Hablemos del suicidio: detrás del tabú, cifras que preocupan

Se trata de un problema de salud pública. En el sur provincial, los suicidios superan a los homicidios y hasta a las muertes por accidentes de tránsito. El año pasado, el 25% de las autopsias que se realizaron en la morgue judicial de Río Cuarto correspondieron a personas que se quitaron la vida. La mayoría de los casos son hombres. Se advierte un aumento de estas conductas en adolescentes. A qué señales estar alerta, dónde llamar ante una emergencia y cómo acompañar.

Por muchos años no se hablaba del suicidio. Como una forma de invisibilizar esta realidad. Pero por más que se intentara ocultarla, estaba, lentamente, creciendo. El suicidio es un problema de salud pública y un fenómeno complejo, heterogéneo y multicausal. Con el tiempo se ha entendido que evitar el tema es negar espacios de escucha y validación emocional. Sí hay que hacerlo de una forma segura y responsable, sin escarbar en el morbo ni en el amarillismo. El último Boletín Epidemiológico Nacional (BEN), elaborado por el Ministerio de Salud de la Nación, reveló que en 2022 se reportaron 3.382 muertes por suicidio, con una tasa de 7,2 por cada 100.000 habitantes, una de las más altas de América del Sur. Desde abril de 2023, los intentos de suicidio comenzaron a registrarse obligatoriamente en el Sistema Nacional de Vigilancia Sanitaria (SNVS). Entre abril de ese año y fines de abril de 2025 se notificaron 15.807 intentos de suicidio en todo el país, lo que equivale a un promedio de 22 episodios por día. El forense Martín Subirach (MP 21174) integra el cuerpo de medicina forense para el sur de Córdoba. El área de influencia de la morgue judicial de Río Cuarto comprende los departamentos Río Cuarto, Juárez Celman, Gral. Roca y Roque Sáenz Peña y pedanías de Unión y Marcos Juárez. Subirach comentó que el año pasado se advirtió un pico de casos de muertes autoprovocadas. “Del 2005 al 2024 se tienen registros de la cantidad de autopsias y en esos años, en promedio, entre el 22 y el 23% habían sido suicidios. El año pasado tuvimos un pico de un 25%”, comentó el forense, quien intenta echar luz sobre esta realidad compleja. Explica que, en 2024, de 321 autopsias realizadas, 82 fueron suicidios. El 78% de las personas que tomaron la decisión fueron hombres y se evidenció un crecimiento entre los adolescentes y los jóvenes. “Este tipo de muerte en el sur de Córdoba, supera a los accidentes de tránsito y a los homicidios. El año pasado, el 31% de los casos correspondieron a personas de entre 11 y 30 años y hubo una muerte autoprovocada cada 4 días y medio”. Subirach menciona que se trata de una “epidemia silenciosa de la que se habla poco”. Detrás de las cifras hay personas, historias y sufrimientos. En lo que va de este año, hasta el 31 de octubre, de las 259 autopsias realizadas, 46 son por esta causa, lo que representa casi un 18%.

El equipo forense de tribunales

La frustración

Paola Desiervi es médica psiquiatra (MP 20266) y actualmente es la directora de la clínica Philippe Pinel. Señala que el suicidio es un problema de salud pública y asegura que es la segunda causa de muerte en los jóvenes. “La adolescencia es una etapa que se ha caracterizado por ser una época turbulenta emocionalmente, pero hoy los chicos tienen mucha menos tolerancia a la frustración. Frente a una situación en la cual no pueden tener lo que quieren se frustran, piensan en autolesionarse o en quitarse la vida. Sería muy positivo que las escuelas pudieran dar educación emocional y abordar el tema de la frustración y cómo sobrellevar esa emoción”, mencionó la psiquiatra. Señala que hay campañas, pero suelen ser espaciadas en el tiempo, como en septiembre, que es el mes de prevención del suicidio. “En las familias generalmente no se habla de suicidio, quizás por temor. Se podría hacer prevención en los hogares y en el ámbito educativo para impartir educación emocional. Ayudar a gestionar las emociones es fundamental”, dice Desiervi.

