Con casi 50 años de vida y más de tres décadas de trayectoria sobre los escenarios, el riocuartense José Luis Oviedo, construyó un universo teatral que mezcla comedia musical, transformismo, sátira, homenaje y emoción.
Fotos: Santiago Mellano

Es músico, productor, actor y gestor cultural. Desde Río Cuarto hasta Merlo, pasando por Carlos Paz, Mar del Plata y la mismísima calle Corrientes, su recorrido es un viaje artístico único. En diálogo con Otro Punto Digital, José Luis Oviedo nos cuenta sus inicios en los escenarios, su pasión por el teatro, la música y sus mayores deseos en este recorrido artístico.
Desde chico, Oviedo estuvo rodeado de arte. Su padre es baterista y su madre bailarina de danzas españolas. Estudió y se graduó en el Conservatorio Julián Aguirre. Ese conocimiento musical, le sirvió para trasladarlo al teatro. Comenzó su faceta actoral yendo a talleres, armando obras con amigos y haciendo teatro para niños.

Su primer acercamiento al género del teatro musical fue cuando se presentó a un casting organizado por el director Carlos Zavala. En ese espectáculo, Oviedo cantaba, actuaba y aprendía coreografías, todo un desafío que pronto se volvería costumbre y su forma de vida.
Comenzó en Río Cuarto haciendo Paraíso Glamour, una producción teatral que combinaba elementos de revista tradicional con música y humor. Siguió con otros espectáculos como Espléndida, Bravísimo, El Mago de Oz y Fantasía en Colores.
Luego de llenar los escenarios riocuartenses, Oviedo decide llevar su compañía a Merlo, San Luis. Actualmente, uno de sus espectáculos más emblemáticos en ese lugar es “Divas en la noche”, un show en el que interpreta, sin pausas, a figuras icónicas como Susana Giménez, Mirtha Legrand, Moria Casán, Raffaella Carrá y Liza Minelli. Lo hace en un formato ágil, con cambios vertiginosos de vestuario y maquillaje, todo realizado por él mismo.
“La gente cree que hay muchas personas en escena, pero soy solo yo. Cuando se enteran al final, no lo pueden creer”, dice con una sonrisa. Utiliza trajes en capas, se cambia pelucas entre cuadros, modifica maquillajes y canta haciendo fonomímica con precisión.

El cierre de “Divas” es uno de los momentos más icónicos y sorprendentes: mientras suena “Balada para un loco”, José Luis se desmonta en vivo. Se quita la peluca, las pestañas, el maquillaje, y queda en bata frente al público. “Es un cuadro muy fuerte. La gente se emociona. Me han contado que lloran. Es el momento en que se rompe la ilusión, se ve al hombre que está detrás del personaje”, comenta el productor.
-¿Qué te llevó a irte de Río Cuarto y llevar tus espectáculos a Merlo?
-A diferencia de los grandes centros donde competís con 50 espectáculos, en Merlo fuimos los primeros. Es menos caudal de gente, pero más tranquilidad. Nosotros estuvimos trabajando en Carlos Paz, en Mar del Plata, en las termas de Río Hondo, en Calle Corrientes. Hemos tenido la posibilidad, por suerte, de conocer todo eso. Pero en esos lugares la oferta es muy grande y tenés un espectáculo de transformismo al lado de otro. Y acá en Río Cuarto era muy difícil porque al no ser un destino turístico, el público siempre sigue siendo el mismo entonces tenés que cambiar medianamente seguido el espectáculo. Y los shows que nosotros hacemos nos llevan aproximadamente 8 meses para armarlo: entre ensayos, producción, pruebas en general, etc. Notamos que en Merlo no había este tipo de show y es un lugar turístico, además es cerca de Río Cuarto y eso me permite viajar y seguir con mi actividad de músico y dar clases en el conservatorio.

