Luciana Petroff, única jueza de boxeo del sur de Córdoba
“Donde no había espacio, nosotras nos hacemos lugar”
Es una de las dos juezas de boxeo que hay en la provincia. Junto a otros, es la encargada de decidir el resultado de un combate, además de garantizar la seguridad de los participantes. La han mandado a “lavar los platos” tras el enojo por un fallo. Su abuelo era boxeador y ella lo acompañaba a entrenar. Mujer de convicciones firmes que vigila el ring
Fotos: Santiago Mellano
Era martes a la tardecita y la luna, redondísima, parece que se sienta sobre el río. Ninguna foto le haría justicia a semejante belleza. Muchos, la admiran al pasar y hasta improvisan una captura. Otros, la ignoran. Frente al río Cuarto, el Centro Cívico, donde nos espera nuestra entrevistada, Luciana Petroff, quien, como muchos, tiene un destino marcado desde la niñez. Quién sabe por qué.
“Recién arranco el mate, te estaba esperando”, dice sonriente en una oficina del primer piso del edificio de la provincia. Desde hace una década es coordinadora territorial de los consejos barriales de la ciudad. Habla de compromiso y ganas a la hora de realizar su trabajo.
-¿Cómo arranca tu vínculo con el boxeo?, ¿boxeaste alguna vez? –En realidad, es algo que me inculcó mi abuelo. Él, Atilio Petroff, fue boxeador, y siempre me hablaba de lo que hacía. El entrenaba en el Luna Park. Me contaba sus experiencias. Hoy tiene 90 años. Los viernes y sábados, en la tele, se veía boxeo. Y hoy pasa lo mismo, en su casa o en la mía. Me acostumbré y me gusta mucho. Practiqué boxeo a los 19 años. Me anoté en el gimnasio del Centro 11, entrené como 6 meses. Es muy duro el entrenamiento, pero me di cuenta que no era lo mío. Pero sí quería estar vinculada al cuadrilátero…
-¿Cómo llegaste a ser jueza de boxeo?
-Fue en la pandemia, en el 2020. Antes de ese momento, las capacitaciones que hacían la Federación Argentina de Boxeo o la Federación Cordobesa eran presenciales. Tras la pandemia, se abrió la posibilidad de la virtualidad. Siempre lo quise hacer, pero era mamá y era muy difícil poder viajar. En 2020 se me presentó la oportunidad. Me inscribí en la Federación Argentina. Soy federada nacional. Son dos años de estudio y capacitación. A mí me corresponde la Federación Cordobesa, por el lugar donde vivo.

-¿Qué tareas realizan los jueces?
-Tenemos un reglamento que tenemos que hacer cumplir. Básicamente, debemos fiscalizar que el evento se lleve adelante con las reglas y los cuidados correspondientes. El principal objetivo es cuidar al boxeador porque estamos hablando de un deporte de alto riesgo. Hemos tenido chicos que no terminaron bien, son golpes duros.
Como cada uno en lo suyo, Luciana entiende y conoce de lo que habla. Entre mate y mate, agrega azúcar, y explica el mundo de los guantes y los movimientos rápidos para esquivar el golpe. La adrenalina que se vive arriba del ring, pero también desde abajo. “El árbitro es el que está arriba del ring, junto a los boxeadores. Los jueces están alrededor del cuadrilátero, viendo lo que ocurre. Los tres jueces son los que determinan quien es el ganador, en el caso de que no haya nocaut. Para ello se tienen en cuenta cuatro ejes: técnica, ataque, defensa y eficacia”. Señala que la duración de las peleas varía en función de algunos aspectos. “Es diferente en función de la categoría, o si se enfrentan mujeres u hombres. En categoría amateur, lo normal son tres rounds de 3 x 1, es decir, tres minutos de combate por uno de descanso. En el caso de profesionales, son más rounds”. Con orgullo, y tras un suspiro, asegura que hace cinco años es jueza amateur y que ha participado de más de 200 peleas, y como jueza de boxeo profesional, en 10 combates. “Soy la única mujer en el sur de córdoba. Hay una árbitra en Río Tercero y en Córdoba capital hay otra jueza. Somos dos en toda la provincia”, dice con alegría, aunque quisiera que más mujeres se animaran a incursionar en este terreno.
