El último largometraje del director cordobés Rosendo Ruíz tiene como protagonistas al cuarteto y la amistad, en el marco de un crimen en donde corrupción y poder se vinculan.
– A vos te pagó la municipalidad para que muestres la ciudad-, dice la señora. Hace referencia a las primeras tomas con las que inicia la película, en dónde vemos El Panal (Casa de Gobierno), los puentes futuristas y las luces de colores presentes en la capital cordobesa. Es una proyección especial en dónde el director de La Zurda está presente y habilita el diálogo.
-No, pero cuando veo una película a mí me gusta ver cómo es la ciudad en dónde sucede, cómo vive la gente, cómo come, qué hace.
Hermosa respuesta. Si hay algo que caracteriza al director Rosendo Ruiz es su capacidad para contar historias. Pareciera ser de esos creadores, como lo son ciertos periodistas, que ven semillas de historias en todo lados. Así nos encontramos con un fotógrafo que a partir de un baile de “La Mona” se mete en un mundo completamente desconocido para él (De Caravana; 2010), Dos estudiantes de cine que se vinculan en el Festival Internacional de Cine de Cosquín (3D; 2014), un amor prohibido de secundaria (Maturitá; 2016), la lucha de un profesor de literatura para salir de la pobreza y descansar de su madre (Casa propia; 2018), y la lista sigue. En 2025 se estrenó su última película: La Zurda.
Como en los temas de La Mona, la historia es una tragedia. Si bien la película transita por varios géneros podríamos decir que se ubica entre el thriller y el policial. Cuenta la historia de dos jóvenes de clase trabajadora de la ciudad de Córdoba. Tienen una banda de cuarteto y sueñan con hacerse conocidos. Yonatan (Marcio Salas Ramses), está de novio con Sol (Micaela Abdulatif) una chica que da apoyo escolar y participa de distintas actividades en el barrio. Ella es hija de un empresario de la carne, y él para el padre de Sol, no es nadie. Yonatan hace caso omiso a las amenazas del matón de la familia de ella y termina junto con la Zurda (Juan Cruz El Gáname), su mejor amigo, envueltos en un crimen que no cometieron. Se fugan porque por “portación de rostro” nadie va a creer que no fueron ellos y deben encontrar la manera de librarse de la situación. Como en el cuarteto, el ritmo es fiesta pero la letra es cruel.

Corrupción, negociados entre la policía y los empresarios, forman parte fundamental de la trama. No de manera panfletaria, pero sí evidente. Hay un manifiesto por parte de los realizadores ante la posibilidad de salida de esa realidad que es la de los que siempre pierden. Los amigos. Ese va a ser uno de los pilares de la historia: la amistad.
“La Zurda” delata la cinefilia de sus guionistas Rosendo Ruiz y Alejandro Cozza. Hay guiños a diferentes maestros del cine como las ventanas en Hitchcock, el film noir de la década de los 50, algo de Favio en la construcción de la mirada sobre el barrio de las clases populares cordobesas. Este guion fue pensado inmediatamente después de filmar De Caravana, en donde según cuenta su director, habían quedado encantados con el mundo del cuarteto. Años después, con adaptaciones lograron filmarla. Es interesante destacar que Córdoba es un páramo dentro de la situación que vive el cine argentino en la actualidad. Como lo dice el propio director en una entrevista publicada por Página 12: “En Córdoba, hace unos 14 o 15 años, empezamos a producir películas; y creo que fue posible porque nos aunamos los directores y productores, venciendo los egos. Juntos hicimos una asociación, llevamos proyectos al estado, nació el Polo Audiovisual, la Ley de Cine, y también un Cash Rebate de la Municipalidad, gracias al cual pudimos terminar La Zurda. A nivel nacional, el INCAA está siendo desguazado, pero nosotros pudimos sostenernos.”
La elección del casting es precisa: Juan Cruz El Gáname tiene una presencia magnética. La combinación justa entre simpatía, arrebato y seducción. Nos remite directamente a Rodrigo, Walter Olmos, Ulises incluso en sus comienzos. La Zurda se lleva el mundo por delante, es irreverente como ese diente de lata que marca su sonrisa. Marcio Salas Ramses, egresado del Seminario de Teatro Jolie Libois acompaña con soltura, y juntos logran una química genuina que sostiene gran parte del film. Hay una escena donde toman mate, en una tregua al infierno que viven, en donde componen una parte de una canción que sintetiza el encuentro de ambos en este mundo: un poco de amor.

Parte fundamental de esta ficción es la música. Toda la banda sonora, es decir las canciones que cantan los protagonistas como la música “externa” pertenecen al grupo de cuarteto cordobés “La Monada”. Entre el guion escrito y fragmentos de escenas fueron componiendo toda la música, lo que terminó de darle un sello muy característico de Córdoba. Una persecución con música de congas cuarteteras por la noche cordobesa es una imagen brillante.
Clásica, con ritmo y entretenida la película no deja afuera la posibilidad de reflexionar sobre algunas cuestiones ¿Quién tiene derecho a contar su historia? ¿Quién escucha a los que viven con el volumen bajado? ¿Cómo se canta cuando todo alrededor te quiere en silencio?
“Yo juego / Tú juegas / Nosotros jugamos / Al cine / Tú crees que hay / Una regla del juego / […] / Porque has olvidado / Que es un juego de niños”. Así comenzaba Jean-Luc Godard su “Carta a mis amigos para aprender a hacer cine juntos”. La Zurda es una película que invita a jugar el juego del cine. Con una estructura clásica, accesible para todos los públicos nos cuenta una historia situada y particular de Córdoba. No hay caricaturas, ni estereotipos regionales. No hay prejuicios. No hay burla. Si encontramos identidad cordobesa, barrial, musical. Rosendo Ruíz, sabe jugar al cine y nos invita en cada una de sus películas.