Brian, el atleta que vuela descalzo

El atleta riocuartense Brian Burgos mantuvo un imperdible mano a mano con Otropunto.ar. Culminó una carrera con las zapatillas rotas y fue dos veces campeón nacional en montaña. Una seria lesión en las sierras de Merlo lo puso al borde del retiro, pero pocas semanas atrás volvió a su mejor versión y ganó en la isla de Bali, Indonesia. Su evolución, de prepararse en las calles del Alberdi a ser entrenado por un atleta olímpico keniata. La humildad, su faro por los caminos del mundo.

Todo aquel que haya caminado las calles de Río Cuarto se puede haber cruzado en estos años con un corredor incansable, ya sea por la mañana, por la tarde o cuando se esconde el sol. Ya es parte del paisaje habitual de la ciudad ver trotar a Brian Burgos en cualquier rincón: la costanera del río, el Centro Cívico, alguno de los puentes o en alguna calle céntrica.

Con 31 años recién cumplidos, Burgos se ha hecho un nombre destacado a nivel local, provincial y nacional en el atletismo. Si bien sus comienzos fueron en carreras de calle, su virtud como deportista lo ha llevado a transmutar a todas las disciplinas del atletismo: pista, montaña, Cross Country, trail. Lo que para cualquiera sería un gran desafío incluso imaginarlo, para Brian ya es una carrera iniciada.

El atleta riocuartense accedió a un imperdible mano a mano con Otropunto.ar. La conversación se situó en la hamburguesería de una esquina céntrica de la ciudad. En pleno mediodía, el lugar presentaba una mixtura de señores y señoras que pasaban por un habitual café y lectura de diarios, y jóvenes que, recién salidos del colegio, iban a almorzar. Entre la multitud, Brian esperaba para la charla en uno de los boxes de madera.

Para Brian, eran sus primeros días en Río Cuarto después de una gran travesía que emprendió desde inicios de febrero hasta el 10 de marzo. Fueron 36 días por el sudeste asiático, asentado en Tailandia pero con visitas a distintas islas y también a Indonesia, donde pudo participar de una carrera de montaña en la isla de Bali. Aquel lugar le era conocido, ya que en 2022 participó del Mundial de Atletismo de Montaña en Chiang Mai, Tailandia.

“Fue una experiencia maravillosa, única, no solo por el viaje. Conocí lugares que habían quedado pendientes, como las islas e Indonesia. Ahí hice una carrera de 5 kilómetros, una de las más importantes del país. La idea era hacer 6 u 8 carreras, pero la realidad allá era distinta, habían cerrado inscripciones, entonces no podía correr. Los organizadores de esta carrera me trataron de maravilla. Nunca me imaginé un primer puesto, sí luchar por el podio que era lo que anhelaba. No conocía nada, pero sabía que iba a ser rápido”, comentó el atleta sobre su incursión deportiva en el sudeste asiático.

– ¿La idea del viaje fue para competir o también para conocer?

– Siempre fue un viaje de competencia, esa era la idea. Este año está el Campeonato Mundial de Montaña en los Canfranc, España, y la idea era buscar la clasificación. Este año va a ser complicado, como los anteriores. La vara se va poniendo cada vez más alta, hay atletas jóvenes que van surgiendo. Los años pasan y le cuesta más a uno mantener el nivel y mejorar. No es fácil estar en la élite, posicionado siempre adelante y mantener un alto rendimiento, más cuando te tocan lesiones de por medio. Sufrí dos desgarros antes de viajar al Mundial de Austria en 2023, no llegué en óptimas condiciones, luego tuve la fractura y estuve varios meses inactivo. Ahora volví en una mejor versión pero cada vez cuesta más. Hay que demostrar que siempre se puede un poco más. Con respecto al viaje, quería competir y aprovechar para relajar estando allá. El primer turno de entrenamientos lo hacía a las 5 de la mañana y el segundo a la noche, debido a la intensa humedad.

– ¿Por qué tomaste la decisión de viajar al sudeste asiático, en vez de realizar una pretemporada acá?

