Los gajes del outsider

La primera baja del gabinete de De Rivas se dio con Paula Dalmasso, quien contaba con un fuerte respaldo del intendente pero que no bastó para sostenerla en el lugar. El precio a pagar por “no venir de la política” y el puntapié para acelerar el proceso de reestructuración del gabinete.

Cuestiones personales. No es la primera vez que ese argumento se emplea para explicar la renuncia de algún/a funcionario/a. La primera baja en el gabinete de Guillermo De Rivas no iba a ser la excepción. Paula Dalmasso, quien ejerció como coordinadora de Educación (ad honorem) decidió bajarse del barco del Ejecutivo, a dos meses de haber asumido esa función. Si bien el detonante de su salida fue la fotografía junto a la vicepresidenta, Victoria Villarruel, seguramente hubo otros aspectos que formaron parte de la ecuación: ser “outsider” tiene un costo alto cuando se está en el ojo de la tormenta. 

Luego de presentar su renuncia (que aún no había sido aceptada por el intendente), Dalmasso manifestó que no se habría sentido respaldada por el secretario de Educación y Derechos Humanos, Adrián Gutiérrez, quien además integra la Comisión Municipal de la Memoria. Dicha comisión y otros organismos de Derechos Humanos se habían pronunciado en relación a la foto en la que se muestra a la vicepresidenta de la Nación junto a la ex funcionaria municipal y miembros de su familia durante el fin de semana de Pascuas. Dalmasso planteó a Puntal que “lo mismo hubiese hecho si la vicepresidenta fuera Cristina Kirchner”.

El repudio no tardó en llegar y las organizaciones incluso instaron a que el intendente le pidiera la renuncia a Dalmasso. Una de las razones mencionadas en los comunicados fue la incompatibilidad entre la figura de Victoria Villlarruel como exponente del negacionismo y apología del terrorismo de Estado en el país y un gobierno municipal que es querellante en causas de lesa humanidad. Si bien el rol de Dalmasso se limitaba a una coordinación en Educación, dicha área forma parte de la subsecretaría de Educación y Derechos Humanos, por lo que el pedido de las organizaciones fue más enfático en ese sentido.

Sin embargo, lejos de acatar el pedido de estos espacios, hubo intentos dentro del Ejecutivo por tratar de retener a la funcionaria. Incluso se deslizó la posibilidad de reubicar a Dalmasso en otro lugar. Esta idea no resulta tan descabellada en medio de un proceso de reestructuración que dentro de pocos días podría traer novedades: se habla de recortes en programas y gastos que no serían prioridad e incluso en la posible salida de algunos funcionarios, mientras que algunas áreas podrían absorber mayores responsabilidades.

Hay que decirlo: en un momento en el que la sociedad parece “derechizarse” cada vez más y el presidente Javier Milei sigue siendo respaldado por un gran sector de la población, al gobierno local no le afectaba la foto de Dalmasso con Villarruel. Al contrario, desde una mirada netamente electoralista, no “garpaba” que el intendente le pidiera la renuncia a la funcionaria. Más allá de esto, es sabido que Dalmasso llegó a la gestión por el propio intendente y Karin Bogni, una de las funcionarias más cercanas y de mayor confianza del mandatario. Es por eso que, cuando se oficializó la renuncia de la coordinadora de Educación, desde el gobierno procuraron remarcar que se trató de una decisión “estrictamente personal” y señalaron que el intendente “expresó su satisfacción y agradecimiento por los excelentes resultados obtenidos y el compromiso demostrado en su tarea de gestión”. Lo cierto es que, más allá del espíritu e ímpetu que Dalmasso pudo haber demostrado, apenas superó los dos meses en esta función. Y es aquí donde cabe preguntarse cuán costoso es ser forastero en este tipo de situaciones en las que no se cuenta con cierta “cintura política” para sortear los obstáculos.

Hace un año, a horas de la presentación de las listas para las últimas elecciones municipales, el comentario en el círculo rojo de la política riocuartense se replicaba en varios chats y grupos de Whatsapp: “¿Vieron quién está entre los primeros lugares de la lista de Guillermo (De Rivas)?” El nombre de Paula Dalmasso comenzaba a generar confusión en los viejos militantes del PJ, quienes se toparon con la sorpresa de que no solo una sino dos figuras ajenas a la política iban a encabezar la lista de concejales de Hacemos Unidos por Río Cuarto. El empresario Gustavo Perlo ocupó el primer lugar y Paula Dalmasso, el segundo.

“Seguro es una candidatura testimonial y va a ir derecho al Ejecutivo” era la opinión popular en aquel entonces, ya que los últimos outsiders que se sumaron a las listas del PJ cordobés tenían un lugar reservado en el equipo de gobierno (como ocurrió previamente con Germán Di Bella). No fue el caso de Dalmasso -y tampoco el de Perlo-. La licenciada en Ciencias Políticas asumió como concejala y ocupó dicho rol durante siete meses. En febrero, comunicó su decisión de dejar su banca e ir al Ejecutivo. Su entusiasmo en su último discurso en el Legislativo dejó entrever que, finalmente, iría a un lugar en el que se iba a sentir más cómoda. “Hace años que vengo trabajando en educación y es un sueño que tengo desde siempre”, planteó.

