Esta comedia dramática, inspirada en el restaurante neoyorquino en donde cocinan abuelas de todo el mundo es una película simple que logra emocionar apelando a los recuerdos de infancia y a las problemáticas de la vejez.
Se reía fuerte. Es de esas mamás que, en una escuela como esta, llaman la atención: siempre vestida con conjuntos deportivos a la moda y su termo Stanley en la mano. Se reía y hablaba sobre una película en Netflix. “Tan graciosa”, decía. La escucho. Me gusta cuando la gente habla sobre películas. En la plataforma, está dentro del ranking de las 10 más vistas. Esta vez me dejo recomendar, al azar, por alguien que no conozco. ¿De qué se trata esta película tan popular?
Nonnas (2025) es una comedia basada en la historia real de un restaurante estadounidense cuya cocina está liderada por mujeres mayores de distintas partes del mundo. En la ficción, Joey Scaravella (Vince Vaughn) atraviesa el duelo por la muerte de su madre. Una de las actividades que lo ayuda a extrañarla menos es tomar el ferry hacia Staten Island (frente a Manhattan) para comprar productos en el mercado al que ella solía ir. Soltero y sin un trabajo que lo apasione, casi por impulso decide comprar un viejo restaurante con el seguro de vida que ella le dejó. Su idea es honrar la comida de su madre y su abuela, y para eso contrata cocineras de la tercera edad que sepan preparar recetas italianas. Las invita con una sola palabra: Nonnas. En esas letras está condensado todo el significado. Mediante una convocatoria, decide que serán ellas quienes cocinen y arma el menú solo con platos italianos de familia. Los conflictos no tardan en aparecer: desde cómo conformar el staff hasta la falta de dinero para continuar
El director Stephen Chbosky, conocido por escribir y dirigir la hermosa película “Las ventajas de ser invisible” (2012) tiene una gran habilidad para estructurar una historia que sin grandes pretensiones, emocione.
¿Qué hace que una película como ésta funcione? Al igual que en la cocina, en el cine también hay recetas. En este caso, Nonnas sigue los pasos a la perfección. Personas que se han dedicado al estudio del cine, han podido identificar cómo se estructura una historia con narrativa clásica (principio, desarrollo y final) para que el espectador quede con una sensación placentera. Hemos sido educados audiovisualmente por esta industria, es lo que reconocemos. De allí que a veces películas que son muy creativas y originales pasen sin pena ni gloria por las salas o plataformas. La receta es más o menos así: toda película tiene una imagen inicial. En este caso es la olla de salsa de la abuela de Joey marcando su infancia. Se plantea el tema y aparece el catalizador del personaje. Lo que lo impulsa a actuar: el vacío que deja la muerte de su madre. Ante eso el personaje se debate internamente y es su acción lo nos lleva al primer punto de giro de la historia: la compra del restaurante. A partir de allí se desarrolla la historia, y la subtrama (Joey se enamora, el vínculo entre las chefs) hasta que aparece un nuevo punto de giro, en este caso no se los voy a marcar porque es spoiler. Todo parece ir mal, presenciamos el climax del conflicto hasta que a los ochenta minutos de la película inicia la transición al tercer acto, y cierre. Una última imagen que, casi siempre, tiene vínculo con la de apertura. En este caso: la salsa de su abuela.

Crease o no, esto funciona. ¿En qué sentido? Que entretiene. Una de las particularidades que tiene el cine. Pero puede suceder que siguiendo todos los pasos quede sin alma, en este caso la gran ventaja de la película es que te traslada a tu infancia. Hay un momento en el que se la comienza a ver con los ojos de la historia personal. Con cierta nostalgia los espectadores nos encontramos pensando en los ñoquis de la abuela o los niños envueltos o esas empanadas que sólo ella sabía hacer.
Si bien presenta el estereotipo de la nonna cocinera, trata de incluir al menos algo de diversidad. No todas tienen nietos, no todas son abuelas presentes, no todas quieren la vida familiar. Las actuaciones de Susan Sarandon, Talia Shire, Brenda Vaccaro y Lorraine Bracco son maravillosas, a pesar de las exageraciones y estereotipos propios de la comedia. Hay una escena en particular en la que ellas conversan y se conocen. Los prejuicios se van desarmando al escuchar las historias de vida de cada una. Este diálogo es sincero, sin drama, pero a la vez poniendo sobre la mesa una problemática común en las personas mayores de sesenta años: la soledad. Comienza a aparecer esa sombra, existe como posibilidad. La necesidad de adaptarse a un nuevo cuerpo, a un contexto que cambia a mucha velocidad hace que la desventaja se acentúe en relación a los más jóvenes. Argentina es un lugar en el que los viejos no tienen lugar. Dice Simone De Beauvoir: “Nos cuentan que la jubilación es la época de la libertad y del ocio…son mentiras desvergonzadas. Los ocios no abren al jubilado posibilidades nuevas; en el momento en que el individuo se encuentra por fin liberado de coacciones, se le quitan los medios de utilizar su libertad. Está condenado a vegetar en la soledad y el aburrimiento, es puro deshecho”. Esta problemática también la plantea la película de manera sutil. En el menú de opciones de videos no hubiese elegido ver esta película, pero a veces está bueno decir que sí a cosas que no haríamos. Sólo para ver qué pasa. Como cuando vamos a un restaurante y aceptamos la sugerencia de la casa.