Sin filtros ni poses: Jorge Dedominici
“Quisiera ser periodista hasta mi último día”
Nació en General Cabrera y desde hace 32 años vive en Río Cuarto. De chico sintió que su mapa de ruta estaba marcado por la comunicación. Quedó seleccionado entre 120 personas en un casting para Canal 13. Dueño de un estilo simple y versátil, Jorge nos acerca a las noticias todos los días con una impronta única.
Fotografías: Santiago Mellano

Se escucha una voz potente detrás de una puerta que conecta a un pasillo. “Ya voy”, dice con su vozarrón inconfundible. Elegante, aparece con una camisa a rayas algo arremangada “a lo Mateiko” y un jean azul oscuro. Es mediodía y una tibia neblina nos envuelve a los riocuartenses. La de Jorge es una cara conocida por todos, y también querida. Desde hace más de 30 años, es una de las figuras que nos acerca la realidad al encender la “cajita negra”. Y está para todo: para contarnos del accidente imprudente de la esquina, del juicio injusto que nos deja sabor a poco y del dueño que encontró su perro tras meses de búsqueda.
“Casi nunca sonrío”, dice con una mueca y se pone colorado. Baja la mirada porque asegura que, en el fondo, es una persona tímida. “Para mi trabajo no; me pongo al frente de la cámara y hablo sin problemas, pero en la vida personal, sí. Quizás parezca raro, pero es así. Hay cuestiones que me dan timidez, por ejemplo, hacer esta nota… (y sonríe a su manera). Puedo hablar del trabajo, pero me cuesta hablar de mi…”, dice casi apagando la voz.
Jorge nació en General Cabrera y adoptó nuestra ciudad con naturalidad. “Tenía 27 años cuando me vine a laburar. En el año 1992, Canal 13 convocaba a un casting y hubo varias pruebas. Se habían presentado unas 120 personas en esa oportunidad. En ese momento, estaba trabajando en el canal de cable de Cabrera y antes, en la radio “La voz de la Amistad”, que fue mi primera gran escuela. La prueba en el canal era en un atril: habían pegado una hoja con varias noticias y había que leerlas. Pasé la primera prueba, después la segunda, la tercera, la cuarta y al final quedé”.
Recuerda esos tiempos con alegría, evidentemente se ve que fueron felices. “Por un año, viaje todos los días desde mi ciudad natal hasta Río Cuarto. Desde el primer momento salí a la calle y tuve contacto con la gente. No conocía a nadie. Lo recuerdo como todo un desafío”, cuenta efusivo, mientras va abandonando la timidez.

¿Te gusta más conducir o ser movilero?
Me gustan las dos cosas: estar en la calle, conectar con la gente, salir con solo un dato y hacer producción, preguntar y conseguir algo. Eso me encanta. La conducción también me gusta. Son tareas distintas y a las dos las disfruto. Estoy por cumplir 33 años de trabajo. He pasado distintas etapas, pero he sido muy feliz acá. Ha habido de todo: momentos buenos y otros no tanto. Pero los buenos superan a los otros. Pasaron muchas cosas, pasó la vida. Nació mi hija, la vi crecer….
Tiene, al menos, los dos primeros botones de la camisa desabrochados. Sea la época del año que sea. No sufre el frío, me dijo alguna vez. Tiene el saludo fácil, no se lo niega a nadie. “Ey, Jorge, mándame un saludito por la tele”, le dicen todo el tiempo en la calle, una y otra vez. A todos les devuelve un gesto de cariño porque es un buen tipo. Entiende la visibilidad que le da su trabajo y no reniega de eso. “Es lindo, es agradable que la gente te reconozca. No te imaginas que muchas veces pasas a ser un personaje cotidiano, entramos a la casa de la gente. Muchos te quieren y habrá otros que no. No me molesta la crítica. La entiendo y la agradezco. Me ayuda a crecer”, dice con franqueza.

