David Lynch invita a soñar (y a un buen café)

Tres de las películas icónicas de la filmografía del director estadounidense, fallecido en enero de este año, se proyectan este mes en el Cineclub del Teatrino de la Trapalanda. Plagado de misterios, simbolismos y dualidades, el cine de Lynch dejó una marca inefable en sus admiradores y en la historia del cine contemporáneo.

Son las 20:30 de un martes frío en la ciudad de Río Cuarto. La llegada de las bajas temperaturas invita siempre a una buena taza de café. Antes de ingresar al Teatrino de la Trapalanda, termino ese café en el local contiguo y enciendo un cigarrillo. Sonrío y pienso para mis adentros: no hay mejor homenaje para conmemorar lo que vendrá en las siguientes horas.

La cita fue con Lost Highway, Carretera Perdida en español (no me agradan los títulos doblados, por lo que a partir de ahora solo nombraré los originales), la séptima película del director estadounidense David Lynch, uno de los mejores creadores audiovisuales del cine contemporáneo. Esta cinta fue proyectada en el marco del Cineclub de la Trapalanda, un ciclo que se realiza hace 13 años, y que en este mes de abril incluyó tres de las mejores obras del autor: además de Lost Highway, se proyectó Blue Velvet y, el próximo martes, será el turno de The Straight Story.

El cine de Lynch es para ciertos paladares. No por su elegancia, sino por su dificultad. Es un cine que te atrapa de lleno o te expulsa de pleno. Pero para quienes nos atrapó, es una marca que quedará para siempre en nuestras vidas. No solo como consumidores cinéfilos, sino que también en muchos aspectos de la cotidianidad.

Aún así, me sorprendo por la variedad del público presente. Personas mayores, que vivieron la época dorada de Lynch “en vivo”, jóvenes adultos, como yo, que seguramente lo descubrieron cuando el autor ya era reconocido a nivel mundial, y adolescentes que se sumergen por primera vez en las aguas del cine lynchiano. Son pocos aquellos que pueden ostentar un adjetivo propio para definir situaciones de la vida: lo “lynchiano” es lo que no se puede explicar, lo surreal, lo que puede tener miles de interpretaciones. El mismo director ha declarado en un sinfín de oportunidades, ante las acaloradas dudas del público sobre el significado de sus obras, que no existe tal significado. El espectador es quien debe llevar y desentrañar los hilos de lo que Lynch propone en pantalla.

Siendo fiel a lo que Lynch dice, no voy a realizar una reseña o explicación de Lost Highway. Simplemente diré que, una vez más, Lynch ganó. Corren los créditos del final de la cinta y lo único que me sale decir es: “lo hiciste de nuevo, David”. Ya había visto dos veces esta película, y en una tercera visualización, todo parece estar menos claro que antes. Porque eso es, a fin de cuentas, su cine: mundos oníricos que colisionan, personajes estrambóticos, diálogos y escenas que no tienen sentido a simple vista, pero con una profundidad sobre los misterios de la mente humana que muy pocos han sabido interpretar y llevar a la pantalla grande.

Eso es lo que atrapa del cine de Lynch y, al mismo tiempo, lo que inquieta y perturba. Sumergirse en las profundidades de la mente no es una tarea cómoda. Lo puede decir cualquier psicólogo. Lynch, acérrimo enemigo de la terapia, nunca quiso realizar ningún tratamiento porque, pensaba, obstaculizaría su visión del mundo para crearlo de manera audiovisual. Nosotros, agradecidos. La obra de Lynch bucea en las dos caras de una misma moneda: el bien y el mal, el día y la noche, los sueños y la realidad, los deseos y los miedos. Todo esto a través de narrativas no lineales, tramas fantásticas (mas no fantasiosas) y personajes que representan los anhelos, traumas y temores de cualquiera de nosotros.