–  La idea era correr en otro país. Lamentablemente antes por problemas económicos no se podía estar y este año con algunas competencias que corrí y los premios económicos que he ido ganando pude juntar el dinero. También estoy con un emprendimiento, vendiendo ropa deportiva, y con la ayuda de los sponsors que me permitieron viajar. Hoy en día esos viajes son muy costosos y gracias a todo esto pude darme ese gusto. Lo tomé como un relax, un despeje a la mente, porque hace un montón que no me daba vacaciones. Quería correr en Indonesia tres carreras y después otras más en Bangkok, pero lamentablemente no pude porque no llegué a tiempo para las inscripciones. De todas formas, fue una experiencia inolvidable, muy linda.

– En una carrera que, imagino, no tenía presencia sudamericana, ¿cómo recibieron a un argentino que, a fin de cuentas, ganó la competencia?

– Me encontré con un par de atletas el día previo, charlé con ellos, vi sus marcas que eran mejores que las mías. No me las veía para nada fácil, sí luchar por el podio y si no se podía, no pasaba nada, era una experiencia más. La carrera largó a las 5 de la mañana, debido al exceso de calor y humedad. Me sentí un poco raro y cansado, mi cuerpo estaba en adaptación, con las 14 horas de diferencia horaria. Las comidas, el descanso, era algo que el cuerpo no tenía del todo adaptado. Llegué y pude correr, aunque no con la remera de Argentina, debía usar sí o sí la del evento. Fueron más de 2.500 competidores, en el tercer kilómetro alcancé el grupo de punta. Con el pasar del recorrido saqué más diferencia y rematé en los últimos metros. Está buenísimo codearse con atletas de otro nivel que le dan más jerarquía a la carrera. Principalmente me quedo con el buen cariño que recibí en Indonesia. La verdad que nos atendieron de maravilla. Me sacaban que mi voz no era de ahí obviamente. Me preguntaban o me veían con la remera Argentina y me decían “¡Argentina, Argentina! ¡Leo Messi, Maradona!”. Es increíble el fanatismo y cómo nos sentimos identificados por esos dos ídolos. Llevaba un poco la bandera Argentina en un lugar donde los otros competidores por ahí no pensaban que iba a haber argentinos.

Del fútbol en el Alberdi a los caminos del mundo

Brian era un chico al que le gustaba el fútbol, como la gran mayoría de los pibes y pibas de nuestro país. Un chico que, en el colegio, se dio cuenta que se le daba bien el famoso (y tortuoso, para algunos) Test de Cooper. Un chico al que la Maratón de Colegios Secundarios le hizo un clic y le marcó un destino. Así comenzó el viaje de Brian Burgos.

– ¿Te imaginabas, cuando empezaste, todo el crecimiento que tuviste en estos años?

– La verdad que no, ni siquiera estaba en mis planes. Como siempre le digo a toda la gente que me pregunta, nunca estuvo en mi sueño ser deportista porque es la realidad. Si bien siempre me gustó correr y le ponía muchas ganas, mi pasión era el fútbol. Nunca lo llegué a hacer de modo profesional, pero jugaba en los barrios o en algunos clubes, jugué en la categoría 94 de Centro Cultural Alberdi, barrio donde me crié. Llegué a la reserva y también estuve un tiempo en Estudiantes. Después, no tuve la constancia de seguir. Los motivos de la vida me llevaron a elegir este deporte y gracias a la Maratón de Colegios Secundarios me inicié como deportista. Desde ahí fue como un antes y un después en mi carrera, no solo en el deporte sino también como persona. El deporte te va inculcando valores en la vida, vas mejorando en el día a día. Estos valores que el deporte te va dando como el compañerismo, el ser solidario, el compartir experiencias, carreras, entrenamientos con otros atletas que están en un nivel mucho más superior que el propio. Uno saca el jugo a todo eso y siempre va agarrando la mejor parte.

