La nueva generación informa
Entre la picardía y el Lado B de las cosas
El Día del Periodista es el mejor pretexto para reflexionar sobre dónde estamos parados y qué hay a nuestro alrededor. Cómo sobrevivir en medio del desprestigio y la precariedad laboral. “Al mejor oficio del mundo”, se lo intenta menoscabar desde distintos frentes. Lado B y Pícara, dos proyectos comunicaciones locales. Nuevas voces y nuevas luchas.

Lo que leemos, lo que vemos y lo que escuchamos. Entre el quehacer acelerado del algoritmo, la inmediatez y la tiranía del clic, el periodismo resiste. Como puede. Los periodistas se miran al espejo y ven cómo su imagen muchas veces es bastardeada e incluso, tergiversada. Los contornos se confunden y se vuelven difusos. No es fácil. Qué difícil ser periodista en este momento de la historia… ¿por qué no me dedique a otra cosa? La respuesta es simple. Nadie puede (ni debe) escapar a su vocación.
No todo está perdido. Claro que no. La realidad no muestra buenas opciones para mirar, leer y que nos hacen pensar y repensar el oficio más lindo del mundo. Lado B y Pícara son dos ejemplos de proyectos hechos por jóvenes, pero bien alejado de lo superficial y lo liviano. Todo lo contrario. Son propuestas que atraviesan distintos momentos hoy en día, pero que marcan y han marcado un camino sobre el periodismo que viene.

Corría mayo del 2023. Hacía mucho frío. Con engrudo, pincel y los afiches A4 que despedían olor a tinta se juntaron. Eran 6: Nico, Aixa, Santi, Mayra, Ailén y Rami. Amigos y estudiantes de la carrera de Comunicación Social. Tenían un objetivo en mente y un proyecto entre manos: Lado B. “El proyecto arrancó en el aula. Era un trabajo de la materia de periodismo de 2do año, con Hernán Vaca Narvaja. Teníamos que hacer un diario y ahí lo hicimos. Un día dijimos: porqué no lo hacemos realidad. Nos juntamos en un bar y pensamos en quién más podía sumarse. Entonces, las reclutamos”, dice Nico Pandolfi de manera graciosa, pensando en las chicas, y agrega: “éramos varones y considerábamos importante la mirada de una mujer. (…) Es re contra fluido el trabajo diario”, dice con convicción Santi Molina, uno de los padres fundadores del proyecto.
Son compañeros de la facu y, además, amigos. Se dicen las cosas en la cara y hasta se ríen de ellos mismos. Algunos terminaron la carrera de comunicación y otros “están en eso”. Compinches, creativos y multifacéticos, nos cuentan cómo soñaron este proyecto que los tiene entusiasmados como el primer día, aunque ya pasaron dos años. La iniciativa comunicacional tiene fuerte presencia en las redes sociales, además de un programa de radio que sale los viernes de 20 a 22 por radio Al Toque, llamado “País Generoso”, cuyas columnas van desde lo cultural, la política y las entrevistas a personalidades. Todo eso es Lado B. “Queríamos hacer algo, pero no nos encontramos en ningún medio. Queríamos hacer algo nuestro. Al comienzo queríamos hablar de política con una mirada juvenil y captar la atención de los jóvenes. Con el tiempo, esto fue cambiando porque se volvió algo más heterogéneo. Nuestro fuerte era Instagram”, acota Mayra Flores.
Sus edades van desde los 22 hasta los 30, y su compromiso por lo que dicen y cómo lo hacen tiene más seriedad en el tratamiento informativo que muchos otros productos que ya están instalados. “Hay una mirada, desde muchos sectores de lo juvenil como algo con poca seriedad. Y nosotros, desde el momento cero, nos tomamos esto con muchísima seriedad y compromiso. Lado B es una forma de aprendizaje, teníamos la teoría y algo de practica que te da la universidad, teníamos que salir al mundo de alguna forma”, acota Ailén Baudino.

