Ella se ganó el corazón de miles de argentinos con su participación en el programa de telefé. Su audición a ciegas conmovió al jurado y al público: tres de los coaches giraron sus sillas, confirmando que estaban frente a una artista con una voz especial y una historia de vida que merecía ser contada. Patricia Cucchietti, o “Patito”, como la llaman todos desde pequeña, es mucho más que una cantante. Es una mujer que ha transitado el camino del arte con esfuerzo, con sueños gigantes, con puertas cerradas que no la detuvieron, y con una fe tan firme como su pasión por la música.
Fotos: Santiago Mellano

Le puso alegría, onda, ritmo y mucho corazón. En las redes la mayoría de los usuarios que comentaron sus videos está de acuerdo en algo: Patito iluminó el estudio de La Voz Argentina. Y en esta nota también lo hizo. Otro Punto la fue a buscar para conocer cómo vive este furor de ser parte de uno de los programas más vistos de la televisión argentina. Patito nos recibió en casa de su vecina porque tiene dos perros que suelen ladrar bastante. “No me iban a dejar hablar”, dice. Sus vecinos la adoran y la acompañan en este sueño que tiene desde siempre que es cantar.
Desde Otro Punto, le hicimos a ella una solicitud que cumplió: que nos recibiera con el look de la audición a ciegas. Súper colorido, con flores y con sus tradicionales rastas, lo que refleja por fuera es lo que ella es por dentro: una mujer alegre, divertida, puro dinamita.
-¿Cómo surgió en vos la idea de presentarte a La Voz Argentina?
Bueno, ya había ido dos veces y no quedé. Pero soy una persona de perseverar e insistir. Y en esta oportunidad lo manifesté en un sueño. Soñé con el padre Víctor Pugnatta, reconocido en Río Cuarto y en Reducción, que hoy nos acompaña del cielo. Y a través de ese sueño sentí que debía ir, así que me presenté y quedé seleccionada para una segunda instancia que es la prueba de cámaras. A los 15 días me llamaron que había quedado seleccionada.
-Qué emoción, ¿y cómo fue ese momento para vos de presentarte en la audición a ciegas?
Si bien ya había viajado varias veces para conocer a la producción, al canal y había estado ensayando, era la primera vez que iba a estar cantando para el jurado. Así que tenía mucho nervio, pero nervios lindos, que ojalá nunca me dejen de pasar porque eso significa que uno quiere que salga bien. Estábamos esperando que dejara de hablar el jurado porque ya había estado otra participante y se había ido. En el momento que dejaran de hablar de esa participante, entraba yo. Entonces cuando agarré la puerta ya para prepararme, me empieza a latir el corazón muy muy fuerte. Ahí dije Dios, ¡hacé que este corazón no lata tanto!. Y en ese preciso momento, veo que viene una rubia muy linda, atractiva, con un micrófono en la mano. Entonces le doy lugar para que pase y le digo, ¿quedaste o no, amiga?. Entonces ella me mira como sorprendida. Y le digo, ¿pero se dieron vuelta o no? Y me dice, ah, no sé, yo todavía no canto. Ahí me di cuenta que había metido la pata, porque no era una participante sino Sofi Martínez, la periodista. Yo la había visto en la nota con Messi, pero con otro look, aca estaba re producida así que me la confundí. Me empecé a reír y eso hizo que entrara más tranquila, con el corazón un poco más calmado.

