El realizador cordobés Darío Mascambroni presentó en el Centro Cultural Leonardo Favio su nuevo largometraje “Lo deseado”, una historia filmada en las sierras de Calamuchita que combina drama familiar y elementos fantásticos. La película aborda el paso del tiempo, la reconciliación y los deseos imposibles, y fue realizada en un contexto adverso para el cine nacional. En diálogo con Otro Punto, Mascambroni reflexionó sobre su vínculo con el paisaje serrano, la pasión que lo impulsa a seguir filmando y la necesidad de defender al cine como arte y como trabajo.

Las sierras de Córdoba vuelven a ser espejo y escenario de un relato íntimo en el cine de Darío Mascambroni. Después de “Primero enero” y “Mochila de plomo”, el realizador cordobés regresó a esos paisajes que lo vieron crecer para rodar “Lo deseado”, su tercer largometraje, una película que combina drama familiar, elementos fantásticos y la presencia magnética de la naturaleza. La película se proyectó en el Centro Cultural Leonardo Favio, donde Mascambroni conversó con el público y compartió detalles de un rodaje atravesado por la emoción y la búsqueda de sentido.
“Lo deseado es una historia de un padre y una hija que se reencuentran después de mucho tiempo y viajan a la montaña con la intención de reconciliarse”, explica el director. En ese lugar hay un amuleto del que se dice que puede cumplir un deseo, y la película juega con la idea de ese deseo imposible de volver atrás, de recomponer el pasado. La trama se gestó hace años, pero recién el año pasado pudo concretarse. “El proyecto se había postergado por cuestiones de producción y por la suspensión del apoyo estatal al cine nacional. Aun así, decidimos hacerla igual, con la colaboración de colegas y amigos. Fue una película hecha a pulmón, con el amor de todo el equipo”, cuenta Mascambroni.

El rodaje se hizo durante el invierno en Calamuchita, en condiciones extremas. “Hubo días en los que se congelaban los caños de agua, los arroyos, todo. Pero la naturaleza nos dio más de lo que podíamos pedir. El desafío era traducir esa belleza y esa dureza en imágenes, que el espectador pudiera sentir el mismo clima que los personajes”, recuerda el director.
La película cuenta con un elenco singular: Eva Bianco, Liz Correa, Pedro de Távira y Víctor Laplace. “Trabajamos con actores muy distintos entre sí. Uno como director tiene que moldear esas diferencias para que la historia fluya naturalmente. Víctor se sumó con una generosidad enorme y fue un lujo tenerlo”, dice.
El guión nació tras la lectura de Antología del cuento extraño, compilada por Rodolfo Walsh. “Quise correrme del realismo de mis películas anteriores y sumarle algo de misterio, de extrañeza. Pero lo fantástico, para mí, no es un efecto; surge de lo que los personajes sienten. Es una extensión de sus emociones, de sus deseos más profundos”, explica el director.
-¿Por qué el nombre “Lo deseado”?
-Porque la película habla de eso: del deseo y de lo que creemos imposible. Todos, en algún momento, quisiéramos haber hecho algo distinto, volver atrás. Ese deseo imposible atraviesa a los personajes y también a cualquiera de nosotros.
-¿Creés que hay una especie de hilo conductor en tus tres películas?
-Sí, puede ser. En Primero enero, el protagonista tiene siete años; en Mochila de plomo, doce; y en Lo deseado, la chica tiene diecinueve. Quizás inconscientemente sigo acompañando el crecimiento, el paso del tiempo, como una especie de trilogía de la vida.
La Dirección de Arte estuvo a cargo de Florencia Wehbe, compañera de vida y de trabajo de Darío. Con ella y con Nadir Medina, Mascambroni conforma un grupo de colaboración constante: “Los tres hemos dirigido y hemos trabajado en las películas del otro. Hay confianza, entendimiento y una mirada compartida sobre el cine”, cuenta el cinéfilo.
Mascambroni se formó en la Tecnicatura en Cine y Televisión en Córdoba. Desde joven supo que quería dedicarse a esto. “Desde chico decía que quería hacer cine, sin entender del t9odo qué significaba. En esa época no había internet, no sabías cómo era un rodaje. Pero tuve la suerte de estudiar en un momento en el que se invertía en la federalización del audiovisual. Eso nos permitió formarnos, aprender, hacer. Soy un afortunado de haber vivido esa etapa”, dice el realizador audiovisual.

Hoy el contexto es muy distinto, y el director no lo esquiva. “El panorama es totalmente adverso. Más allá de la crisis económica que afecta a todos los trabajadores, en la cultura se instaló un discurso peligroso, el de que los que hacemos cine vivimos de la plata de los demás. Es de una ignorancia tremenda”, dice y agrega: “Detrás de cada película hay técnicos, guionistas, actores, productores que trabajan muchísimo. Pero hoy pareciera que el Estado nos considera enemigos. Y eso es doloroso, porque el cine también es trabajo, no solo arte. Aun así, no me detiene. El cine es mi pasión, y pienso seguir filmando”.
-¿Qué te impulsa a seguir filmando en este contexto tan difícil?
-Filmar tiene algo mágico. En cada rodaje se forma una familia, un grupo que comparte días, noches, frío, cansancio, alegría. Hay un compañerismo que no todos los trabajos tienen. Eso es lo que me impulsa a seguir. Aunque tengamos que rebuscarnos con otros trabajos, vamos a seguir haciendo películas.
Mascambroni se define como un espectador voraz y dice que ve de todo.
-¿Qué tipo de cine mirás?
– Me gusta mucho el cine francés e italiano, y recomiendo especialmente a Céline Sciamma y a Alice Rohrwacher. Pero también hay películas argentinas maravillosas todos los años. Lo importante es ver de todo, no quedarse con lo conocido. Y, sobre todo, ver cine en salas. El Leonardo Favio de Río Cuarto es un espacio precioso, y hay que cuidarlo.
Entre recuerdos, reflexiones y agradecimientos, Mascambroni deja una certeza: su cine sigue mirando hacia adentro, hacia las emociones que nos mueven y nos duelen. En “Lo deseado”, lo fantástico aparece apenas como un susurro: lo esencial, como siempre, está en lo humano.
Fotos gentileza: @Cultura.riocuarto


