La riocuartense estuvo a punto de dejar la natación. El hombro derecho la llevó al quirófano en 2021, con la duda de si volvería a competir alguna vez. Cuatro años después, llegó a semifinales en los Juegos Olímpicos de París 2024 y en tres Mundiales consecutivos. La historia de una nadadora que eligió pararse y dar pelea.

Pararte y dar pelea. La frase recorre su brazo izquierdo como un mantra tatuado en la piel, pero también como declaración de principios. Porque si hay algo que define la carrera de Macarena Ceballos es esa obstinación por resistir, por volver cuando todo parece terminado. En 2021, con un hombro dolorido y un quirófano por delante, su carrera colgaba de un hilo. Los Juegos Olímpicos de Tokio eran una ilusión que se esfumaba. Pero lo que vino después no fue un epílogo: fue la reconstrucción de una nadadora que volvió a zambullirse con otra fuerza, otra cabeza, otro cuerpo. Hoy, tras haber alcanzado semifinales en los Juegos Olímpicos de París 2024 y en los últimos tres Mundiales de Fukuoka, Doha y Singapur, lo suyo ya no es solo una historia de esfuerzo. Es un símbolo de resiliencia. Una vida entera en una brazada.

Cuando el sueño se escapó
En 2016, el nombre de Macarena Ceballos estaba en boca de todos. Después de competir en los Panamericanos de Toronto 2015, todo indicaba que sería parte de la delegación olímpica en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro. Se había superado en marcas y rendimiento, pero una milésima puede cambiarlo todo: consiguió la Marca B en los 100 metros pecho, lo que dejaba su inclusión a criterio de la Federación Internacional de Natación o de la Confederación Argentina de Deportes Acuáticos. La invitación nunca llegó.
Cinco años más tarde, el panorama no sería mejor. Tras pasar la pandemia lejos del agua, Ceballos apuntó sus energías a Tokio 2020(+1). En marzo de 2021 brilló en el Sudamericano de Parque Roca, donde ganó siete medallas. Parecía lista. Pero el cuerpo le marcó un límite: el hombro derecho, dolorido por una tendinitis durante varios años, se volvió insoportable. En pleno año olímpico, decidió operarse.

El silencio, la pileta y el regreso
La operación fue un punto de quiebre. “Nada es para siempre. Volveré, lo prometo”, contaba luego de la intervención la nadadora en su cuenta de Instagram. Nada garantizaba que pudiera volver al alto rendimiento. Pero lo hizo. Apenas siete meses después, ya estaba otra vez en el agua, compitiendo en el Nacional Open de marzo de 2022. Con solo seis semanas de entrenamiento, estuvo a siete centésimas de la marca mundialista. “Cuando vi la placa, pensé que funcionaba mal”, dijo entonces. Todo era nuevo. Y sin embargo, lo viejo —la fuerza, el hambre— seguía ahí.
Ese año sumó experiencia internacional en el Mundial de Budapest, se quedó con siete medallas en los Juegos Suramericanos de Asunción y alcanzó una semifinal en el Mundial de Pileta Corta en Melbourne. Pero aún faltaba lo más importante.
París empieza en Japón
En julio de 2023, Macarena viajó a Fukuoka para el Mundial de Natación. En los 100 metros pecho consiguió una nueva Marca A y avanzó a semifinales. Ese tiempo le abrió definitivamente la puerta a los Juegos Olímpicos de París 2024. Río Cuarto volvía a tener una atleta olímpica después de ocho años, tras la atleta Rosa Godoy en la maratón de Rio 2016.
El sueño de una vida ya no era inalcanzable. La nadadora que había estado a punto de dejarlo todo por una dolencia crónica ahora se metía entre las 16 mejores del mundo. Lo repitió en el Mundial de Doha, Qatar, en 2024. Y todo después de una cirugía que parecía ponerle fecha de vencimiento a su carrera.

Una semifinal histórica, con sabor amargo
En París, Macarena compitió en los 100 metros pecho. Clasificó a semifinales con un tiempo de 1:06.89. En la serie definitiva, marcó 1:07.31. Fue la primera argentina en llegar a esa instancia en unos Juegos Olímpicos desde Georgina Bardach en Atenas 2004.
Sin embargo, su mirada fue más crítica que celebratoria. “El tiempo fue malo, no sé ni cómo nadé”, declaró con honestidad brutal ante la TV Pública. No estaba contenta. Se exigía más. “Me duele el sacrificio que hice y no verlo reflejado en un minuto que es lo que yo nado”, dijo. Y sin embargo, había hecho historia. Porque a veces, la marca que queda no es la del cronómetro, sino la del camino recorrido para llegar hasta ahí.

Confirmación en el sudeste asiático
Macarena volvió a meterse en una semifinal de un Mundial la semana pasada en Singapur. Lo hizo en dos pruebas: 50 y 200 metros pecho. Con esa actuación, completó una trilogía inédita para su carrera: tres mundiales consecutivos entre las 16 mejores —Fukuoka 2023, Doha 2024 y Singapur 2025—, sumados a su semifinal olímpica.
Con 30 años, Ceballos sigue demostrando que su mejor versión nació del dolor, que en cada brazada todavía hay fuego, con un estándar competitivo altísimo. Si algo enseña su historia es que las grandes victorias no siempre vienen con una medalla colgada del cuello. A veces se parecen más a una cicatriz en el hombro, al eco de un dolor superado, al salto al agua después de haber dudado si se volvería a nadar alguna vez.
Su revancha no fue contra nadie. Fue con ella misma. Con el tiempo, con el miedo, con la pausa. Y cada vez que se zambulle, con esa brazada poderosa que ya es su sello, deja en claro que no se trata solo de competir: se trata de volver.
Y de volver mejor.

Lloré con tu historia, Macarena! Tengo un hijo q nada y sueña como vos!!! Ojalá algún día logre todo lo q vos lograste! Te felicito!!! 👏👏👏👏👏👏👏👏👏🇦🇷❤️