Los clubes siempre están

A lo largo y ancho del país, las entidades deportivas argentinas fueron una sede clave para recibir donaciones para los damnificados por el temporal acontecido en Bahía Blanca. Una vez más, el rol social de los clubes quedó demostrado frente al silencio gubernamental y al deseo de algunos de avanzar hacia las sociedades anónimas.

El mes de marzo inició con una tragedia climática en el sur de la provincia de Buenos Aires. La ciudad de Bahía Blanca fue nuevamente sede de un temporal que dejó más de una decena de muertos, desaparecidos y un daño de infraestructura enorme.

La solidaridad es una característica del gen argentino, de eso no hay dudas. Aunque en los tiempos que corren se pondere el individualismo y la falta de empatía desde el gobierno hacia abajo, la gente de a pie, en cualquier parte del país, siempre está dispuesta a ayudar a aquellos que lo necesitan. Sobre todo, cuando ocurren estas catástrofes.

Hablamos de falta de empatía en este específico caso por las acciones del presidente Javier Milei. En diciembre de 2023, cuando otro temporal azotó a Bahía Blanca, viajó para simplemente decir que “se arreglen con sus propios recursos”. Esta vez, en una visita ultra-secreta y con un fuerte operativo de seguridad para evitar escraches, estuvo recorriendo algunas zonas del desastre aunque sin tomar contacto con los vecinos. El gobierno envió 10 mil millones de pesos al municipio, cuando los costos del desastre se estiman en más de 400 mil millones.

En este sentido apareció, como es habitual, la organización de la propia sociedad argentina. Y, particularmente, el rol que cumplen los clubes. Las instituciones deportivas a lo largo y ancho de todo el territorio nacional armaron colectas en sus sedes para enviar a Bahía Blanca, en coordinación con organismos de ayuda solidaria como “Fundación Sí”.

Así fue como desde los más grandes hasta los más chicos, los clubes recibieron donaciones en las últimas semanas y todavía continúan haciéndolo. En importante destacar que varias instituciones cuentan con sectores solidarios hacia dentro, que habitualmente llevan a cabo acciones de ayuda para la comunidad, más allá de cualquier situación ocasional.

Para nombrar algunos ejemplos: River Plate tiene su conocida “Fundación River Plate”, cuya misión -tal como reza su sitio web- es “alentar el desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes que viven en contexto de vulnerabilidad social, a través de programas educativos deportivos y sociales, fomentando los valores del deporte a fin de lograr una mayor integración social”. Otro caso es el de Argentinos Juniors, el conocido “semillero del mundo”, que tiene su “Fundación Social Argentinos Juniors” con un lema similar. También Huracán, con “Huracán Solidario”, promueve este tipo de acciones.

En todos estos casos, y el del resto de los clubes que convocaron a donar en sus sedes sociales, las iniciativas surgen por parte de grupos de socios y socias, que luego son aprobadas en el estatuto de las instituciones. La solidaridad forma parte del gen de los clubes argentinos, una figura clave en el desarrollo social de la población.

En Río Cuarto, la mayoría de las instituciones organizó colectas para enviar a Bahía Blanca en las últimas semanas. Estudiantes, Atenas, Urú Curé, Jockey Club, Gorriones: sin distinguir disciplinas, toda la familia deportiva de la ciudad se encolumnó en función de ayudar.

A mayor escala, la Asociación del Fútbol Argentino también puso a disposición sus dispositivos para organizar la ayuda necesaria. Esta semana, el entrenador de la Selección Argentina, Lionel Scaloni, anunció que el combinado de mayores jugará un amistoso ante el seleccionado Sub-20, donde todo lo recaudado será destinado a la reconstrucción del Hospital Penna de Bahía Blanca. Dos figuras importantes y campeones del mundo como Lautaro Martínez y Germán Pezzella, bahienses ambos, fueron los promotores de este evento que se situará entre dos partidos importantes de Eliminatorias Sudamericanas como Uruguay y Brasil. En este caso, lo deportivo no fue un impedimento.

Por otro lado, la discusión instalada desde hace años en el país en cuanto al avance de las sociedades anónimas deportivas se ve, nuevamente, batida por la realidad. El rol social que cumplen los clubes viene en gran parte de la decisión de sus socios, como decíamos antes. Cuando un dueño de un club pueda preguntarse sobre una fundación solidaria, decida unánimemente que no es importante y la elimine, se perderá una gran parte de esta función social. Y sus socios no podrán objetarlo. Y así, quien está vulnerable seguirá estando vulnerable. Porque el club no estará más allí para tender una mano. Porque no será rentable. Porque la solidaridad no es para nada rentable económicamente, pero sí lo es humanamente.

Cuando desaparece la asistencia y empatía de los que deben bregar por el bienestar social, los clubes siempre están. Cuando un gobierno nacional al que no le importa acercarse al vecino damnificado, quien puede haberlo perdido todo, siempre habrá un club al cual asistir para abastecerse. Cuando un magnate quiera adueñarse de una institución social, el socio lo pensará más de una vez antes de alzar la mano. Porque mi club, tu club, nuestro club, el club del barrio, el más grande de la ciudad o el más grande del país, siempre está.

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