Neurodivergencias
Lo que no se dice de las Altas Capacidades
Es una condición que la tiene entre un 10 y un 15 por ciento de la población. Es una forma diferente de entender la realidad, que va más allá del coeficiente intelectual. Se caracteriza por una marcada sensibilidad, una insaciable curiosidad y una gran creatividad. ¿Cómo potenciar estos talentos y evitar que se escondan? La importancia del diagnóstico temprano y de tener la mente abierta a los círculos.
Fotografía: Javier Raiden
Es feriado y la ciudad lo aparenta. Pocas almas por la calle. El tránsito fluido de los autos, los sonidos propios del andar cotidiano descansan. Abundan los pensamientos, que van y vienen, reflexivos, en el silencio otoñal.
Hoy, vamos a hablar de Altas Capacidades (AACC), una condición poco conocida -o de la que se habla poco- pero que en el interior de las familias cuyos niños la presentan, presenta desafíos e interrogantes. Son personas con un “cableado distinto”. Conlleva no sólo un desarrollo cognitivo superior, sino un modo de procesar y relacionar la información diferente, que afecta a la intensidad emocional y perceptiva.
En este contexto, es importante destacar que el 25 de junio se conmemora el Día de las Altas Capacidades, una fecha propuesta y promovida por la Asociación Civil Altas Capacidades Argentina. Aunque aún no ha sido declarada oficialmente a nivel nacional, es una buena excusa para reflexionar sobre estos talentos y cómo hacerlos brillar más.
En el mundo de los círculos, hay una gran diversidad. No todas las personas con AACC son iguales. Pueden compartir algunas características, pero hay tantas altas capacidades posibles como personas con ese potencial.
Lilia Borda es psicopedagoga y junto a un equipo interdisciplinario llamado “Mentes Curiosas”, acompaña a niños y niñas con esta característica, buscando herramientas para abordar sus potencialidades. “La idea es poder visibilizar que las altas capacidades existen, que es una condición que tienen muchas personas. Es un modo de funcionamiento a nivel cerebral, es un cableado diferente. Es una condición dentro de las neurodivergencias”, dice y aclara que no es solo hablar de un coeficiente mental por encima de la media. “Son numerosas las variables que se tienen en cuenta a la hora de hablar de AACC. Además de un desarrollo más elevado del coeficiente intelectual hay una creatividad, una forma de pensar distinto, relacionar conceptos entrecruzando ideas. Cuando les interesan un tema, van en profundidad; son muy curiosos y preguntan mucho. Pueden tener un amplio vocabulario y una gran facilidad para memorizar. Desde la parte emocional son muy sensibles, desde distintas perspectivas: puede ser desde lo sensorial, desde lo motriz, desde lo imaginativo. Son muy empáticos y todo les afecta”.

