La jueza denunciada por violencia laboral se defiende

“Ojalá se investigue todo
porque no hubo maltrato”

En las últimas semanas, Natacha García quedó en el ojo de la tormenta. Cuestionada por el presunto maltrato a sus colaboradores, la jueza aceptó hablar con Otropunto.ar, negó haber hostigado a nadie y replicó que ella “realmente” sufrió violencia laboral dentro de la Justicia,“en una época en la que no se podía denunciar”

Afuera del bar, los negros nubarrones en lo alto y una ventisca sucia que rastrilla la Avenida Marconi al 600 son una advertencia perentoria. El reloj marca las cinco de la tarde, aunque el cielo se empeñe en adelantar las horas. A esa altura, no hay margen para cancelar la entrevista. No fue sencillo que la jueza Natacha García aceptara el diálogo con Otropunto.ar y la peor de las tormentas no lo va a impedir ahora.

Para la magistrada denunciada por maltrato y violencia laboral son momentos definitorios y hablar públicamente hoy es una estrategia ajedrecística que ella medita largo tiempo antes de dar el ok. Se entiende. Las máximas autoridades de Justicia de la provincia están decidiendo si abren un sumario administrativo, la antesala a un jury de enjuiciamiento que podría acabar con su carrera judicial, si encuentran pruebas en su contra.

La mujer de larga cabellera azabache llega puntual a la cita, con un sobrio vestido beige y sin una pizca de maquillaje. Trae bajo el brazo un libro de la última premio Nobel, Han Kang. “Pensé que iba a tener que esperar, por eso lo traje”, dice.

Si en lugar de una entrevista, esto que va a suceder esta tarde desapacible fuera una partida de ajedrez, el movimiento de apertura le tocaría a ella, a la magistrada que hoy está en tela de juicio: será un largo suspiro y una confesión aderezada con una media sonrisa y los ojos entrecerrados, “me duele mucho, mucho la cabeza, ¿empezamos?”, dice.

-¿Le tomó por sorpresa la presentación de los empleados y funcionarios que pidieron no estar bajo su cargo?

-Sí…sí, me tomó por sorpresa. Río Cuarto no es mi primer destino judicial. Yo he trabajado en el Poder Judicial de San Juan desde cargos bajitos hasta ser secretaria de primera instancia. Y he vivido situaciones reales de maltrato en momentos en los que no se podía denunciar.

Con tonada cuyana, Natacha García subraya el adjetivo “reales”, y continúa:

 -Incluso, te trasladaban de un lugar a otro, no te avisaban, te humillaban. Entonces, mi primera visión de esto que pasó acá es que es buenísimo que las personas puedan denunciar si sienten algo que les ha dolido o que es incorrecto. Me parece muy valioso porque implica rechazar algunas dinámicas. Que eso se pueda analizar, después de las experiencias que yo he tenido, me parece un avance tan grande que te diría que lo aplaudo. Si alguien siente que no ha tenido un trato correcto, que le han dicho algo que le ha dolido, lo mejor es que lo pueda decir en una instancia objetiva que pueda analizar eso y corregirlo si hace falta.

Lo dice todo en un tono apenas audible, por momentos, solapado por la voz rasposa de Amy Whinehouse que inunda el bar desde los altoparlantes. Como sea, Natacha García siente la necesidad de subrayar: “No sé cómo decirte que me parece que es valioso, porque nos da oportunidades de mejora, de reflexión, de acercar posiciones. No me parece mal, y tampoco me parece mal la nota de los compañeros, si ellos se quieren solidarizar con una situación. También es algo que yo haría, solidarizarme con un compañero. No siento que hayan actuado de forma incorrecta. Son cosas lícitas y te diría loables”.

“La nota de los compañeros”, como la menciona García, fue el escrito que encendió todas las alarmas en Tribunales y llegó a oídos del Tribunal Superior de Justicia. En el escrito, un grupo de empleados y funcionarios judiciales de la Cámara Segunda del Crimen de Río Cuarto expresó su “preocupación, alarma y repudio” a trabajar bajo las órdenes de la cuestionada jueza y lo justificaron por “las reiteradas situaciones de maltrato laboral” que llevaron a que numerosos empleados acabaran con carpeta médica o pidieran ser trasladados de la Cámara Primera del Crimen, donde hasta ahora se desempeñaba la magistrada.

Para que el lector no se maree, sumemos algo de contexto. Desde 2020 hasta la fecha, Natacha García era una de las juezas de la Cámara Primera pero, debido a los reiterados reclamos y sobre todo a la denuncia por maltrato laboral que presentó en diciembre su exsecretaria Valeria Savino, desde Córdoba propusieron hacer un enroque de vocales, entre Natacha García y Emilio Andruet.

Pero esa proposición no solucionó nada.

Cuando los empleados de la Cámara Segunda se enteraron de la maniobra, pusieron el grito en el cielo y dejaron en claro que no aceptarán trabajar bajo las órdenes de una persona que dentro de tribunales genera temor y antipatía. Prueba de ello fue que cuando se abrió la vacante para ocupar el cargo de secretaria, ninguno de los postulantes que estaban en la orden de mérito aceptó secundar a la jueza.

