Las bombas de humo fueron la llave para entrar al club, con el visto bueno de la barra. Pero Matías Centurión ya había empezado a codearse con los dirigentes de Asociación Atlética Estudiantes en la campaña 2023. Por entonces, ya había sido reclutado por Las fuerzas del cielo y manejaba las redes sociales de La libertad Avanza en Río Cuarto.
Sin que nadie lo conociese, Centurión empezó a aparecer en la tribuna cada vez que Estudiantes jugaba fuera de Río Cuarto. Era una pequeña proeza porque, como todo futbolero sabe, desde hace años está prohibida la asistencia de hinchas visitantes. Eso no arredró al crack de las criptomonedas que viajaba por su cuenta y se las ingeniaba para aparecer en las televisaciones entre las 30 o 40 dirigentes y allegados del club. Así, pasó de ser una presencia simpática en los partidos de visitante, a ser el pibe que pagaba los recibimientos del equipo cuando jugaba de local.
Sus acciones en el club no paraban de subir.
Cuando Estudiantes se quedó sin el auspiciante que históricamente colocaba su publicidad en la estratégica zona que está detrás de cada arco, apareció Centurión y su empresa, CryptoDeFi para llenar ese hueco de la cancha.
De ahí a conquistar el área de prensa del club, hubo un solo paso. Unos dicen que fue su cercanía con Ignacio Dagatti, uno de los hijos de Alicio, que también se encuentra detenido en Bouwer lo que lo catapultó a la jefatura de prensa; otros sostienen que fue la gestión de algún integrante de la barra lo que le allanó el camino. Como sea, a fines de 2023, Facundo Bataglino, el hombre que manejaba el vínculo con los medios (¡desde la coqueta ciudad española de Barcelona!) se excusó de seguir en esa función por los contratiempos que le generaba las cuatro horas de diferencia horaria con Argentina y organizó el traspaso del área a manos de una persona absolutamente desconocida en el ámbito de la prensa.
Consciente de que estaban haciendo una apuesta arriesgada, Bataglino convocó vía zoom a Marcelo López Tobares –un colaborador de prensa de larga trayectoria en el club- para que orientara a Centurión en aquellos aspectos de la comunicación con los que no estaba familiarizado. Juntos empezaron a hacer el programa partidario Imperio Celeste hasta la noche del miércoles 18 de diciembre. López Tobares fue el primer sorprendido por la desaparición de su coequiper. “Esa noche entrevistamos a Sergio Ojeda (una de las incorporaciones más relevantes para la próxima campaña), por eso el programa se hizo un poco más largo. Cuando terminó, quedamos en vernos los próximos días para cobrar porque salíamos de vacaciones. Yo me fui para un lado, y el para el otro. Al otro día me entero que había salido de todos los grupos de whatsapp y había dejado las redes sociales”.
Después del escándalo, López Tobares decidió dejar su tarea en prensa, como una forma de descomprimir la situación. “Me llamaron de un montón de medios para preguntarme y nunca hablé porque, la verdad, no entiendo qué fue lo que pasó”.
A una edad en la que la mayoría depende de sus padres o está haciendo sus primeras experiencias laborales, Centurión tenía una empresa propia de criptomonedas y alquilaba en soledad un departamento en una de las torres de Urú Curé. “Cuando lo pasaba a buscar para hacer el programa dejaba la bici en su departamento. Te digo que yo no veía que llevara una vida de lujos y ostentación”, apuntó López Tobares.
Solía movilizarse en taxis. “Pero cuánta gente hay que se mueve en taxis y no por eso son millonarios”, razonó su excompañero de tareas. “En una oportunidad en que fuimos a Buenos Aires, nos mandaron a un hotel chotísimo y él se fue y se pagó una noche en un hotel mejor. Pero, te insisto, no manejaba un ritmo de vida que llamara la atención: no usaba joyas, se estaba pagando un auto en cuotas y en el departamento me acuerdo que ni tenía televisor”.

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