Marina Rubino es directora de cine documental. Estudió la carrera de Bellas Artes y de Diseño, Imagen y Sonido en la Universidad de Buenos Aires. Comenzó trabajando en una productora especializada en documentales y ahí el camino quedó marcado para siempre. Sus películas versan sobre los Derechos Humanos, específicamente de las Comunidades Indígenas y lo sucedido en la última dictadura militar argentina. En esta oportunidad conversamos con ella sobre “Yvonne” (2018), en donde se recuperan las filmaciones de múltiples sujetos para construir el perfil de Yvonne Pierron. Memoria colectiva literal.

-¿Cómo llegaste a Yvonne? ¿vos conocías la historia?
-Yo conocía a Yvonne, conocía la historia de las monjas francesas secuestradas en la dictadura porque es como el titular que casi todos los que hemos trabajado en documental o sabemos algo de historia argentina. Sabía que existían otras monjas francesas, entre ellas Yvonne que logró escaparse. Y se escapó de una forma absurda, disfrazada, no se quería ir. Todo esto lo conocía por información propia y de haber estado con personas que estaban vinculadas con ella. Me pasó en el año 2000, en uno de los congresos de las mujeres indígenas de América Latina que se realizó en Iguazú y Posadas que la conocí. Era bastante raro para mí que una monja o alguien perteneciente a la Iglesia Católica estuviera con mujeres indígenas, siendo que la iglesia tiene una rivalidad con los indígenas de América. Porque siempre quisieron oprimirlos, evangelizarlos, y las mujeres son muy resistentes en relación a su espiritualidad. Pero ellas vieron en Yvonne a alguien que estaba acá en el borde, en los márgenes y que donde estaba ella había visibilidad. Entonces fue una colaboración mutua.

-¿Cómo empezaste a recolectar información para la película?
– La cosa es que yo como parte de esta organización de mujeres indígenas también conocía a un dirigente indígena, José Bautista Flores, que fue asistente, productor de muchos de nuestros trabajos. Fue él el que me presionó para que hiciera la película. No surgió de mí. Él me dijo, tenés que hacer una película sobre Yvonne. Un poco la hice confiando en su intuición. La particularidad de Yvonne tardé mucho en encontrarla. Porque no me interesaba retratar a una persona que ya había sido muy retratada. Encontrar la particularidad de estar en el margen fue lo que me atrajo. Luchó desde adentro de la iglesia, que apoyó muchas de las políticas represivas de la dictadura. Nunca dejó de ser monja y usaba ese poder para conseguir lo que quería, que era integrar a los campesinos, educar, que los chicos tuvieran herramientas. A mí me provocaba mucha duda retratar a una persona religiosa por mis propios prejuicios. Primero empecé en piloto automático, hasta que le encontré el sentido.
-¿Qué es piloto automático para una documentalista?
-Sería no ponerle corazón. Hacerlo en piloto automático. Algo que sabes que puede funcionar porque tiene determinadas características formales. Una historia interesante. Esto era un personaje marginal, sobrevivió a la dictadura, no solamente huyó de la dictadura, sino que en Francia denunció la política represiva. Esto es controversial, pero gracias a las monjas francesas, muchas de las atrocidades que sucedían en nuestro país se conocieron por quienes salieron y hablaron de las monjas francesas. Empecé a trabajar con una persona que estaba perdiendo la memoria y entonces ahí decidí incluir a una serie de amigas y amigos con los que hubiera vínculo en torno a su vida política. La película es un crisol de materialidades. Hubo un giro en mi como directora del proyecto cuando Maluca Cirianni, que era amiga de Yvonne y de Alice Domon, me cuenta que tenía la grabación del testimonio de Yvonne en los juicios de la megacausa ESMA, el testimonio que dio en el año 2010-2011. Ahí se me encendió una lamparita.
-¿Por qué?
–Porque iba a poder tener acceso a ese registro. Finalmente quien me ayudó con ese material fue Horacio Méndez Carrera, abogado de las monjas francesas. Todavía no podía ser público porque no había sentencia firme hacia los acusados. Así y todo yo armé la película con ese material que para mí fue clave, Yvonne fue testigo de un montón de sucesos de la historia argentina y latinoamericana, pero además tuvo la valentía de dar testimonio de todo. Dos meses después de que murió, en el 2017, se dicta sentencia. Y recién ahí pude estrenar mi película. La estrené en el Festival de Cine de La Habana, en diciembre de 2018.

-Tenés un cortometraje que también está en sintonía con la temática, “Cuarto Oscuro”, ¿el proyecto que viene también sigue esta línea?
-A partir de Yvonne empecé a conocer mucha gente que me hubiera encantado conocer cuando hacía la película. Por ejemplo, la madre superiora de las monjas francesas Evelyne Lamartine que apareció cuando fue al estreno. Pasaron muchas cosas, entre ellas me pasó que yo quedé muy intrigada con la foto que le sacan a las monjas francesas. Eso se transformó en dos proyectos, uno que tiene que ver con el destino de esa foto y otro con cómo fue hecha esa foto, quién la sacó, dónde llegó. “Escala de Grises”, está en desarrollo y es sobre la vida, en primera persona, en el campo de concentración de la ESMA. Son historias que me gusta retratar porque están en los márgenes, porque de los sobrevivientes nadie sabe por qué sobrevivieron. Fueron tratados como traidores por haber sobrevivido, cargan con la sospecha de haber delatado a alguien y a la vez una vida muy dura dentro y fuera del campo. También me interesa mostrar que ahí no todo era tortura, había un espacio de resistencia para el amor, los sueños, la vida.
“Yvonne” está disponible en la plataforma Cine.ar. “Cuarto oscuro” se puede ver en la plataforma Bafilma.