Schiaretti debe dar el Sí

Por qué el exgobernador de Córdoba tiene la oportunidad histórica de enfrentar (y vencer) a Javier Milei.

Por primera vez en décadas, la política argentina parece estar viviendo un vacío real de liderazgos en el peronismo nacional. Con Cristina Kirchner fuera de juego electoral, y con un Milei que empieza a perder fuerza, los márgenes de lo posible se están corriendo. El año electoral que se abre es excepcional por muchas razones, y una de ellas es que por primera vez el camino se le allana a Juan Schiaretti.

El exgobernador cordobés, que ha sabido construir un liderazgo sólido y centrado en gestión, siempre fue visto como un dirigente con proyección, pero sin espacio. El peronismo nacional ocupaba todos los lugares del tablero y Schiaretti jugaba, en el mejor de los casos, en los márgenes. Ahora, el panorama cambió, el peronismo está huérfano, la sociedad empieza a desencantarse, y Milei ya no es novedad.

En este escenario, Schiaretti podría encarnar ese nuevo liderazgo, no desde la confrontación vacía, sino desde la responsabilidad de alguien que gobernó una de las provincias más importantes del país durante más de una década con una altísima aprobación, guste a quien le guste. Es un dirigente que combina peronismo con gestión moderna, y que tiene un discurso posible en opisción a Milei, “experiencia frente al experimento”.

Pero hay más. En Córdoba, donde históricamente el PJ pierde las elecciones intermedias, Schiaretti tiene una oportunidad inédita para romper esa racha. Y ganar en este contexto no es solo mantener y sumar bancas, es transformarse en el ordenador de un peronismo disperso, en el candidato natural a liderar una alternativa federal. Si logra encabezar una lista potente en 2025 y le gana al mileísmo en su propia tierra —la Córdoba que fue cuna del voto libertario—, se proyecta automáticamente como presidenciable para 2027.

Para que eso ocurra, necesita construir una coalición inteligente. Natalia de la Sota aparece como una aliada indispensable, hija de uno de los grandes referentes del cordobesismo, tiene identidad propia y peso en sectores donde Schiaretti aún no llega del todo, o donde ha preferido no involucrarse directamente. Pero también es necesario seguir abriendo el juego, es clave pensar en una ampliación que trascienda los márgenes tradicionales. En ese sentido, distintos análisis han señalado la posible incorporación de figuras del redicalismo, algún “radical sin peluca”, quien podría aportar el equilibrio necesario y apertura al electorado independiente. Más que una suma táctica, se trataría de consolidar un perfil estratégico con vocación de mayoría.

Schiaretti debe decir que sí. No porque sea su última oportunidad, sino porque es la primera vez que el tablero nacional y provincial se lo permite. Porque podría ser el que unifique al peronismo sin necesidad de arrodillarse ante la dirigencia nacional, el que dialogue con los sectores del centro sin ceder a la antipolítica, el que le hable a Córdoba sin dejar de mirar al país. Si se decide, puede construir algo más grande que una lista, puede construir una verdadera alternativa.

Y en tiempos como estos, donde sobran los extremos y faltan los moderados, eso no es poca cosa.

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