Esta semana se cumplieron 35 años del estreno de la obra maestra de Lynch, su única incursión en televisión: Twin Peaks. Una serie que constó de dos temporadas originales, en 1990 y 1991, una película precuela de la historia, Twin Peaks: Fire Walk With Me estrenada en 1992 y una tercera temporada de 18 episodios que salió a la luz 25 años después, en 2017. Si algún lector no ha visto nada de Lynch y le interesa su mundo, Twin Peaks es el resumen ideal de toda su filmografía. Advierto: no es un camino sencillo, como ninguno de los lynchianos, pero vale la pena. Esta serie fue pionera de muchas otras que vendrían después y, sin dudas, cambió la manera de hacer ficción en la televisión de los Estados Unidos.

Elpidio Blas, director y fundador del Cineclub de la Trapalanda, dio una reseña sobre Lynch en diálogo con Otro Punto: “David Lynch fue uno de los directores más importantes en la historia del cine contemporáneo. Fue un creador de sueños y pesadillas que desafió al cine convencional, buceando en los rincones oscuros y profundos de la mente humana, particularmente en su intento por desentrañar la cara profunda de la clase media de los Estados Unidos. Con un estilo realizativo único, polémico y provocador, propone con su cine una inquietante combinación de melancolía, fantasía y horror. Recientemente fallecido a los 78 años de edad, Cineclub de la Trapalanda ofrece en su homenaje tres de sus principales películas: Terciopelo Azul, con un brillante desempeño de Isabella Rosellini, Carretera Perdida y Una Historia Sencilla”.

Blas contó más en detalle el objetivo de estos ciclos de cine, en donde entendemos por qué encajan perfecto obras como la de Lynch: “Venimos programando el cine que pretendemos, y en gran medida lo conseguimos, para mantener una calidad en cuanto a los valores artísticos de directores, realizadores, producciones, películas de distinto género y procedencia, para que no perdamos la posibilidad de ver buen cine. El que además nos educa para seguir viendo buen cine y, fundamentalmente, para exigir que se haga buen cine. Venimos programando con una línea sin dejar de ofrecer calidad artística. Podemos definirla como más popular, en el mejor de los sentidos”.

Una buena noticia para los amantes del cine de David Lynch es que, en común acuerdo con la programación del cine del Centro Cultural Leonardo Favio, a cargo de Gastón Molayoli, en mayo se continuará con la proyección de otros títulos valiosos de Lynch que no entraron en esta triada del Cineclub de la Trapalanda. “Esperamos que la gente participe y aproveche estas oportunidades de ver el gran cine de David Lynch”, concluyó en su invitación Elpidio Blas.

Se encienden las luces del Teatrino. Luego de mi reflexión final, me dispongo a ver los rostros de quienes abandonan la sala. Algún “no entendí nada” al pasar, otras discusiones sobre el significado de la trama y su conclusión. Sin embargo, para mi alegría, hubo muchos espectadores sorprendidos y fascinados con la obra. Mientras más seamos, siempre es mejor. Quizás esta proyección lleve a esas mentes a interesarse por sus películas y ver otras más. Río Cuarto es invitado a adentrarse al universo lynchiano de los sueños. Al final, no hay mejor homenaje para Lynch que discutamos su cine. Ojalá que sea en una sala con cortinas rojas, acompañados de una taza de café.

Filmografía de David Lynch

Cine:

Eraserhead (1977)

The Elephant Man (1980)

Dune (1984)

Blue Velvet (1986)

Wild at Heart (1990)

Twin Peaks: Fire Walk With Me (1992)

Lost Highway (1997)

The Straight Story (1999)

Mulholland Drive (2001)

Inland Empire (2006)

Televisión:

Twin Peaks (1990-1991)

Twin Peaks: The Return (2017)

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2 comentarios en “David Lynch invita a soñar (y a un buen café)”

  1. Lynch marcó mí juventud y adolescencia. Hay un antes y un después en la mirada del mundo cuando se descubre el universo de su simbología y su lenguaje fílmico, absurdo en apariencia pero extraordinariamente crudo y verista en profundidad. Gracias por esta reseña y por la difusión del buen cine.

  2. Maria Celia Ferrer

    Excelente homenaje y muy buena iniciativa para que se pueda difundir el buen cine y de ésta calidad. Felicitaciones 👏

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