– ¿Cuáles sentís que fueron tus mayores virtudes como profesional para desempeñarte en distintas ramas? Pasaste por calle, pista, montaña…

– Creo que todas las carreras son diferentes, todos los circuitos son diferentes. Gracias a Dios no he tenido tantas complicaciones o dificultades para tratar de adaptarme de un terreno a otro: de calle a Cross Country, de Cross country a montaña, de montaña de trail, de trail a pista. Siempre me ha ido bien, si bien al comienzo cuando estaba tratando de incursionar la montaña me costó un poco porque me faltaba más trabajo de fuerza, con el paso del tiempo me fui poniendo como más canchero, por así decirlo. Pude obtener buenos resultados como ser doble campeón nacional de montaña, un subcampeonato nacional que lo perdí en los últimos metros, participar de tres eventos sudamericanos de montaña ir a dos campeonatos mundiales. Esas son experiencias inolvidables e impensadas porque uno nunca pensaba tampoco en llegar ahí, yo nunca pensé en llegar a correr en ese nivel y correr ese tipo de eventos. Cuando comencé lo empecé como un hobby. Con el pasar de los años y de ir metiéndole cada vez más pila me di cuenta. Cuando corrí mi primer provincial, que salí subcampeón, dije “ah, pucha, me gustó este resultado, sé que si sigo así voy a poder más”.

– Actualmente te entrena un ex atleta keniata, ¿cómo lo conociste?

– Con el paso de los años fui cambiando varios entrenadores. Casi siempre entrenadores a distancia. Hace 4 años más o menos que estoy entrenando con él, Steve Mwangi, que es keniata pero está radicado en Santiago de Chile. Desde ese momento, creo que fue donde hice el cambio grande en el crecimiento deportivo. Lo conocí a través de las redes sociales, por unos videos que siempre subían algunos atletas que yo seguía, destacados de Chile, que lo mencionaban a él. Al comienzo no me quería entrenar por el hecho de que era a distancia, le volví a insistir de nuevo y me dijo “mirá, yo te voy a entrenar con la única condición de que vos me cumplas, este es un feedback, es un ida y vuelta. Si vos me sos franco a mí en el sentido de entrenar todo tal cual como yo te digo le damos para adelante, cosa que yo no pierda el tiempo, ni vos tampoco”. Obviamente que era lo que realmente buscaba, porque quería alguien que me pudiera dar todo su tiempo y su vocación, y así pudo ser. Dato no menor, participó de cuatro Juegos Olímpicos, fue un corredor destacado en 800 metros. Tenemos una buena relación, aunque nunca lo he podido conocer personalmente. Voy a ver si puedo organizar una carrera este año para ir a correr a Santiago de Chile y conocerlo, para tener una afinidad más cercana e ir mejorando otros aspectos técnicos.

No olvidar el pasado y ser resiliente para el futuro

Brian ha concluido carreras con zapatillas rotas, ha superado lesiones. La más importante, el año pasado, una fractura de húmero entrenando en las sierras de Merlo, San Luis. Aunque lo sorprendan los grandes escenarios del atletismo mundial, el riocuartense sigue siendo el mismo chico del Alberdi que aguanta hasta la meta con los dedos del pie al aire.

– Hablamos del sudeste asiático, de los sponsors… recuerdo que hace unos años terminaste una carrera en Catamarca con las zapatillas rotas. ¿Qué hay de ese Brian que corría en esas condiciones y qué de ese Brian que hoy puede competir en el exterior?

– Yo me considero que sigo siendo el mismo, no he cambiado en lo más mínimo, al contrario. Sigo siendo cómo me enseñaron mis viejos, siempre con humildad, perfil bajo, porque esa es la idea, tratar de hacer lo que a uno más le guste con mucha pasión, que los resultados después llegan. Como le digo a todos los jóvenes, que elijan cualquier deporte porque es salud, te saca siempre de las malas decisiones como son las adicciones, la calle, que la verdad no te llevan a ningún lado. Soy un agradecido principalmente a los sponsor porque sin las empresas yo no podría obtener ninguno de los resultados que logré, y no podría seguir viajando. Todo va de la mano, creo que es un 50-50. Diría que es más resultado de ellos que el mío. Yo puedo entrenar mucho, pero si no tengo las herramientas necesarias, no solamente económicas sino también un equipo médico con psicólogo, nutricionista, masajista, todo lo que conlleva… estos resultados no se darían por sí solos. Soy un agradecido de ellos. Hasta incluso hay veces que trato de cuidar las cosas. No me aprovecho en ese sentido, saber que tengo 10 pares de zapatillas entonces corro con una hoy y otra mañana. No, trato de seguir corriendo con las mismas. A las zapatillas siempre trato de hacerlas tirar más de lo que realmente duran, por ahí a lo mejor te dicen que una zapatilla te dura 3.000 kilómetros y yo trato de usarla 10.000 kilómetros. Siempre hay que tratar de pensar que hay gente que corre hasta descalza en otros países o no tiene el mejor calzado y sin embargo, siguen evolucionando, siguen creciendo.

