Sonidos de ayer y de hoy
La vieja guardia del rock,
más viva que nunca
La cita tuvo lugar en el Galpón Blanco. Durante más de 8 horas, antiguas glorias del rock local tuvieron su momento para volver a tocar y sentirse dueños del escenario. Abrazos que habían quedado pendientes, se concretaron. Más de 40 solistas y grupos de las décadas del 60, 70 y 80 desplegaron su arte. Para alquilar balcones.

El lugar invitaba a sentarse y dejarse llevar por lo que se veía y, sobre todo, por lo que se escuchaba. Los sonidos eran los protagonistas de una típica tarde otoñal, pero en verano. Los antiguos vagones del tren herrumbrados completaban un paisaje peculiar que se entremezclaba con los peinados de la época y los discos de tapa dura.
La iniciativa, para nostálgicos y amantes del rock, fue organizada por músicos auto convocados junto al apoyo del municipio y de la Agencia Córdoba Cultura. Arrancó a las 16 del sábado y se extendió hasta la medianoche, combinando tres décadas del rock, el arte y la cultura. Durante la jornada hubo de todo: homenajes a artistas, interpretaciones de piezas teatrales, danza, fotografía y música en vivo. La consigna era clara: el recuerdo de los sonidos del ayer y resignificarlos hoy. Pero no solo hubo lugar para las leyendas del rock de la ciudad y zona, sino también para jóvenes bandas que cultivan el género en la actualidad.

Pamela Murua es estilista y se sumó a la iniciativa de realizar peinados reflejando la época pasada. “Soy la peluquera del rock”, lanzó risueña entre cepillos y batidos. Sus manos se movían al compás de los pelos locos que bailaban por el incipiente viento de marzo.
Las caricaturas de Magalú también se hacían un espacio entre la muchedumbre. El mate corría de mano en mano. Las reposeras soportaban estoicas los cuerpos que tarareaban canciones que evocaban momentos felices. Los discos de vinilo aguardaban pacientes por los amantes del roce de la púa y el plástico. “Respetamos lo virtual, pero seguimos disfrutando de recuperar el amor por una obra física tangible. El encanto del vinilo desde lo que significa el arte de tapa, volver a la tertulia de no escuchar solo una canción sino el disco completo. Es un ritual apasionante”, comentó Claudio Ledo de Feria de Vinilos Rio Cuarto.
Víctor Rapetti, periodista, músico y uno de los organizadores de la iniciativa comentó que él formaba parte de ese grupo de jóvenes que en épocas pasadas trasnochaban sacando acordes. “Queremos apelar a la emoción y tocar juntos evocando esa época y dar una señal que aquello que pasaba tiene correspondencia con lo que pasa hoy. Lo que atañe a la cultura se debe expresar sin tapujos. Aquella libertad de expresión que teníamos coartada en aquella época y tememos que, si no se eligen los caminos correctos, podamos volver a caer en un cono de ostracismo. Es importante hacer memoria. De dónde venimos y lo que tuvimos que pasar para conseguir las libertades que nos permitieron convertir a un género que era de unos pocos, en algo masivo como ocurrió en los 80’”.

Eran tres los escenarios montados en esta jornada dedicada al recuerdo. En el lugar, se respiraban aires de liberación y de hermandad. Compañeros de tertulia que hacía décadas no se veían, confluyeron este día en El Imperio. Apretones de manos que se dieron. Miradas que se cruzaron nuevamente. Los instrumentos volvieron a sonar juntos, como en aquellos tiempos. “Estoy muy contento y emocionado por encontrarme con amigos que hace 40 o 50 años compartíamos la música, el arte y el cine. Esto nos está pasando a todos, queremos recordar aquellos tiempos y compartir en este momento de nuestras vidas, pisando los 60 y 70 años, de tocar juntos”, contó el reconocido cantautor Sergio Korn, un tanto conmovido por lo que allí se palpitaba. “En los 70’, tocábamos en lugares atípicos: un cine abandonado, el Roca; la biblioteca Segat. Llevábamos sillas de nuestras casas porque no había butacas en el cine. Nos juntábamos 15, 20 bandas a compartir la pasión por el rock. Era lo que nos representaba en aquel momento y era contestatario. No era el producto comercial que es hoy. Seguíamos esa pequeña corriente que se estaba gestando en Europa y en Estados Unidos”, mencionó Sergio como viajando en el tiempo. A los buenos tiempos. Y remató con una sonrisa amplia: “Hoy nos volvemos a ver y estamos mucho más viejos, pero con el espíritu intacto. Estamos felices y con ganas de disfrutarnos”.
Pasaron los años. Con arrugas y algunas canas pero con la experiencia del camino recorrido. Un viaje al pasado con sello presente de rock.
