Oriunda de Río Cuarto, María José Solaro, conocida en el mundo artístico como Marijo, encontró en el muralismo una forma de conectar con las personas y transformar espacios cotidianos. Su recorrido comenzó en 2012 en la Escuela de Bellas Artes Figueroa Alcorta y continuó con la Licenciatura en Arte y Gestión Cultural en la Universidad Provincial de Córdoba.
Fotos: Santiago Mellano

Aunque siempre tuvo afinidad por la pintura, al principio Marijo lo vivía como un pasatiempo. Fue su entorno el que la hizo darse cuenta de que había algo más profundo en esa inclinación. En lo personal, su pasión por el arte pareciera ser que está en sus antepasados. Descubrió que en su familia hay varios artistas “encubiertos”: su abuela pinta, su tía hace cerámica y otros parientes se vinculan con diferentes expresiones creativas, aunque ninguno se dedicó profesionalmente.
El salto profesional para ella llegó de manera inesperada: un local de ropa le pidió pintar un mural en una pared, algo que ella inicialmente dudó en aceptar. Esa experiencia marcó el inicio de una serie de trabajos que, sin planificación previa, la llevaron a desarrollar un estilo propio. Sus murales comenzaron a ganar reconocimiento por sus composiciones botánicas, cargadas de colores armónicos y formas orgánicas.
Hoy, con más de 150 murales realizados en espacios públicos y privados de distintas ciudades del país, y trabajos en el extranjero (en lugares como Holanda y Estados Unidos), Marijo se ha consolidado como una referente local del arte urbano con identidad propia.
Entrar en su casa, es entrar a un espacio que respira arte por donde lo mires, en donde hay distintos cuadros de artistas locales. Ante esto, la muralista confiesa que le encanta tener estas piezas de obras de arte en su casa. Marijo, nos recibe en su hogar para hablar con Otro Punto, de su carrera artística y sus proyectos futuros.

-¿Cómo nace en vos esta pasión por el arte?
-La verdad que es que era una pasión que yo no había descubierto, sino que mi entorno lo notaba. Yo lo tomaba como un hobby, nunca se me ocurrió que podía ser un trabajo formal. Mis papás me incentivaron a que estudiara Bellas Artes y decidí comenzar. La estudiaba en paralelo a Psicología. Finalmente dejé Psicología y me dediqué exclusivamente al arte.
—¿Qué significa para vos poder vivir del arte?
—Es una sensación muy gratificante. No todo el mundo puede dedicarse a lo que le apasiona. Y también es un mensaje para que la gente se anime a seguir lo que le gusta. Muchas personas me han dicho que empezaron a pintar después de ver mi trabajo, y eso para mí es un regalo enorme.
En su paleta, los verdes, rosas, celestes y tonos beige se combinan con la luz y la textura de cada espacio. El proceso creativo suele comenzar con referencias e ideas que le aporta el cliente, pero sin bocetos previos: Marijo prefiere dejar que la obra se construya de manera espontánea, tomando inspiración del lugar y el momento.
—¿Cuáles son los desafíos que encontrás al trabajar en espacios públicos o al aire libre?

—Más que nada, el clima. Hay días de mucho calor, frío o lluvias que obligan a reprogramar. Pero en lo artístico no lo veo como un obstáculo, sino como una oportunidad para adaptarme. Siempre uso pinturas para exterior que resistan el paso del tiempo y las condiciones del ambiente.
Sus obras no solo habitan paredes. La artista ha llevado su impronta a objetos decorativos, también a intervenir indumentaria y accesorios. Incluso incursionó en el mundo de las fragancias, con creaciones que trasladan su concepto artístico al plano olfativo. Una de ellas, llamada Smell Like Art, combina notas amaderadas y florales, y para ella representa “el olor que tendrían sus murales si pudieran percibirse con el olfato”.
Más allá de los murales, Marijo valora el poder del arte como herramienta de conexión. Considera que pintar en espacios no convencionales (fuera de museos y galerías) permite llegar a públicos diversos y generar encuentros inesperados con la obra. “Me gusta que la gente pueda encontrarse con el arte en su vida diaria, en una fachada, en un comercio o incluso en un objeto cotidiano”, afirma.
Uno de sus proyectos más recientes es Art Mate, que desarrolla junto a la tatuadora riocuartense Antonella Gazzotti. Se trata de una propuesta para eventos sociales y corporativos en la que los participantes pintan obras colectivas. En el ámbito empresarial, esta dinámica se utiliza como actividad de team building (entendido como un conjunto de actividades diseñadas para fortalecer las relaciones interpersonales y mejorar la colaboración dentro de un grupo de trabajo), integrando creatividad y trabajo en equipo para crear un mural que represente la identidad de la organización.
A los 33 años, con un taller en su casa y una agenda colmada de proyectos, la artista sigue apostando por un arte que cruza fronteras físicas y sensoriales. Sus murales, cargados de naturaleza y color, son una invitación a mirar de otra manera los lugares que habitamos y a recordar que la creatividad, como ella misma dice, “no tiene límites”


Hola!! Me encanta lo que hace. Son bellos sus murales… La felicito!!