Entre todos se escuchan y se respetan los tiempos para hablar. Ningún quiere figurar por sobre el otro. “Queremos ir ganando experiencia que nos permita aprender. Te da la posibilidad de ser escuela. Esto es prueba y error”, recalca Aixa Contrera, “la introvertida del grupo” a la que le gusta el periodismo deportivo.
Según comentan, Lado B es un experimento constante. El proyecto, que ya lleva dos años, apuesta a ir cambiando y ofreciendo cosas diferentes. Si uno entra en su Instagram, puede ver informes de corta duración, pero con información detallada sobre desocupación, la donación de órganos o los multitudinarios shows de Lali en Vélez. Variado, y para todos los gustos.
Mayra toma la palabra y se refiere a cómo toman su presente y el crecimiento que ha tenido el producto. “Le decimos Ladito B, porque es como un niño que va creciendo y le damos el tiempo para que madure y crezca. Se construye desde una mirada cooperativa. Cuando nació Lado B, el público que habíamos pensado era joven, pero los contenidos y la forma de pensar son para un público más grande. No vamos a hablar pavadas ni a expresar algo superficial”.
Con respecto a la mirada sobre el periodismo actual, aseguran que se está desprestigiando mucho a la actividad, incluso desde el gobierno nacional. “Es una época difícil porque todo lo que él (Por Milei) dice se replica en la sociedad. Baja línea. Desprestigia a los periodistas. También, hay una mirada de que la comunicación o al periodismo no interesa si no servís a los intereses de cierto grupo. No podés hacer nada si no lo podés convertir en plata, mucha plata. Hay que explicar porque nos dicen ensobrados o para qué está el periodismo”, plantean y agregan que hacen lo que hacen “por vocación, compromiso y por esta parte humana y colectiva que no está perdida. No tenemos una mirada individual, mercantilista y productiva de que hay que hacer plata y si no, no sirve. Nosotros tenemos otra visión”.
El mate fluye entre las manos. Para algunos es un sorbo rápido. Otros, lo acompañan con el simple silencio mientras piensan lo que quieren expresar. Están los cinco sentados alrededor de una mesa redonda en Cooperativa Al Toque, lugar que destacan por su forma de hacer periodismo. Entienden que tienen mucho para aprender pero que se han lanzado y su vuelo no es al ras del suelo. “Nosotros construimos comunidad, y nos siguen genuinamente, tanto en Instagram, YouTube o en el programa de radio. Son seguidores a quienes les interesa nuestro contenido y lo comparten. Seguimos con Lado B por la vocación, más allá de los seguidores. Estamos felices. Es un gran logro”.
Cuando se les pregunta con qué sueñan, ahí sí, se pelean por hablar. Y vuelven a coincidir. Quieren que Lado B siga creciendo. Que la llama no se apague y no se pierde la autenticidad y el entusiasmo. “El deseo de todos es que crezca y mantengamos esa esencia. Mas allá de obtener un redito económico, no perder nuestra mirada. Que la comunicación vuelva a ser un lugar donde los profesionales puedan soñar y podamos vivir de esto”, dice una de las chicas y añaden algo que no es menor: “Ser parte de la construcción de la confiabilidad de los medios, que la gente vuelva a confiar. La imagen está muy dañada. Cambiar esa idea de que todos los periodistas están ensobrados y de que los medios no sirven”, mencionan.
Mano a mano con las pícaras
Se acerca el invierno y los rayos de sol, cuando asoman, son una verdadera caricia al alma. Nos encontramos en un departamento cerca del río. Los abrazos de luz entran por una ventana del 3er Piso. En ese espacio nos reciben tres de las integrantes de esta alternativa comunicacional conocida en su ciudad y validada por el camino recorrido. Arrancaron siendo solos dos, y luego se fueron sumando. Eran comunicadoras o estudiantes de comunicación, contadoras y feministas: Carla Gambluch, Camila Petenatti, Verónica Franco, Mariela Mattana, Lucia Goicoechea, Victoria González y Lilen Zavala.