La especialista remarca que, en este desarrollo sobresaliente que pueden tener en algunos aspectos, tienen desarrollos que son propios de la edad.” Aparecen disincronías en las cuales hay cuestiones que las resuelven con rapidez y otras que, frente a una mínima dificultad, para ellos puede ser un mundo y puede desencadenar estallidos de llanto o berrinches”.
Un cableado distinto
Por lo general, son los padres, quienes, en el andar de la vida, advierten los primeros signos asociados a las altas capacidades. Por desconocimiento, pueden ocurrir diagnósticos equivocados. Bautista hoy tiene 11 años. A los 3 ya sabía leer y escribir, y nadie le había enseñado. El proceso de aprendizaje fue autodidacta. Vanina Muñoz, su mamá, cuenta cómo fue el camino hasta llegar al diagnóstico. “Él fue diagnosticado en julio del año pasado. Era común el llanto constante o el enojo, o también aislarse. En el jardín nos sugirieron hacer una consulta por autismo. Lo hicimos y nos dijeron que no era esa su condición. En aquella época, en el colegio era una cosa y en casa otra. No desarrollaba el lenguaje afuera como en casa porque tenía su amigo que no hablaba. Siempre se ponía en el lugar de su amigo, con gran empatía. No se quería destacar. Con los años nos pidieron nuevamente hacer un control de autismo porque reaccionaba mal con algunas cosas como texturas o con las etiquetas de la ropa. Lo irritan mucho. Se enoja y se bloquea”.
Vanina dice que sabía que algo estaba pasando, pero que no sabía qué era. “Leíamos sobre autismo, las características de la condición y había cuestiones que coincidían, pero otras no. Íbamos a controles con neurólogos y nada. En pandemia, una seño de Lengua de su cole, el Santa Eufrasia, se da cuenta que él respondía más velozmente que los otros, que reclamaba más cosas. Ella nos advirtió e hicimos una evaluación con una psicóloga. Ella nos decía que veía algo distinto que no era autismo. Un pensamiento muy desarrollado para un niño de 1° grado”.
Vanina continúa hablando de Bauti, su hijo, quien le enseña día a día. “Tiene muy arraigado el sentido de la justicia, algo injusto lo enoja, lo va a poner mal. Muchas veces no sabe medir la forma en lo que dice lo que ve y pasa por soberbio o agrandado. Esas cuestiones hicieron que no se quisiera destacar en el grado. No quería que vieran que él hacía más que los demás”.
Lilia hace un aporte en este sentido y menciona que la mayoría de los chicos con esta condición quieren pasar desapercibidos. “Cuando son muy chicos, no entienden cómo sus pares no responden como ellos. Con el paso de los años, advierten esta situación y empiezan a camuflarse. Esto es un factor común, no se quieren mostrar porque no quieren que los tilden de cerebritos. Buscan ocultarse”.
Hay que decir que las Altas Capacidades consisten en una potencialidad que sólo se desarrollará si se dan las condiciones adecuadas para ello. La capacidad por sí sola no alcanza. La detección temprana permite a las familias conocer el perfil intelectual de sus hijos, así como las características singulares que presentan para pensar estrategias a desarrollar en el ámbito escolar, familiar y social. La licenciada en psicopedagogía destaca la importancia de un diagnóstico temprano. “Es importante que la familia, la escuela tengan la confirmación. Los posiciona a ellos desde otro lugar. Poder entender qué me pasa, que no soy raro, que tengo esta capacidad. Es fundamental conocerse”.
Vanina comenta que muchas veces, la mirada de los otros, hace las cosas más difíciles. Una vez que tenés la información, es liberador porque entendés y podés actuar. “A nosotros nos preguntaban porque lloraba mucho o el motivo de los caprichos a su edad. Bauti nos decía que necesita dormir con nosotros, que le pongamos la mano en la espalda y que así lograba apagar un ratito el cerebro. Cuando hicieron la valoración, ahí empezamos a entenderlo más. Lo podemos ayudar si sabemos que una situación lo puso mal, lo abrazamos para contenerlo. Este año lo vemos distinto, la escuela está al tanto así que tiene otra participación, otra dinámica. Puede ser él mismo”.

La realidad en el pizarrón
Vanina, además de ser mamá, es docente y analiza ese rol en este escenario. “A nosotros no nos forman para la discapacidad ni para las altas capacidades. Se está haciendo un cambio para cambiar las visiones, de a poco se va haciendo”.
Lilia toma la palabra y asegura que el cambio va a ser gradual. “Como pasó con la discapacidad que llevó muchos años entender que todos somos parte y todos tenemos derecho a estar en el aula. Los docentes deben acomodarse a eso y no es fácil. Lo que sucede es que no hay políticas públicas que avalen. En la Ley Nacional de Educación se refiere a que las jurisdicciones deben tomar medidas y brindar los medios para atender a las altas capacidades, después no está la bajada de las inspecciones a las escuelas. Hay desconocimiento a nivel social, profesional y docente. En el aula, te das cuenta quién puede más, pero después en la práctica hay que poder atenderlos y encontrar la manera de poder llegar a ellos y acompañar. No es sencillo”.
En este mismo sentido añade que hay docentes “con ganas de aprender sobre esto, otros que creen difícil poder implementar cambios y están aquellos que rechazan el concepto de las altas capacidades porque está la idea de que son superdotados y hay que sacarse 10 en todo. Muchas veces esto último no se da. Tienen que darse las condiciones para que el niño pueda desarrollar su potencial”.

Ha habido intentos por difundir lo ligado a esta condición, sus alcances y desafíos. Tanto a nivel municipal, a partir de un proyecto en el Concejo, como en la legislatura provincial. “Se hacen cosas, pero muchas veces la prioridad no es la educación” lamenta Lilia.
De todos modos, no bajan los brazos. Todo lo contrario. Hay mucho por hacer y entienden que hay un camino por recorrer. Vanina comenta que han formado un grupo de whatssap con una treintena de padres, en el cual expresan inquietudes y comparten información y experiencias. Asegura que no descarta que en el corto plazo pueden formar una asociación que brinde asesoramiento a las familias. “Si algún papá o mamá piensa que sus hijos pueden tener altas capacidades, les digo que hagan la valoración. Que los puede ayudar mucho. Nada mejor que saber dónde estamos parados”, dice con entusiasmo.
Hablar del tema puede liberar y ayudar. Todos merecemos encontrar un lugar, un mundo en el cual estemos cómodos, podamos desarrollarnos y brillar. Siendo círculos o cuadrados. Sin esconder lo que nos hace únicos.
Hermosa nota! Gracias!