El “Villarruel gate” pasó más factura adentro que afuera. Dalmasso lo dejó entrever en su descargo cuando presentó su renuncia, en la que aseguró haber sido “atacada” por la Comisión Municipal de la Memoria. “En virtud del ataque sufrido hacia mi persona por parte de dicha comisión, como consecuencia de una reunión que mantuve en Pascuas, en mi ámbito absolutamente privado y personal con quien hoy ejerce el cargo de vicepresidente de la Argentina, y dado que esta comisión es financiada por el gobierno municipal y en virtud de que uno de los integrantes es el subsecretario de Educación y Derechos Humanos (Adrián Gutiérrez), es que decido dejar el nombramiento que he venido realizando ad honorem, ya que mi única intención era realizar un pequeño aporte a la educación de Río Cuarto”, señaló la ex funcionaria.

Hay quienes, en el seno de la gestión, consideran que la situación podría haberse zanjado si la ex coordinadora de Educación se reunía con algunos miembros de las agrupaciones de DDHH e intentaba “calmar las aguas”. Dalmasso posiblemente esperaba contar con un respaldo del secretario de Educación que, naturalmente, no iba a efectivizarse. Horas antes de presentar su renuncia, un mensaje en redes sociales demostró que no iba a “agachar la cabeza”: “Cuando dos o más personas intercambian ideas con respeto, sin imponer, nace algo nuevo que no existía en cada una por separado. Como enseñaba Paulo Freire, no hay diálogo verdadero si una de las partes cree poseer toda la verdad (…) El diálogo no es debilidad, es la fuerza de quienes creen que juntos podemos construir algo mejor”. Aunque con tintes conciliadores, el mensaje no logró acercar posiciones con quienes pidieron su renuncia. Especialmente porque las organizaciones plantean que se corrió cierto límite que iría más allá de una mera diferencia partidaria e ideológica.

¿Fue este el único traspié de Dalmasso durante su breve paso por la gestión De Rivas? No. Y si bien no se trata de una irregularidad, fue un hecho que también le pasó factura dentro del Concejo Deliberante. Un viaje espiritual a la India en el mes de noviembre derivó en su ausencia durante aproximadamente tres semanas. En ese momento, se estaban discutiendo proyectos vinculados a una de las comisiones que presidía Dalmasso (Servicios Públicos) y que tenía que ver con un nuevo marco regulatorio para el transporte en la ciudad. También fueron días clave para avanzar en el tratamiento del Presupuesto 2025.

Nuevamente, las redes sociales jugaron una mala pasada: al igual que la foto con Villarruel, Dalmasso no había “ostentado” este hecho desde sus perfiles personales pero sí se la reconoció en varias imágenes grupales con el majestuoso Taj Mahal de fondo. Es probable que a la ex concejala no se le pueda adjudicar que “se fue de viaje con la nuestra”.  Por varias razones: apenas llevaba cuatro meses en una función política y seguramente se trataba de un viaje planeado con bastante antelación. Aún así, el hecho de no posponerlo y ausentarse durante casi tres semanas sí resultaba reprochable, especialmente porque no se trató de un viaje vinculado a su gestión política. Incluso puede hacerse una comparación con las repercusiones que tuvo el viaje a Disney de la diputada Gabriela Brouwer de Koning a pocos días de asumir en su banca: le dijeron de todo menos “buenos días”.

La polémica por dicho viaje se diluyó rápidamente pero luego comenzó a pisar fuerte la idea de que Dalmasso no se encontraba cómoda en el Legislativo y que habría una inminente renuncia que, finalmente, se concretó en febrero. Nadie dudaba de que la ex edil iba a tener un lugar en el Ejecutivo en el que pudiera desplegar su perfil vinculado a la educación y el trabajo social con niños, niñas y adolescentes. La ex funcionaria, cuyo apellido en la ciudad resuena mucho en el sector privado y comercial, había tenido un rol importante en la campaña. Fue una de las caras más visibles de este proceso en el que se mostró junto al intendente en múltiples recorridas barriales e institucionales.

Dalmasso fue concejala durante 7 meses antes de asumir como coordinadora de Educación

“No tengo experiencia en política pero sí mucha vocación y compromiso y me dedico, desde mi lugar, a sacar chicos de la calle, a acompañar a familias en situación de vulnerabilidad y de la droga”, comentaba Dalmasso en diversas entrevistas que brindó como candidata a concejala. La ex funcionaria también es coordinadora de un espacio que hace más de cinco años brinda educación emocional gratuita para jóvenes de 18 a 23 años y se denomina La Akademia. Pero además de este aspecto social y hasta espiritual (también es coach ontológico), Dalmasso tenía un factor que cada vez se replica más en los distintos armados políticos de la ciudad:: podía movilizar el “voto country”. Algo similar a lo que actualmente ocurre con Laura Soldano, la referente local de La Libertad Avanza (con quien Dalmasso mantiene un buen vínculo).

Cuestiones personales. Un término bastante “quemado” para explicar las razones por las cuales tantos funcionarios políticos dejaron sus cargos. Muchas veces para que quede solo en un mal recuerdo y otras, para volver a la arena desde otro lugar cuando sea el momento oportuno. Tomando más envión y procurando que, la próxima, los encuentre mejor preparados y con más herramientas para moverse dentro de un mundillo que hace pagar el derecho de piso a quien no tuvo que hacer la fila. ¿Habrá “repechaje” para Dalmasso?

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