-¿Y hacen funciones siempre o solo en las temporadas?
-Todo el año. Hemos ampliado el tema de las producciones. Creamos una grilla con propuestas variadas, para que el público tenga algo distinto cada día. No solamente está mi show, sino que también hay una peña folclórica, un espectáculo caribeño, Bravísimo que es un espectáculo que venimos haciendo hace mucho tiempo, entre otros shows.
Oviedo cuenta que la sostenibilidad del proyecto, se logró con años de trabajo, reinversión y apoyo. “No teníamos ni una lentejuela al principio. Bordábamos nuestros propios vestuarios y hacíamos shows en eventos, casamientos, cumpleaños, lo que sea”, dice. Por otro lado, José Luis explica que durante los 10 años que hizo teatro de revista en Río Cuarto, tuvo un gran apoyo por parte de la intendencia de ese momento. Fue galardonado por el Concejo Deliberante como Ciudadano Destacado en el gobierno de Juan Jure, al que agradece por haber apostado por su propuesta.
Un pionero en el transformismo escénico
Aunque él pensaba dirigir, las circunstancias lo pusieron al frente del escenario. “No conseguíamos transformistas. Cuando hacíamos los castings, no encontrábamos actores que hicieran este papel”, cuenta el actor. Ante la inminencia del estreno de un espectáculo y sin nadie a la vista, Oviedo tomó la decisión de hacerlo él mismo. “Dije soy actor, medianamente canto, listo lo hago yo”, relata José Luis. Así fue su comienzo en el transformismo, una identidad artística que abrazó con orgullo, abriendo caminos donde antes había prejuicios. “En 2008 no había transformistas en Río Cuarto. La gente confundía transformismo con travestismo o transexualidad. Costaba mucho hacer entender que era una actuación, que empezaba y terminaba en el escenario”, explica.


Con el tiempo, se convirtió en un referente local del género. Investigó maquillaje, lenguaje corporal, indumentaria, voz, escenografía, y cada detalle de la puesta. Se formó en estética femenina, estudió cómo se mueven, caminan y se expresan las mujeres. Aprendió a maquillarse profesionalmente para lograr sus propias caracterizaciones. “Lo fui construyendo todo, paso a paso. El cuerpo masculino tiene otras proporciones. Hay que adaptarse al personaje, achicar la cintura, elevar la postura, aprender a ver tu silueta de otra forma”, dice el productor.
Su vínculo con Carmen Barbieri
Una figura central en su historia es Carmen Barbieri, a quien conoció en Mar del Plata en 2007. José Luis cuenta que quedó deslumbrado luego de ver su show. “Al finalizar el evento la esperamos fuera del teatro y le grité ¡Carmen!, ella se dio vuelta, se me acercó y me dijo vos sos artista. Casi me desmayo”, recuerda emocionado el artista.
Desde entonces, entablaron un vínculo muy cercano. Carmen es la madrina de su espectáculo, lo ha visitado en Merlo, donde ha hecho funciones y envía constantemente su apoyo. “Es generosa, talentosa y muy profesional. Llega tres horas antes al teatro a ensayar, pasa letra, prueba sonido. Eso me inspira”, sostiene el actor.
El actor está feliz y agradecido de poder vivir de lo que ama. “Como todo trabajo, tiene sus idas y venidas, sus éxitos y fracasos. Uno es un ser humano, a veces estás con más ganas que otras, a veces tenés algún problema familiar. Pero ahí tenés que estar y poner todo”, relata.

-Sobre esto que decís, el teatro tiene mucho esto de “el show debe continuar” y seguir a pesar de todo, esto es un poco sacrificado, ¿no?
-Sí. Recuerdo un año que tenía función en el Teatro Municipal, mi mamá en ese momento estaba internada con neumonía bilateral en la Neoclínica (a un par de cuadras de distancia), estaba intubada. Y si bien ahora mi mamá gracias a Dios está re bien, hice esa función pensando que en cualquier momento me podrían llamar para avisarme lo peor. En ese preciso momento en el que yo me subía al escenario, mi mamá estaba peleando por su vida. Hay situaciones en que uno no está bien anímicamente y se sube igual al escenario. No sé si está bien o mal, pero tenemos eso de decir debo continuar.
Para José Luis, el teatro es su casa, su vida, su refugio. “No me imagino haciendo otra cosa. Capaz un día me retire, pero mientras tenga energía, voy a seguir creando”. Y aunque no aspira a morir en el escenario, como algunos artistas declaman, su deseo es claro: “Hacer reír, emocionar, transformar. Hasta donde el cuerpo aguante”.