– ¿Cómo superaste la fractura del año pasado, no solo en lo físico sino también en lo mental?

– Fue una etapa mala de mi vida por así decirlo, fue un momento que creo que no me lo voy a olvidar nunca. Me ayudó para mejorar otros aspectos, en el sentido de ponerme más fuerte psicológicamente. Pasé por malos momentos pero no es hora de abandonar, hay que seguir, entonces yo creo que esos son como empujones anímicos que te ayudan a ir por más. Obviamente que ahora voy corriendo con los cuidados adecuados. Si está lloviendo por ahí trato de ir viendo dónde voy pisando, estar más atento al piso y a todo lo que lo que se acerque, porque uno siempre va con ese miedo. El nivel me costó muchísimo, pero dentro de todo volví rápido. Pensé que me iba a demorar más, o que tal vez no iba a poder recuperar ese nivel, pero el cuerpo tiene memoria.

– ¿Considerás que la resiliencia es una de tus características más fuertes? A pesar de las adversidades, nunca es una opción abandonar.

– Eso depende de los golpes que le va dando la vida a cada uno. La experiencia de los años también. De niño tuve la separación de mis viejos que fue a los 5 años, de ahí para adelante fueron muchos golpes familiares, como la pérdida de mis abuelos y de un montón de familiares, de gente que uno quiere. La vida te va marcando y poniéndote fuerte, te va sacando callos por así decirlo por varias situaciones feas que van pasando, que por ahí uno no quiere que pasen y que lamentablemente suceden. Te tenés que ir haciendo a la fuerza, porque de eso se trata la vida, de seguir. Un tropiezo no es caída, hay que seguir para adelante. Me trato de quedar con lo bueno, siempre hay que tratar de sacar lo positivo, tal vez pudo ser peor. Creo que en esta vida nada es fácil, a todos nos cuesta, a cualquier cosa que uno se proponga en la vida. Si todo fuera fácil, cualquiera lo lograría, y tampoco tendría sentido, o no tendría ese gozo de disfrutar, saborear el placer de la victoria cuando las cosas salen bien.

– Por último, Brian. ¿Has pensado qué harás cuando se termine tu carrera deportiva?

– Sé que todo tiene un principio y un final, eso lo tengo muy bien marcado y, si bien no estoy esperando ese día, sé que va a llegar. No te sabría decir cuándo, si de acá uno, dos, tres, cinco o diez años. Tengo 31, hay muchos que su carrera deportiva y, sobre todo en el atletismo, explotan a partir de los 35. Claro ejemplo es Rosa Godoy. Con la edad que ella tiene, sigue ganando carreras, sigue estando en el top de la élite y eso no es poca cosa. Si ellos demuestran que se puede, yo creo que se puede. Es cuestión de continuar luchándola y cuidándose. Sí he hecho varios cursos de entrenador, sé que me voy a largar a entrenar en cualquier momento. Mi idea siempre fue entrenar a niños, mini atletismo hasta 14 años, de la periferia y de la ciudad que no pueden pagar una cuota y entrenarlos en barrios. Quién dice en el día de mañana tratar de sacar a un atleta referente de la ciudad y que pueda cumplir todos sus objetivos como lo vengo logrando yo que, con paciencia, entrenamiento y sacrificio, los objetivos que me he puesto a corto y mediano plazo los vengo logrando.

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1 comentario en “Brian, el atleta que vuela descalzo”

  1. Excelente entrevista y nota. Da gusto leer este tipo de noticias donde se destaca el mérito y el esfuerzo. ¡Felicitaciones Brian! Y a seguir así “Otro Punto”; muy interesante la página.

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