En esta charla claro que también hay mate y complicidad. Verónica toma la palabra y cuenta cómo arrancó el proyecto y de dónde surgió el nombre. “Nos juntamos con Mari varias noches para crear el proyecto. De repente, vimos un video en redes de una niña que estaba jugando con los hermanitos varones. Ella jugaba a ser la mesera de ellos. Ellos chochos de que ella los atendía. Y mostraban que ella sacaba el agua que les servía del inodoro. Y dijimos: ¡qué picara! Pensamos que la estrategia para comunicar no era ir al choque todo el tiempo, es más desde el juego o parecer más inofensivas, y de a poco, ir metiendo la cuchara”.
“Pícara” surgió en pandemia. Con entusiasmo y con una mirada crítica, fue tomando forma. “Ninguna se veía laburando en medios tradicionales. La idea era generar puestos de trabajo. Queríamos militar la comunicación feminista. Veíamos que los medios tradicionales eran los que más vulneraban el derecho a las audiencias. Quisimos crear un espacio que sea libre de violencia, con gestión feminista. Donde podamos laburar nosotras y seguir nuestras convicciones”, menciona Verónica.
Carla “mete la cuchara” y dice que siempre estuvieron involucradas en el movimiento feminista y Pícara sobrevivió en articulación con otras organizaciones y espacios de la ciudad. “Al comienzo surgió como un medio de comunicación. Teníamos una página web donde había un trabajo más periodístico. Nos dimos cuenta que lo periodístico nos quedaba chico para todo lo que queríamos hacer. Entonces, después nos empezamos a pensar como un espacio de comunicación y poder abarcar lo periodístico, nuestro rol como comunicadoras y también el trabajo de manera mancomunada con estos otros espacios y empezamos a dar talleres, festivales, capacitaciones, jornadas de periodismo. Iniciamos nuestros propios postcads…”.
En el camino fueron encontrando diferentes aristas que las orientaban en función de sus gusto y preferencias. “Cada una pudo expresarse de la manera que mejor lo podía hacer: a través de la fotografía, la redacción, lo audiovisual, hacer postcads y en esa vinculación con otras organizaciones pudimos encontrar algún redito económico. Desde allí pudimos ser una cooperativa de trabajo”, resaltó Carla.
Desde su lugar y con auténtico respeto, resaltan la importancia de la formación de los profesionales en perspectiva de género y en la forma de contar las situaciones de violencia para no reproducirlas. “Hicimos un taller en conjunto con el Cispren para laburar con los colegas por el tema de la perspectiva de género y cómo incluirla en las practicas cotidianas. Vimos que no era que a los periodistas les faltaran herramientas, sino que quizás era una decisión de los directivos de los medios: no capacitar a sus trabajadores y no tener una línea editorial que tenga esta perspectiva”, aseguran y dicen que Pícara buscaba hacer un periodismo reflexivo, que dejara pensando y no reprodujera la lógica del consumo fragmentado.

Camila resalta la importancia de la forma de generar contenido. “Cuando teníamos la página web, generábamos notas más atemporales, con determinada extensión porque teníamos esta lógica de que en redes va todo al palo. Que el nuestro sea un espacio para leer notas con otra extensión, había un laburo interesante con la ilustración. (…) Ese tipo de periodismo lleva mucho tiempo y la demanda es constante. No hacíamos un periodismo de noticias actualidad, queríamos darle cierta profundidad a los temas que se sostuviera en el tiempo. Esto tenía y tiene su proceso de producción que al día de hoy no lo pudimos sostener”.
Las chicas cuentan que están en un momento de transición con Pícara. El sitio web que tenían fue hackeado en varias oportunidades y no había recursos económicos para levantarlo. Cada una debió buscar un trabajo estable para poder mantenerse y Pícara quedó ahí, por ahora. “No queremos abandonar este proyecto. Queremos reencausarlo. Esto es parte de nosotras, es nuestra identidad. Muchos nos reconocen como “picaritas”, imagínate. Nos tenemos que juntar y ver qué curso le damos a dar a lo que vendrá. Además, no queremos desalentar a otras personas que están en esta. Es difícil, pero se puede. Está bueno que las juventudes no pierdan ese germen de querer arrancar un proyecto distinto. Que las subjetividades no estén aplastadas”, comentan haciendo el aporte entre las tres.

Mientras el sol entra por la ventana e ilumina sus rostros, las picaritas no se callan. En este presente, no solo lo económico fue una traba. “No es menor lo que pasa a nivel nacional. Los discursos de odio, contra los derechos humanos y contra la mujer. El cierre del Ministerio de la Mujer. No podíamos creer. Teníamos que salir a defender las cuestiones por las cuales nos habíamos formado y luchado. Hasta nos corrimos del eje de nosotras mismas… las bases se destruyeron. Volvimos a hablar de cosas que ya estaban saldadas, como el derecho a la educación pública, a la comunicación. Volver a rediscutir cuestiones que ya habíamos discutido. (…) Te sacan de la discusión real. Es un momento en el cual decidimos parar y pensar”.
Estas son dos de las tantas propuestas comunicaciones que hay en la ciudad. Y la cantidad que estarán en mente de algunos, que se están gestando también con ingenio. Tienen en común que son voces que no se conforman. Interpelan y meten la cuchara. Entre tanta sobreinformación, furor por los likes y atención fragmentada, rostros con inmensa vocación.