LA VIDA DESPUÉS DE LA MITAD

¡La nueva longevidad ya comenzó!

Si tenemos suerte, todos vamos a llegar a la vejez, pero el tema es cómo hacerlo. El paradigma de la nueva longevidad habla de vínculos, buena salud y proyectos de vida que nos imaginen siendo protagonistas. El gerontólogo Diego Bernardini nos abre los ojos sobre cómo queremos vivir “el resto de nuestra vida” y cómo alejarnos de los prejuicios basados en la edad. ¿Y si nos preparamos para la segunda mitad?  

Fotografía: Santiago Mellano

Nacemos. Hay una línea de largada, los primeros pasos y arrancamos el viaje. Los años van pasando; algunos transcurren lento; otros, en cambio, son un abrir y cerrar de ojos. Como un plumazo. Vamos atravesando las distintas etapas. Niños, jóvenes, adultos. Y después llega la etapa más larga: la vejez. Para muchos, y desde hace muchos años, después de los 60 comenzaba la cuenta regresiva, o porque no, la mejor parte. Hoy, más que nunca, se habla de la nueva vejez: recorrer el camino por delante poniéndole vida a los años. Intentando dejar atrás los estereotipos que limitan y romantizan el paso del tiempo sin poder elegir.

De la mano de la Fundación Argentina para una Vida Plena, Plenavi, que busca promover el envejecimiento activo y saludable, se organizó un conversatorio que reunió al médico gerontólogo Diego Bernardini y a la entrañable Doña Jovita, que abandonó sus pagos en Traslasierras y se vino a contarnos en persona cómo encarna ella esta etapa de su vida. La cita fue en el teatro municipal que explotaba de gente, no entraba un alma más. Las butacas bordo en consonancia con el telón mostraban su brillo habitual y los presentes se disponían al disfrute. Del techo colgaba una araña antiquísima que, como pulpo, sostiene mil luces. Estas, alumbraban los aplausos, las carcajadas y los pensamientos de las 500 personas que llegaron en una fría noche de mayo a redescubrir cómo pueden vivir “el resto de sus vidas”.

“La nueva longevidad es un marco conceptual que vengo trabajando desde el 2017 y es bastante nuevo. Es lo que nos están mostrando las personas mayores, redefinir lo que entendemos por envejecimiento. No solo es un aspecto cuantitativo de que las personas están viviendo más, sino que es cualitativo. Están eligiendo cómo vivir y lo hacen de una manera muy distinta a como lo hicieron sus padres o generaciones pasadas. Llenar de vida una vida que cada vez es más larga. Hay más oportunidades, pero también hay más riesgos y desafíos”, comenta el especialista que destila conocimiento y simpatía por partes iguales.

El gerontólogo nos brinda un ratito de su tiempo antes de subirse al escenario. Es un hombre al cual no sabríamos descifrarle la edad, y tampoco importa. Tiene los ojos grandes que contienen un lenguaje propio y sus rulos alborotados dibujan el marco de su rostro. Amable en el trato, tiene conocimiento adquirido y un interés especial por este segmento de la población con tanto potencial. Seguramente por las vivencias de su abuela, quien murió entrados los 100 años, y a quien recordó durante su charla en varias oportunidades.

Lejos de los estereotipos que las definen, estas nuevas vejeces nos impulsar a deconstruirnos y a mirarnos para adentro. A dejar de hacer el chiste fácil sobre el andar lento propio de los viejos, el pelo pintado de blanco y la amnesia “propia de la edad”. Entender que la vejez, según nos explica Bernardini, es la más larga de las etapas de la vida y que dentro de ella hay distintos roles. “No es lo mismo una persona de más de 60, que una de 70 u 80”, dice y agrega: “El gran indicador cualitativo de tener una buena o mala vejez es la salud; y la salud la podés trabajar. Sabes qué te hace bien porque hay mucha información médica. Se ganó años de vida saludables porque hay medicina preventiva, vacunas, antibióticos. (…) Entre las cuestiones importantes figuran: estar en movimiento, una dieta y peso adecuados, tener un proyecto de vida y tener vínculos de calidad”.

Como en todo cambio, y forma de mirar una realidad, aparecen nuevas oportunidades, pero también asoman desafíos desconocidos. Cómo hacer que las personas que son autónomas, tienen salud y proyectos, puedan vivir decentemente. “Estamos en una sociedad que cada vez tiene menos hijos, vive más y la proporción de personas mayores es cada vez mayor, esto configura un nuevo mapa social. Aquí, en Río Cuarto, hay unas 40 mil personas mayores de 60 años”, expresa el médico y señala que el estado debe estar ahí, acompañando y garantizando con políticas públicas que este grupo poblacional pueda envejecer dignamente.

Bernardini habla de la importancia de prepararse para llegar a la vejez. Pero no solo desde lo físico, sino también desde las ideas y el pensamiento. “Es importante llenar de vida esas vidas que quedan vacías porque los hijos se van de la casa, o porque se jubilan de sus trabajos. Esa generación no está preparada para ese momento y debe hacerlo. Este es el desafío”.

El médico, pausado al hablar, expresa que esta nueva forma de ver la segunda mitad de la vida debe ser “una causa comunitaria donde todos debemos aportar nuestro granito de arena”. Repensar la dimensión de este grupo y evitar los viejismos en cualquiera de sus formas. “Hay mucha discriminación, edadismo, hacia las personas mayores. Hay que hacer pedagogía de la longevidad. (…) Hay que explicarles a los jóvenes que tienen la posibilidad de aprender de las personas mayores, lo que se llama intergeneracionalidad. Está estudiado que tiene valores muy positivos. En una empresa, incorporar personas de distintas edades en un mismo ambiente laboral tiene puntos muy positivos”.

Sube al escenario y comienza a interactuar con el público que lo espera ansioso. La mayoría, atraviesan esa segunda mitad. Despierta risas con su forma de decir las cosas, aunque sea un tema que por momentos les desnuda el alma. Cuando habla de la discriminación y sobre los estereotipos de género, asegurando que muchas veces se dice que “el hombre madura mientras que la mujer envejece”.

Promediando la mitad de la charla, con el teatro hechizado, aparece ella sin arrastrar los pies, con su simpatía habitual y su cantito característico. “Tengo 82 años, pero voy para los 81. Es la nueva longevidad”, dice con picardía la Doña Jovita de todos.

Vistiendo su habitual vestido floreado, su mañanita tejida en los hombros y un pañuelo que abraza su cabeza, sostiene una guitarra que la acompaña a dar su mensaje. Una y otra vez despierta la risa del público, bajo la mirada atenta del especialista que la mira con ojo médico y ternura. Entona versos y canciones con tono serrano y el corazón en la mano. “La vida es fugaz y cada momento vale”, recita sabiamente, y llama a reflexionar sobre esta nueva mirada del envejecimiento, más allá de las canas y las marcas en la piel. “La nueva longevidad es una buena noticia, no es una cosa ficticia”.

Entre miradas cómplices y las palmas de provenían de la sala llena, se gestó la idea de tener una mirada inclusiva y abarcativa sobre esta nueva realidad, a la que, repito, todos vamos a llegar si tenemos suerte.

Tener una visión dinámica y creativa de la vejez, una instancia de la vida que tiene mala fama pero que puede vivirse con intensidad y sin tibieza. Es la etapa más larga, que obliga a reinventarnos. Sabemos que solo la muerte es invicta, todo lo demás, es posible.

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