Rosendo Ruiz es un narrador de lo cotidiano convertido en cine. Es director y guionista. Transformó las calles de Córdoba en un escenario en el que la amistad, el deseo y la memoria encuentran su lugar en la pantalla. Su ópera prima, De Caravana, abrió un camino: el de un cine hecho con identidad propia, capaz de hablarle al barrio y al mismo tiempo al mundo. Su cine no impone, acompaña: camina junto a sus personajes y nos invita a descubrir en ellos un reflejo de nosotros. Si bien nació en San Juan, vive en Córdoba desde los 14 años y dice sentirse un cordobés más.

Rosendo Ruiz visitó Río Cuarto para presentar su más reciente película: La Zurda, que hasta el 3 de septiembre se proyecta en el Centro Cultural Leonardo Favio. El film trata de una historia que mezcla géneros (del policial al thriller, pasando por la acción y el drama) y que gira en torno a dos jóvenes de un barrio marginal de Córdoba que sueñan con triunfar con su banda de cuarteto, pero terminan involucrados en un hecho criminal.
En uno de los bares míticos de la ciudad, Rosendo recibe a Otro Punto para hablar de este nuevo film, el contexto actual del cine y la cultura y un recorrido por sus bestsellers.

-¿Cómo fueron tus primeros acercamientos al mundo del cine?, ¿es cierto que construiste tu propio proyector?
-Sí, es verdad jaja. Cuando tenía nueve años descubrí una pasión por el dibujo y por hacer historietas. Inventé algunos personajes y pequeños guiones que hacía como si fueran revistas, con viñetas inspiradas en lo que vivía con mis amigos. Crecí en un barrio popular de San Juan, en Sarmiento Chimbas, donde en apenas dos manzanas éramos unos cincuenta chicos jugando todo el día en la calle. A los diez años quise proyectar mis historietas y construí un proyector de madera: usé un tubo con una lupa para enfocar y una pequeña cabina con un foco. Dibujaba mis historias en rollos de papel de esas viejas máquinas de sumar y se las proyectaba a mis amigos. Así nació mi pasión por contar las historias que me pasaban en el barrio.
-¿Y cómo fue que esta pasión empezó a desarrollarse más profesionalmente?
-El primer gran paso fue haberme anotado en la Escuela de Cine de Córdoba. Fue ahí donde terminé de comprender cómo se hacen las películas. En ese momento, en los años 90, el cine en Córdoba era prácticamente un desierto: no se producía nada. Después de completar la tecnicatura, en lugar de dedicarme de lleno a trabajar, seguí formándome. Tomé varios cursos: de música, de decoración de interiores, y especialmente uno de escritura, que fue el que más me marcó. En ese taller descubrí mi faceta de escritor y empecé a entender cómo funcionaba mi manera de contar historias. Como todavía no había producción cinematográfica, decidí continuar mi formación y me anoté en la Escuela Nacional de Teatro y en La Cochera, ya rondando los treinta años. Estudiaba teatro tanto en la facultad como en ese espacio alternativo, ampliando mi experiencia.
“La última gran etapa de formación coincidió con el guion y la filmación de De Caravana. Fue cuando, junto a mi socia y productora Inés Moyano, abrimos nuestro propio cineclub: Cine Filobar. Funcionaba dentro del negocio de mi padre, una pollería al carbón donde también se servían comidas. Allí construí un bar al lado del local, y con el tiempo lo transformamos en un cine bar”, cuenta el director.
De Caravana, estrenada en 2010, fue la película que marcó un hito en el cine cordobés y lo instaló a Ruiz como referente. Fue filmada íntegramente en Córdoba, que obtuvo el Premio del Público en el 25º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y se convirtió en un fenómeno cultural. Aquel estreno marcó el nacimiento de un movimiento que hoy se conoce como nuevo cine cordobés y que posicionó a la provincia como el principal polo audiovisual del país después de Buenos Aires.

