El paso de Videla por Río Cuarto
El día idílico del dictador
Tras una “intensa” jornada cumplida el día anterior en Córdoba capital, el presidente de facto, general Jorge Rafael Videla, arribó a Río Cuarto, donde vivió un par de horas soñadas para cualquier funcionario público, colmado de calidez, afecto y adulonería abundante, con un día invernal pero radiante, en medio de “una creciente expectativa”. Fue el martes 5 de agosto de 1980. A más de cuatro años de un gobierno hecho a sangre, fuego, ajustes económicos y entrega, tan pletórico recibimiento asemejaba un bálsamo, hasta un tácito reconocimiento. Le faltaban pocos meses para dejar el mando, con su parte del “Proceso de Reorganización” cumplido objetivamente. Luego, habría un antes y un después de Videla… también Río Cuarto tiene ayer y tiene hoy… Quizá con esta memoración, unas cuantas cuentas quedan más claras.
¿Qué hice yo..?
Si por un instante, en pleno juicio por sus crímenes, se le representaron las imágenes sobre lo vivido en Río Cuarto, muy difícilmente el Videla procesado militar llegó a comprender por qué su destino lo tenía sentado en el banquillo de los acusados. ¿Qué hice yo para merecer esto? pudo pensar dubitativo con su clásico gesto despectivo. Allá lejos -por los ´40- Río Cuarto lo albergó en su segunda juventud al subteniente Videla. Entre nos, pasó casi dos años como oficial y abanderado del añorado Regimiento 14 de Infantería; en adelante, él no regresaría al Sur cordobés. Esta vez lo atrajeron las inundaciones en General Levalle, y algunos buenos oficios que hicieron recalara en Río Cuarto, nada más que para el protocolo.
Por eso, cuando en las escalinatas del Palacio Municipal le salieron al cruce ocho felices excamaradas, el esmirriado teniente general mostró un rostro lleno de emoción, aflorándole quizá muy recónditos sentimientos; después, el abrazo del intendente de facto, abogado Alberto Raúl Biglione, a su “huésped de honor”; y ese niño anónimo -de Pueblo Alberdi- complacido con el autógrafo; entre tanto aplauso, el presidente hizo una conmovedora devolución: “Río Cuarto fue mi primer contacto con la realidad social argentina”. Menos mal…
Flanqueado por el general Adolfo Sigwald gobernador, el general Antonio Domingo Bussi jefe del III Cuerpo y una reducida corte de funcionarios, aterrizaron en estas playas y ante unos doscientos representantes de “las fuerzas vivas” (o los “vivos de la fuerza”, al decir irónico de Perón y Jauretche) se regocijaron de escuchar las tenues demandas de la única audiencia múltiple donde pedían: 1. El nuevo puente Alberdi-Banda Norte para acortar distancias con la U.N.R.C.; 2. La reconversión a vial del “puente negro”; y 3. Las barreras automáticas en el cruce trágico a la Universidad. Esas premisas sustanciales, nunca se cumplieron; como tampoco se oyeron reclamos posteriores ante el indigno olvido. De última, no se trataba de cuestiones de fondo.
Porque te quiero a tí…
Por eso cabe analizar, en lugar de qué hizo Videla en Río Cuarto, todo lo que Río Cuarto hizo por recibir a Videla, a pocas horas que la fábrica metalúrgica Rumifer S.A. despedía a diecinueve trabajadores. En tanto, se indicaba entre los titulares: “Disminuye el número de detenidos del P.E.”
En todo momento, y a través de los medios de comunicación locales, se procuraron escenarios de algarabía y buena estada al dictador. “Bienvenido presidente Videla” exclamó el matutino El Pueblo desde su suplemento especial, quizá pensado lo hacía en nombre de los ciento veinte mil riocuartenses.“El calor popular acompañó toda la visita del presidente a Río Cuarto” se leía por allí. El diario La Calle, en tanto, desplegaba un álbum de memorias en la página central: “Imágenes y recuerdos de un oficial que hoy es presidente”, investigación de la periodista Inés Farías. Las intendencias y comunas de la región puntualmente pagaron sus salutaciones impresas; las colectividades italiana, española y francesa, obviamente el Centro Comercial, los bancos Popular Financiero y Nación, el Instituto Médico, los farmacéuticos, incluso algunas empresas comerciales creyeron necesario proferir esas demostraciones querendonas a los lectores. Por caso, la confitería Zabala elaboró un simpático alfajor cordobés gigante: “Río Cuarto le ofrece su más “dulce” bienvenida”, meloso convite de Miguel Ángel Zabala, titular de la Unión Industrial R.C.
Dime qué piensas
En su editorial “Paz Social” el diario decano pontificaba: “Frescas están en la memoria de todos los argentinos, las escenas de la lucha tremenda que hubo que librar para terminar con los apóstoles de la violencia, que predicaban la lucha de clases como medio de llegar al poder y disponer de el a su antojo…” En unas pocas palabras se representaba el pensamiento del riocuartense medio. No se quedó atrás el editorialista de La Calle, al reafirmar que la visita a la provincia mediterránea: “Es la mejor muestra de la voluntad oficial por hacer un gobierno para todos los argentinos. (…) Córdoba fue, por qué no decirlo, uno de los focos elegidos por la subversión y el terrorismo internacional para iniciar su hoy frustrada escalada para la toma del poder… Hoy Córdoba vive en paz y quiere trabajar por el progreso nacional.” Nadie reflexionaba públicamente entonces sobre el costo de esa pacificación.
Gracias por todo
Tanta benevolencia mediática tuvo su premio consuelo: “El Estatuto del Periodista va a ser respetado; lo que pasa es que ustedes los periodistas tienen mucha imaginación y piensan cosas a veces lejanas; no hay nada que temer…” le espetó Videla a una agradecida presidenta del Club de Prensa, licenciada Inés Isabel Farías.
Una bandera realista
Entre tanta algazara, veneración y banderas al viento, en la calle Constitución hubo un riesgoso toque rebeldía picassiana, cuando un anónimo estudiante universitario colgó “algo así como una toalla totalmente deshilachada y sucia pendiendo de un largo caño” para saludar al presidente y la comitiva. ¿Fue una reacción, acaso una humorada? ¡Cómo saberlo! Bien pudo pasar desapercibido el gesto entre tanto entusiasmo arrimado a las veredas.
Vox populi y telón
Un cronista reflexionó: “En todos los que pudimos verlo nos queda grabada la figura señera de quien, al decir de un ciudadano de nuestro medio: “fue saludado por sí mismo, por ser Videla, por ser como es, más que por el cargo que inviste”. ¡Ah, Río Cuarto nuestra, será por estas cosas -y otras- que te queremos tanto!
“ACTUM EACST” (el acto ha terminado)