“Para mí estar en ese lugar es un milagro de Dios”, sostiene la cantante quien considera que haber tenido que cantar “Qué bonito”, también fue una señal. Ya que a ese tema lo cantaba Walter Romero (ex líder de Banda XXI) a quien Patito lo recuerda con mucho cariño ya que eran muy amigos.
La fe es uno de los pilares en su vida. “Yo no solo creo en Dios. Le creo. Todo lo que hago es con Él. Oro antes de los shows, le pido que la gente se lleve un mensaje, una alegría, una esperanza. Que se olvide por un rato de los problemas. Eso es lo más importante para mí”, explica la cantante.
-Te fuiste con Luck Ra, ¿qué te hizo tomar esta decisión?
-En realidad al principio yo estaba tan concentrada cantándole al público, más la adrenalina porque a mi me ponen un cuarteto y yo me vuelvo loca, que no me di cuenta que también se habían dado vuelta La Sole y Miranda. Cuando apretó el botón Luck Ra pensé ya estoy adentro. Fue más largo ese momento pero bueno entre mi historia de vida y todo, se edita y queda más corto. En una parte yo dije en broma que iba a hablar con Luck Ra porque los demás no se habían dado vuelta. Y ahí la Sole me dice pero nosotros también nos dimos vuelta y ahí miré y estaba su luz prendida y la de Miranda. Cuando Lali me da a elegir, miré a Miranda para irme con ellos y en ese momento se me apareció su cara y sentí que tenía que quedarme con él.
Y parece que entre cordobeses se entienden, ya que según Patito estar en el equipo de Luck Ra es muy divertido. “Es parecido a mi en el sentido de que vive haciendo chistes y además es muy buena persona”, dice la artista.
La próxima instancia es la de las batallas, en la que dos participantes de un mismo equipo cantan a dúo. El coach de ese team elije uno que es el que sigue en carrera y el otro queda eliminado.

-¿Cómo te preparás para las batallas?
-Con mucha alegría y entusiasmo. Creo que más allá de los resultados, estar acá ya es una puerta grande que abrió. Creo que todos los que vivimos de esto, los que nos gusta hacer esto, es que nos puedan conocer y tocar en otros lugares.
“Mi sueño es ir a cantar por todos lados, viajar en un colectivo e ir tomando mates”, dice Patito con una mirada llena de esperanza y entusiasmo.
Una vida atravesada por la música
Su historia con la música comenzó en barrio Alberdi, donde creció con su familia. “No teníamos plata para clases, así que yo me encerraba en mi pieza con un desodorante como micrófono y soñaba. Cerraba los ojos e imaginaba un estadio lleno. Yo soñé siempre en grande”. Cantar en actos escolares, escribir cartas a artistas, caminar soñando mientras iba al colegio: su infancia estuvo marcada por la ilusión. “Cuando vino Palito Ortega a Río Cuarto, le corrí atrás de la camioneta con una carta en la mano. Le dije que quería ser actriz”, cuenta.
De grande, empezó a estudiar canto en una academia local, participó en festivales y hasta fue parte de una banda tributo a Gilda, seleccionada por Toti Giménez. “Duró poco, pero fue una experiencia hermosa. Viajamos mucho, aprendí muchísimo”. Más tarde, se lanzó como solista, con pistas o con músicos, y se fue haciendo un lugar en escenarios de la región. “Siempre me sentí muy apoyada por la gente de Río Cuarto. Siempre”, recalca la riocuartense.
Hoy, su vida combina la música con la maternidad y la vida familiar. Vive con su esposo, sus tres hijos y dos perros. “Soy mamá, soy taxista, soy médica, soy todo. Pero los fines de semana, cuando hay show, me transformo”. Se define como una persona alegre, intensa, con mucho humor: “Me gusta hacer reír, soy medio pesada. En casa soy igual que en cámara. Pero también tengo mis momentos de tristeza, como todos. Lo importante es no quedarse en eso”.

La repercusión y un sueño por cumplir
Cuando terminó su audición en La Voz, explotaron las redes. Miles de mensajes llegaron en minutos. “Trato de responder todos. Algunos me reconocen en la calle, me gritan cosas hermosas, me filman. Me da un poco de vergüenza, pero es hermoso sentir tanto amor”.
Para quienes dudan en presentarse a un casting, tiene un mensaje claro. “La oportunidad no llega sola. Hay que salir, golpear puertas, enfrentar los miedos. Yo muchas veces fui con miedo, lloré mucho cuando me dijeron que no. Pero creo que Dios guarda esas lágrimas en una cajita especial, y un día te las devuelve en forma de bendición. Cuando llega, llega justo a tiempo. Ni antes ni después”.
La música, para ella, no es un trabajo: es parte de su identidad. “En la alegría, en la tristeza, la música siempre está. No hay corazón que no se ablande con una canción. La música me salvó, me sostuvo, me hizo quien soy”.
Patito Cucchietti no solo canta: abraza con su voz. Y si hay algo que deja claro en cada palabra, en cada gesto, en cada nota, es que el arte verdadero no necesita espectáculo: necesita alma. Y a ella le sobra.
