El precio de una banca

Comienza la partida final, solo quedan días. En el tablero cordobés, cada movimiento es una declaración de intenciones; avanzar, ceder o sacrificar. Las piezas no solo representan poder, también historia, ambición y ruptura. En esta campaña, más que ganar espacios, se juega el control del juego donde cada banca en disputa puede ser la clave del jaque final.

Comencemos…

El regreso del Rey. Juan Schiaretti parece listo para dar el paso. Su decisión de encabezar la lista oficialista alivia al gobernador Llaryora, que se ahorra tener que dividirse entre la gestión y una campaña compleja. Una apuesta provincial en busca de proyección nacional.

Su eventual postulación también busca ordenar el peronismo cordobés, aunque no evita el mayor dilema que enfrenta ese espacio, la decisión de una Dama rebelde de jugar por fuera. Hija del fundador de la hegemonía peronista provincial, la posible candidatura de Natalia De la Sota en solitario desordena el esquema de Schiaretti y lo desafía simbólicamente. La diputada construyó, en los últimos años, una voz autónoma en el Congreso, oponiéndose al DNU 70, a la Ley Bases y votando a contramano del Panal cuando el llaryorismo pedía gestos de alineamiento. Alejada del kirchnerismo, crítica del mileísmo y cada vez más distante del cordobesismo que, según dice, se vació de peronismo real, Natalia propone recuperar la identidad justicialista con autonomía y sin subordinación. En ese camino, suma el respaldo de la CGT Córdoba, de referentes sociales y sindicales que ven en ella una figura capaz de reconstruir representación sin quedar atrapada entre los extremos. Su jugada tiene un gran impacto electoral y es una amenaza directa a la arquitectura política de quienes buscan una lista blindada desde el Panal.

El caballo libertario: Luis Juez. Del lado opositor, crece el rumor de que Juez, actual senador nacional, podría ser el elegido de Milei en Córdoba. Aunque insiste en que no tiene intención de ser candidato, ya dejó claro que, si el Presidente se lo pide, “no le va a quedar otra”. Su cercanía personal con el mandatario nacional lo mantiene como una figura expectante, aunque incómoda para los sectores más duros del oficialismo libertario. El jefe del bloque de la LLA en Diputados, Gabriel Bornoroni, promueve una “lista de puros” y recorre la provincia consolidando una estructura propia. Así, la figura de Juez representa una ficha valiosa, pero también un riesgo.

De Loredo: el alfil sin diagonales; figura que revela el verdadero precio de una banca. Rodrigo de Loredo, el diputado nacional que lidera la movida arriesgada de empujar una alianza entre la UCR y LLA. Sí, el partido de Hipólito Yrigoyen buscando fusionarse con el de Javier Milei. Una coalición entre la tradición republicana y el dogmatismo libertario, entre las instituciones y la motosierra.

¿Por qué lo hace? Porque sabe que la boleta de Milei aún arrastra votos. Porque la marca “libertaria” sigue rindiendo. Porque quedarse afuera le resultaría inaceptable. En definitiva, porque necesita asegurar su lugar en el Congreso, aunque sea al costo de desdibujar su identidad política.

Desde los sectores más ortodoxos de la UCR —como Mestre, Jure o Dante Rossi— no se lo perdonan. Lo acusan, sin ambigüedades, de haber convertido al partido en un “sello de goma para firmar alianzas”. Para ellos, De Loredo es un dirigente dispuesto a arrastrarse detrás del que mide más, incluso si eso significa pactar con quienes niegan la democracia, la educación pública o la memoria histórica del país. Frente a eso, como torres que resisten los ataques, estos dirigentes no aceptarán que la UCR siga renunciando a su ideología en nombre de una supuesta “unidad opositora” que solo los usa como estructura vacía. Si eso implica fracturar, competir con sello propio o fundar un nuevo espacio, lo harán. Para ellos, el precio de una banca no puede ser la claudicación de la historia radical, y ya no están dispuestos a entregar más banderas por un lugar en listas ajenas.

Mientras tanto, el PRO juega una partida interna donde ya no hay estrategia, solo limpieza del tablero. Intervenido por decisión nacional, el partido atraviesa su peor momento institucional en Córdoba con desafiliaciones masivas y expulsiones preventivas que más parece purga que reorganización. La única alianza viable, a ojos de Mauricio Macri, es con De Loredo, en un enroque forzado donde el radicalismo pone el nombre y el PRO aporta el sello. Pero mientras el interventor barre lo poco que queda, las piezas locales caen una a una sin siquiera haber entrado en la partida.

En este juego cordobés, las piezas ya están en movimiento. El Rey vuelve al tablero con la experiencia del que sabe perder y ganar, pero ya no controla todas las diagonales. La Dama rebelde rompe el guion, avanza por su cuenta y amenaza con redefinir las reglas. El Caballo libertario espera el silbato del león para irrumpir con salto sorpresivo. Y el Alfil, fuera de eje, se arriesga a cambiar de color con tal de no quedar fuera del juego. Cada jugada se mide en votos, pero también en lealtades, convicciones y futuros posibles. Y al final, todos sabrán que en Córdoba no hay movimientos inocentes, cada banca conquistada puede costar mucho más que una pieza, puede costar el alma del juego.

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