Paola Desiervi: “hoy los chicos tienen mucha menos tolerancia a la frustración “

Señales

La psiquiatra mira por la ventana. Entra la luz del sol. Dentro de la clínica un submundo de realidades para muchos ajenas. Afuera, la dinámica habitual de autos que van y vienen. Tras un suspiro, comenta que es fundamental estar atentos a los cambios que pueda manifestar un adolescente. “Un chico que en el primario estaba entusiasmado, contento, tenía actividades, salía, y arranca el secundario y se aísla de su propia familia, no sociabiliza, es para mirarlo y quizás para hacer una consulta psicológica”, dijo y agrega: “No hay que juzgar, hay que escuchar. Los adultos, con problemas de la edad adulta, muchas veces vemos los problemas de los jóvenes como menores. Con esa mirada, en lugar de acercarlos, los alejamos. No hay que minimizar lo que cuentan. Es fundamental una escucha activa”. En este sentido, Desiervi se refiere al caso del bullying y sus consecuencias. Asegura que esta conducta incide directamente en la autoestima de los chicos. “Ellos no tienen la capacidad de valorar lo que otro de la misma edad le está diciendo. Lo puede incorporar a su dialogo interior, algo que es hostil. Aparecen frases como nadie me quiere, nunca voy a tener amigos. Eso incide directamente en la autoestima. Con el tiempo, puede ocurrir que una autoestima muy baja, pierde el sentido de la vida. Por supuesto que todo depende de las herramientas que se tienen”. La médica psiquiatra indica que, en un porcentaje alto de casos, hay una patología de base. “En muchos casos hay una depresión de base, pero también puede pasar que haya un cuadro de depresión oculta. Hay otras patologías que pueden terminar en un intento de suicidio como la bipolaridad o la esquizofrenia. Si no hay patología de base, por lo general la persona busca ayuda, busca herramientas. Depende la persona”. dice. La especialista comenta que, tras un intento de suicidio, en el 90% de los casos hay que internar a la persona para que reciba el cuidado y el resguardo que necesita en los primeros días. “Esa persona que tiene una idea activa, tiene que estar acompaña las 24 horas. La mayoría de las veces no alcanza la red de apoyo para acompañar ya que muchas veces la familia también está afectada por la situación y se recomienda la internación. Así, se puede ser más incisivo con la medicación y se tiene una supervisión constante de especialistas”. En este sentido, comentó que no abundan los espacios para brindar un espacio de recuperación a personas que hayan pasado por esta situación. Las personas que no tienen obra social, pueden recibir atención en el hospital que tiene un servicio de salud mental más chico, con otras características. Sobre el final de la charla, la doctora volvió a mencionar la importancia de la gestión de las emociones en los más chicos. “Ojalá se puede implementar la obligatoriedad en las escuelas, como se incorporó la ESI, sumar educación emocional. Sería muy importante”.

Área de Salud Mental

En el Tercer piso del Nuevo Hospital San Antonio de Padua funciona el área de Salud Mental. Walter Santa Cruz es psiquiatra (MP 25819/5) y es el jefe del servicio. Comenta que se trata de una unidad polivalente, que atiende todas las desestabilizaciones en el orden de la salud mental. Se refiere a los intentos de suicidios y menciona que hay que entender desde dónde vienen estas conductas. “Se intenta conocer si hay un desorden psíquico o si tienen que ver con episodios contextuales, cuestiones reactivas a situaciones de vida como el deterioro de la situación económica, social, habitacional”. Santa Cruz también habla de un aumento de estas conductas en adolescentes y jóvenes. “No es una cuestión psicopatológica solamente, sino que también tiene que ver con aspectos sociales, culturales; es algo más integral”. Asegura que la demanda es creciente ya que son múltiples las problemáticas que se presentan. “Nos queda chico el equipo a pesar de que es uno bien consolidado, y que trabaja 24 horas. Incluye psicología, psiquiatría y trabajo social, y también se cuenta con residentes. Son 18 profesionales, más los residentes. Es un servicio que nos ha quedado chico para la demanda que hay. Tiene 9 camas, que permanentemente están llenas”, menciona el especialista y agrega que se cuenta con guardias continuas, área de infantojuvenil, hospital de día y un equipo que trabaja la intervención en comunidad. En el área de Salud Mental se aborda “la problemática aguda, pero también trabajamos el origen del problema y tratamos de buscar las redes afectivas de las personas y brindarle un seguimiento”, dice Santa Cruz y añade que las internaciones suelen ser breves, con un promedio de estadía de entre de 7 y 8 días. “Cuando se da el alta, con un seguimiento postinternación, se ofrece apoyo psicológico, y psiquiátrico si es necesario. Si la persona es de Río Cuarto, por la accesibilidad, se la orienta para que acuda a los profesionales de los dispensarios, aunque muchas veces por la demanda están saturados. Tratamos de articular con el municipio”, señala el psiquiatra sobe el trabajo que realizan.

