Netflix estrenó la serie a nivel mundial y todo es algarabía ¿Qué significa, en el contexto actual de nuestro país, que este proyecto haya sido posible?
Ilustraciones: Ediciones Perro Viejo – Ernesto Funes y Martin Alvarez
Al parecer no sólo realizamos proezas en el fútbol. En el cine también armamos equipos que juegan. La comparación es obvia, pero inevitable. La serie además de marcar un hito dentro de la producción audiovisual argentina, condensa todos los símbolos de nuestra Historia.
Producida por Netflix, bajo la dirección de Bruno Stagnaro, está basada en la historieta homónima de Héctor G. Oesterheld y Francisco Solano López (1957-1959). El cómic se publicó durante dos años de manera semanal y fue un éxito rotundo. Hubo una edición de El Eternauta 2, que el autor escribió en la clandestinidad. Luego de eso fue secuestrado y desaparecido por la dictadura militar argentina. Sus cuatro hijas (dos de ellas embarazadas) y sus tres yernos también fueron asesinados por la dictadura.
En la actualidad muchas personas no conocen la historia original, pero la figura de ese hombre con traje impermeable y máscara caminando con un rifle es un ícono por todos reconocido. Perteneciente al género de ciencia ficción, es la historia de un viajero en el tiempo que le cuenta su odisea al autor. Una noche, él está jugando al truco con los amigos y comienza a nevar. Una nevada fatal, el inicio de una invasión extraterrestre. Este grupo comienza a desarrollar estrategias para sobrevivir. ¿Cómo salvarse? ¿Qué despertará en los seres humanos esta tragedia?
La serie no está pegada a lo que sucede en el original, está adaptada con grandes aciertos. Por ejemplo la edad de Juan Salvo, el protagonista, o el papel de las mujeres dentro de esa catástrofe. Nuestro país no tiene una tradición fílmica dentro del género de ciencia ficción y eso en vez de ser una debilidad es una fortaleza: a diferencia de otras series apocalípticas, acá vemos que sale lo mejor de los seres humanos, no lo peor. El enemigo, aunque a veces nos confunda, es fácil de identificar. Nadie se salva solo.
El Eternauta de Stagnaro, si lo podemos llamar así, es un sistema de signos coherentes con el pasado y el presente. Como si la propia historia fuera ese protagonista cansado que estuvo habitando diferentes épocas y se sienta a contar la historia (así comienza el cómic). Tenemos entonces el tiempo en el que fue creado el cómic (1956) y el tiempo de la adaptación que coincide con el tiempo en el que lo vemos (2025). La puesta en escena de la historia se resignifica y cobra múltiples sentidos a partir de las lecturas que podemos hacer. La historia es sobre la lucha colectiva, otra vez “Nadie se salva sólo” y eso se traslada, también, a la forma en que fue realizada. Tarea imposible si no se hacía de manera colectiva. Hay un director que supo adaptar una historia situada en otro momento de Argentina pero que en esa adaptación no perdió la esencia.

Como si hubiera una ayuda desde el más allá, se fueron dando coincidencias que le daban sentido a la obra. La elección de Ricardo Darín para interpretar a Juan Salvo no fue la primera opción para el director. Podemos cuestionar esto, porque ¿Quién si no Darín tiene los ojos más argentinos del mundo? Pero tenía sus motivos: Salvo tiene 40 años, no 60. ¿Cómo iba a ser el referente de lucha? Es justamente su edad lo que trae la solución. Cuando se plantearon cómo iban a justificar que el protagonista supiera disparar y tenga buena puntería: Malvinas. En la década de los 60 era bastante común que alguien fuera reservista (cómic), pero en el 2025, no. La figura de Darín como un ex combatiente de la Guerra de Malvinas actualiza el sentido de lo colectivo, y le suma una capa de complejidad al personaje.
En una producción audiovisual comercial suelen estar bien divididos los roles de realización. Productor, Director, Director de Fotografía, de Arte, Sonido. Cada área resuelve su parte para que funcione el todo. En esta oportunidad, era necesaria otra sinergia. Los productores gestionaron dinero, mucho, pero era insuficiente para semejante producto. Aparecieron entonces los años de trayectoria de los cineastas argentinos para resolver mucho con poco. El ingenio que fue desde la adaptación del libro al guión, la búsqueda de locaciones, la combinación entre tecnología y realidad, el esfuerzo sobrehumano para hacer nevar todos los días usando sal, celulosa, y telgopor. En este sentido es importante remarcar que a diferencia de lo que sostiene el actual Gobierno Nacional sobre el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) y mucha gente en general, en nuestro país se hace cine de calidad con realizadores muy bien formados. La mayoría egresados y estudiantes de Universidades Nacionales o de la ENERC (la escuela de cine del INCAA), con graves problemas de financiamiento este año.
Una frase se repite como leit motiv durante los primeros episodios de la serie “-Lo viejo funciona, Juan”. Hace unos días escuché una frase en un podcast random que decía “Cualquier aspecto de la cultura humana que la gente dé por hecho que se transmite automáticamente sin demasiada deliberación consciente, no va a sobrevivir.” Ese pedido de intencionalidad frente a la pasividad expresado tan claramente en la serie funciona como un llamado también para las viejas prácticas sociales. Juntarse con vecinos, amigos, participar cuerpo a cuerpo.
El Eternauta trajo entusiasmo, ese que viene con los mundiales. Que la historia transcurra en diciembre no es casualidad. Es el mes en el que estallan las esferas rojas en Argentina. Hoy la serie está en el puesto Número 1 de Netflix a nivel global. No sé cuánta gente la verá, incluso será un sector bien definido. Pero deja marca, abre una puerta en relación a qué tipo de discursos tenemos para contar los argentinos. Nos invita a mirar algunos hechos del pasado desde otro lugar (por ejemplo Malvinas), nos sube la autoestima. Porque cuando nos podemos identificar con esa narración, cuando nos reconocemos en los lugares, grafitis, clubes de fútbol, el juego de cartas, las costumbres, los autos, la viveza criolla, la solidaridad, la música (el rock y esa épica escena con la Misa Criolla de Mercedes Sosa) algo se mueve dentro de las piezas que componen nuestra identidad. La identidad se forma en base a los relatos que nos narramos. En conjunto forman nuestra cultura, dan lugar a los lazos sociales. Hoy nuestra historia es una de las más vistas en el mundo. Cuán importante desnaturalizar, volver extraño lo familiar, para saber de lo que somos capaces. Aún hay algo hermoso en lo humano.

Gran nota sobre una obra altamente necesaria. Un placer colaborar con Leticia y Otro Punto!
Saludos!