-¿Imaginabas que De Caravana iba a tener semejante impacto?
-Para nada. Fue una sorpresa enorme lo que pasó. Con De Caravana hicimos ruido a nivel nacional, ganamos premios y logramos que el público cordobés se viera reflejado en la pantalla. Fue el inicio de una movida que contagió a mucha gente a filmar y actuar.
-¿Qué significa para vos filmar en Córdoba?
-Una felicidad enorme. Me siento cordobés desde hace muchos años y poder hacer cine en mi ciudad, con mi gente y que el público se sienta identificado, es maravilloso. En los estrenos la gente aplaude al final, y eso es muy fuerte: no pasa con todas las películas, es una reacción de alegría por verse reflejados.
-Seguís teniendo tonada sanjuanina, ¿conservás alguna tradición de tu provincia natal?, ¿comés semitas, membrillo rubio azucarado, tomás vino?
-Sí, sigo conservando la tonada, tengo parientes. Cada vez que vienen mis primos de allá, me traen dulce de membrillo, el típico ladrillito. También me traen aceite de oliva, vinos y recientemente organizaron un carneo, no pude ir pero mi hermano sí. Son muy sociables y yo creo que a eso lo mantengo. De hecho hace poco hice un asado en casa para compartir con amigos cinéfilos y el día anterior me junté con amigos del secundario.
Ruiz también fue socio fundador y primer presidente de la Asociación de Productores Audiovisuales de Córdoba, desde donde impulsó políticas y fondos de fomento para sostener la producción local.
-¿Cómo ves la situación actual del cine nacional?
-Es un desastre. Hace un año y medio que no se hace nada en el INCAA, está desmantelado y paralizado. El cine necesita ayuda del Estado para poder competir contra el monstruo invasor que es Hollywood. Nosotros podemos llenar salas, pero nos levantan las funciones para poner películas estadounidenses que tienen contratos con los cines. Es una colonización cultural tremenda. Los artistas tenemos la función de reflejar historias de nuestro pueblo.

-Bueno hace poco se armó un debate por la película Homo Argentum, ¿qué opinas al respecto?, ¿la viste?
-No la vi y tampoco pienso verla en el cine, la veré más adelante en otro formato. La razón es que no me gustan esos directores. Las películas anteriores de Cohn y Duprat que vi me parecieron caricaturescas, siempre burlándose de la gente. En cuanto a Homo Argentum, por lo que vi y también por lo que escuché y leí de gente con la que coincido, es una película muy mala. Además, está vinculada al poder, que la impulsa y la difunde. En definitiva, me parece un verdadero despropósito por todos lados.
Cinéfilo empedernido, Ruiz pasa varias noches por semana en el Cineclub Municipal de Córdoba y en su casa repasa filmografías completas con un proyector. Admite la influencia de cineastas como Clint Eastwood, Quentin Tarantino, Abbas Kiarostami, Aki Kaurismäki, Hong Sang-soo y Jean-Pierre Melville, además de directores argentinos como Lucrecia Martel y Lisandro Alonso. También elogió la reciente serie El Eternauta, a la que calificó de “alucinante y muy bien lograda”.
Ahora, más de una década después, Ruiz vuelve a conmover con La Zurda. El guión fue escrito en 2012 y se rodó en 2023 con un equipo de unas 30 personas y un casting cuidadosamente trabajado.
-¿Qué esperás que ocurra con La Zurda?
–Me gustaría que pase lo mismo que sucedió con De Caravana: que la vea la mayor cantidad de gente posible, que recorra festivales y que después llegue a plataformas. Lo más lindo es cuando el público te devuelve que se sintió identificado con tu película. Eso es lo que más me importa.
Con una trayectoria marcada por la perseverancia, la creatividad y la identidad cordobesa, Rosendo Ruiz reafirma con La Zurda su lugar central dentro del cine argentino. Su visita a Río Cuarto no fue solo una presentación, sino también un encuentro con un público que lo reconoce como un artista que logró convertir historias locales en relatos universales. La Zurda se proyecta hasta el 3 de septiembre en el Centro Cultural Leonardo Favio. Los horarios se pueden conocer en la web metropoliscine.com.ar
