiado sobre dónde estamos. Nunca fue un objetivo la fama ni ser conocidos. Lo que hacemos es tocar, componer, grabar, encontrarnos con la gente.
Si bien actualmente, el grupo está frenado en cuanto a las presentaciones, siempre hacen música. Chena se concentra en el presente y no piensa tanto en el futuro, Roque sostiene que él se imagina siempre así: tocando y cantando.
Este viernes 22 de agosto, en que se celebra el Día del Folclore, la historia de Cosa de Duendes y el latido de La Copla adquieren un valor todavía más profundo. Porque allí, en ese espacio, se respira la misma convicción que marcó a Roque y Rodrigo desde el comienzo: el folclore no es solo un género, es identidad, es comunidad, es memoria y es presente.

-¿Qué lugar ocupa el folclore en sus vidas?
-C: Yo voy a retomar una frase del gran Peteco Carabajal que dijo “El folclore es la afinación de mi tierra”. Y no se refiere solo a Santiago del Estero, lo puede decir un inglés con su rock. Para nosotros no es solo chacareras o zambas, sino todo lo que transmite la cultura de un pueblo. Es identidad, historia y transmisión. Es lo que nos nutre cada día, y por eso creemos que hay que dejar de pensar en límites: la música popular también es folclore.
-R: El folclore es lo que me identifica, es mi cable a tierra. Canto una zamba y siento a mi abuela.
La anécdota de haber estado en el mismo escenario que Peteco Carabajal aparece como símbolo de esa transmisión. Tocaron en Elvis, en Río Cuarto, y la experiencia quedó grabada: “Cuando bajamos del escenario estaba en nuestro camarín, sentado con la guitarra. Tocó un rato, nos habló, fue hermoso. Peteco es un referente máximo. El día que él falte va a quedar todo lo que hizo por nuestras tradiciones y su obra como uno de los legados más grandes de la música popular”, dice Chena.
Para Roque y Chena, la música es mucho más que un repertorio: es la forma en que entienden el escenario, la vida y el vínculo con los demás. Es un cable a tierra, una manera de sentirse en casa aun cuando están lejos, una forma de transmitir cultura y de encontrarse con la emoción propia y la ajena. Cosa de Duendes no es solo un grupo: es un camino de vida elegido, que sigue andando entre guitarras, peñas, viajes y canciones que, como ellos mismos dicen, son la vida misma hecha música. Y también es el ejemplo de que con perseverancia, esfuerzo y amor, los sueños y proyectos se pueden cumplir.
En cada zamba, en cada cueca o en cada composición propia, se afirma una idea simple pero vital: que el folclore vive en el encuentro, en la transmisión y en esos jueves en que Río Cuarto sabe que en La Copla siempre habrá música, voces, empanadas y vino para volver a sentirse en casa.