-¿Es un mundo machista? ¿Cómo lo vivís?
-Claro que sí. Es uno de los tantos ambientes machistas que hay, pero también es desafiante. Cuando tomamos desafíos las mujeres, con más razón nos queremos quedar. Para demostrar que construimos y ejercemos con la misma pasión y compromiso que cualquiera. No nos regalan nada, son espacios que vamos ganando. En las últimas décadas, las mujeres hacemos que los espacios sean nuestros. Hoy estamos en las calles, en la política, en los barrios, en el deporte. No nos regalan nada. Quisiera que haya más mujeres en este ámbito. Es un ambiente durísimo, más de una vez me mandaron a lavar los platos tras un fallo que no les gustó. ¡Qué sabrás vos de boxeo!, me han dicho muchas veces. Generalmente son los técnicos los que te dicen esas cosas porque se enojan por un fallo. Cuando arranqué estaba atemorizaba, no lo niego. Sabía dónde me estaba metiendo. Pero me encontré con personas de las cuales aprendí mucho y mucha gente me ha contenido y ayudado mucho, como el presidente de la Federación Cordobesa. Esto fue una sorpresa para mí. Pensé que el ambiente machista iba a ser generalizado y no es así. Me he sentido muy contenida. Lejos de competir, nos complementamos. Se la ve una mujer de convicciones fuertes. Sin ser avasallante, se impone. Asegura que el trabajo comienza cuando la designan para una pelea. “Hay veces que me toca hacer la fiscalización del pesaje. En el caso de los profesionales, es un día antes. Es bueno conocer en qué categoría van a pelear para conocer el peso, que características tienen los boxeadores. Tenes que evaluar las planillas de fiscalización, la planilla médica. Esto último es fundamental, sea profesional o amateur. Un especialista debe llevar adelante la revisación médica de los boxeadores, tener los estudios médicos pertinentes”.
La charla fluye con preguntas simples y concretas para conocer ese mundo de cuatro lados en el cual se juegan muchas cosas, no solo ganar. Un baile de cuatro esquinas, donde la ansiedad, la adrenalina y la sed de triunfo se concentran en cada rincón. Cada uno quiere demostrar lo que sabe hacer con los puños y la cabeza, en 3 minutos.
-¿Cómo se puntúa?
-Los jueces tienen tarjetas donde se colocan los puntajes de los boxeadores correspondientes a cada round. Cuando termina la pelea, se sacan las cuentas y hasta puede haber empate. Cada juez da su veredicto. Las mismas son recogidas por el árbitro y se las lleva al fiscal, quien las evalúa y proclama un ganador. Puede haber fallo dividido y fallo unánime.

Los ojos en el ring
Va cayendo la noche. El mate se va lavando de a poco, y la charla sigue. La luna nos mira de reojo. Luciana, en todo momento, deja en claro la importancia del estado de salud que deben tener quienes se suben al ring. “Somos muy cuidadosos, sobre todo con los chicos que debutan. A los 14 años ya pueden boxear. Entonces hay que ser prolijos y cuidadosos”.
-¿Con qué soñás?
-Yo no me achico, cada vez quiero aprender más y capacitarme. Hoy estoy en la provincia de Córdoba, quisiera formar parte de la comitiva que va a otras provincias. También, fiscalizar los eventos. Paso a paso, quiero ir avanzando.
Terminamos la charla, guarda el mate, junta sus cosas y salimos. Me cuenta que este viernes tiene pelea en Huinca Renancó. Ya se empieza a preparar. La luna sigue ahí.
Increíble 👏👏👏