Del otro lado del teléfono

Ana María es voluntaria del Centro de Atención al Suicida (CAS), organización no gubernamental que actualmente no cuenta con un espacio físico para funcionar en la ciudad. Pese a esto, la actividad no se ha detenido, se sigue haciendo a pulmón. Ana María tiene 68 años y mientras conversamos, mira su celular de reojo. Es que es su canal de comunicación con quien puede necesitar ayuda. Hoy por hoy, el CAS cuenta con cinco voluntarios que se turnan para asistir a personas en situación de vulnerabilidad. Largas charlas, palabras de aliento, empatía. “Hace 25 años que estoy en el voluntariado. Cuando yo tenía 18 años tuve una gran depresión y pasé por esto. Con los años, me enteré del grupo. En el 2000 me uní y no me fui más. Siento que puedo ayudar”. Coincide con los especialistas que ya pasó el tiempo de obviar el tema, que hay que hablar. “Que se hable puede ayudar a otro. Hoy no tenemos espacio físico, pero sí tengo mi número a disposición. Yo los atiendo y hablo. Por día, en promedio, recibimos tres llamadas. Nos hemos reunidos en plazas o incluso hemos ido a la casa de quien nos llama”, dice Ana María. Como voluntaria, asegura que no existe el reloj. Cuando hay una emergencia, podemos hablar horas hasta darnos cuenta que pudimos hacer algo por el otro. “Cuando alguien llama no quiere terminar con su vida, sino con un dolor, con un sufrimiento. Nuestra ayuda es humana y espiritual. Hacemos llamadas telefónicas o si la persona del otro lado lo prefiere, puede ser videollamada. Son charlas anónimas, no tienen que darnos sus datos”, menciona y asegura que, durante la charla, y con la experiencia, se dan cuenta de qué situación se está viviendo del otro lado. “Si vemos que no podemos, pedimos ayuda a profesionales. Somos personas que hemos pasado por lo mismo, entendemos la situación. Siempre recomendamos un acompañamiento médico”.

Ana María, del Centro de Asistencia al Suicida deja un mensaje de esperanza: “Se puede ayudar, se puede salir adelante”.
Foto: Santiago Mellano

Voces jóvenes

Ana María advierte, con tristeza, que muchos de los llamados que reciben son de jóvenes. “Hay adicciones que condicionan sus vidas. Años atrás, quienes más solicitaban ayuda eran las personas mayores. Hoy eso ha cambiado”. Del otro lado del teléfono, hay todo tipo de historias. Disoluciones familiares, separaciones, pérdidas de seres queridos, enfermedades, ansiedad, ataque de pánico. Hay bulliyng o acoso escolar. “Muchas veces hay gente que necesita ser escuchada. Hay traumas de la niñez, abusos que no se han podido exteriorizar nunca. Nosotros, al ser anónimos, no juzgamos ni señalamos, estamos para escuchar e intentar ayudar”. La voluntaria del CAS asegura que en un momento tan difícil la gente llama al grupo y también pide ayuda a Bomberos o a la Policía. “Intentamos en esa conversación, mostrar otra mirada de las cosas, un horizonte. Montamos escenarios posibles que los ayuden a pensar distinto”, dice Ana María y concluye, convencida: “Se puede ayudar, se puede salir adelante”.

Números importantes:

Línea telefónica nacional (0800-999-0091)

Línea 135

Ana María/ C.A.S. Río Cuarto: 358 4119906

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