¿Cómo convivís con la tecnología?, ¿Usas redes sociales?
Entiendo que son herramientas formidables y que hoy es lo que se usa y prima. Me gusta más lo analógico que lo digital, la época de antes. Tengo un poco relegado ese tema de la tecnología, casi no uso redes sociales. Hoy, la comunicación ya no pasa solo por los carriles tradicionales; tenés muchísima gente que ya no se informa por esos medios. No me gusta exhibir la privacidad a través de las redes, no lo comparto.
EN LA MEMORIA
Cada trabajo u oficio tiene su esencia. En el caso del periodista, nunca sabes con qué te podés encontrar. La realidad manda. Jorge lo sabe porque hace más de tres décadas que se dedica a contar, según su mirada, lo que pasa a su alrededor. Y se enfrentó a todo. Al horror y a la tristeza. “Algo que me marcó fue un hecho terrible como el hallazgo de los primos Noriega en la heladera en Quintitas Golf. Fuimos los primeros en llegar al lugar. Llegamos porque íbamos a ver si había novedades. Hacía varios días que estaban buscándolos. Estábamos en la vecinal y vimos que a unos metros había gente corriendo de un lado al otro… la policía no había llegado. Eso fue impactante para mí. También el crimen de Laura Mansilla, son situaciones atroces que no te olvidas jamás. O lo que pasó con Ale Flores… el tema de los niños te impacta más. No te podés olvidar…”.
Pero en el camino no todo han sido espinas, sino también flores. Y de las hermosas. “Viajé a la Antártida en el 2003. Fue inolvidable, un viaje de una semana a un lugar atrapante. La experiencia de estar en un lugar conviviendo con muchas personas en condiciones que no son las habituales. Eso también fue un antes y un después para mí. Pero creo que todas las coberturas te dejan algo, cada contacto con la gente. Es el combustible para seguir”.
Invita un café. Él también se sirve uno, pero no lo toma. Lo mira de a ratos, pero no lo toca. Si uno hace el ejercicio de cerrar los ojos, imagina a Jorge caminando la ciudad, mostrando algún rincón. Es una voz tan conocida que se confunde con la de un miembro de la familia. Es que Jorge es eso. Se sienta a la mesa y almuerza con nosotros desde hace mucho tiempo.

¿Qué mirada tenés sobre el periodismo de hoy?
Se atraviesa por un momento difícil. Lamentablemente la actividad periodística ha perdido credibilidad. Antes tenía cierto prestigio y hoy, quizás, está en duda. Hay muchas cosas que han cambiado. Se ha perdido ese compromiso para con la información, para con la comunidad. Hay cosas que no me gustan… pienso que lo hay que hacer, desde mi lugar, es no caer en el fanatismo porque cuando eso pasa, se pierde la coherencia para ver las cosas. Si estoy demasiado de punta o en contra de un determinado sector político, fanatismo mediante, creo que no me va a permitir ver la realidad de las cosas.
¿Cómo te ves en unos años?
Siento orgullo por lo que hago, amo lo que hago todos los días. Quisiera seguir haciéndolo hasta que me vengan a buscar…hasta mi último día. Quisiera seguir trabajando después de la jubilación. Siempre quise hacer esto, desde niño. Cuando era chico, en mi casa se escuchaba LV16 y a un señor llamado Nicolás Florio. Eso me marcó. Pensaba qué lindo sería trabajar en la radio y terminé haciendo tele. Me siento muy feliz y agradezco el lugar que me han brindado. Los medios de comunicación han sido mi gran pasión. Me quedan un poco más de 5 años. Quisiera seguir después de jubilarme.
¿De qué disfrutás?
Los años me han dado la sabiduría para darme cuenta qué es importante y qué no. Encuentro felicidad en las pequeñas cosas. La vida es hoy.
¿Ya está?, pregunta casi con alivio. Termina la entrevista y parece que se relaja. Aunque sigue siendo el mismo. Lejos de los filtros y las selfies. No se prende el botón ni se baja la manga de la camisa. No se la cree, ni se la creyó nunca. Ahora sí, comienza a saborear el café.