-¿Que en su cámara se hayan reiterado las carpetas médicas y los pedidos para trasladarse a otro lugar de trabajo, no es algo que le llamó la atención?

-Sí, sí, por supuesto. Y yo misma he llegado a estar tan agotada que estuve dispuesta a pedir carpeta médica. Porque no es sencillo, nosotros trabajamos con el dolor de las personas.

-¿Hizo algún tipo de autocrítica?

-Sí, en todo este tiempo he súper pensado qué fue lo que pasó. Si realmente… Y esta propia vivencia de haber sufrido yo situaciones muy complicadas en mi trabajo hacen que sea muy cuidadosa. Así que te digo casi con certeza que no he cometido ninguna inconducta. No quiere decir que otra persona no la pueda haber vivido de esa forma. Nunca le he pedido a alguien que haga algo incorrecto. Nunca le he pedido a alguien que haga algo que está fuera de sus funciones. Nunca he pedido que hagan algo que me correspondía hacer a mí. Al haber mucho trabajo hay también muchos errores. Y las veces que he llamado la atención ha sido para proteger cosas o en el resguardo de la función que se me ha encomendado. Entonces no registro…¡No, no, no hubo! Pero no puedo ser tan necia de desconocer lo que las otras personas sienten.

-La presentación de su exsecretaria no es la única. Un par de años atrás otra persona elevó quejas por el presunto maltrato que recibía de su parte.

-Yo creo que sé quién es, pero no estoy segura. Cuando pueda leer lo que ellos han dicho yo podré decir lo que pasó. Ahora no puedo, porque todas estas situaciones se han dado en un contexto laboral. Y en general quedan registradas. Entonces, si es lo que yo creo, tengo forma de acreditar que estaba cumpliendo con una función frente a situaciones en las que debía actuar con severidad. Cuando digo severidad es en cumplimiento de una función, no más allá de eso. Pero no estoy tan segura, porque me dicen una cosa, después me dicen otra: lo que sí sé es que no me excedo en mi función.

-En sus años en la Justicia, ¿supo alguna vez que un grupo de trabajadores se niegue en bloque a trabajar a las órdenes de una funcionaria?

-La verdad es que no recuerdo.

-En principio usted tiene que regresar a sus funciones el 15 de marzo, en un lugar que no es el mismo en el que venía desempeñándose.

-Eso lo sé por la publicación periodística, por la entrevista que le dio a usted el doctor (Luis) Sosa (encargado de la Administración General de Justicia). Eso es todo lo que sé.

-¿Cómo imagina que será trabajar en un lugar donde no es bienvenida?

-Difícil, por supuesto. Muy difícil. Porque, además la relación con el equipo de trabajo es una relación de confianza. El trabajo de los magistrados se asienta en el trabajo que hacen los consulares y los empleados. La cara visible y la responsable es una, como jueza. Sería muy difícil porque si yo no me presento incumpliría con mi deber. Y si ellos se niegan a trabajar, a lo mejor hacen los mismo. ¿Y quién resulta perjudicado?, ¿yo? ¿ellos? ¿O hay otra gente para la que nosotros trabajamos? Por supuesto que no es algo agradable. Por supuesto que no va a ser fácil.

-¿Confía en que todo quede aquí o teme que esto vaya a otra instancia?

-No tengo un vaticinio porque, como te digo, no sé qué es lo que han dicho ni conozco si tiene entidad. La Oficina (de Sumarios) funciona como un filtro para saber si lo que dicen tiene relevancia o no. Muchas veces se denuncia y esas denuncias no avanzan. A mí sí me gustaría –te soy sincera- que avanzara porque, de esa manera, tendría yo la posibilidad de defenderme. Y no quedaría teñida por esta sospecha. Es realmente duro, porque además tengo un genuino respeto y cariño por la gente que ha trabajado conmigo. ¡Incluso, con la que se fue de la oficina! No son personas indiferentes para mí. Y de pronto enterarme de esto, cuando siempre he estado abierta al diálogo, incluso hoy. Ninguna de las personas que ha trabajado conmigo me resulta indiferente.

-Días atrás una excolaboradora suya estuvo cinco horas exponiendo en Córdoba sobre el presunto maltrato a que usted la sometía.

-¡Es que no sé cuál de mis colaboradoras es, ni sé que expuso!. Sí, hemos vivido situaciones de conflicto en la cámara. No puedo imaginar nada, porque me haría daño a mí misma. No creo que haya una confabulación, para nada. He trabajado con personas honestas y no creo que se hayan confabulado.

-¿Ha recibido alguna muestra de apoyo?

-Sí, muchas, muchísimas.

-¿Qué le dicen?

-De todo. Desde el que te dice “estoy con vos”, o “contá conmigo para lo que necesites”, hasta el que te manifiesta su preocupación porque te dicen, “ahora no se le puede llamar la atención a nadie”, “si alguien se equivoca, no podemos decir nada”. Hay que tener en cuenta que la Justicia es una estructura jerárquica. En mi caso, yo estoy más amparada porque el mío es un tribunal colegiado, entonces las decisiones no se toman en soledad. Pero sí he recibido muchas muestras de solidaridad de magistrados, de funcionarios y hasta de empleados. En un momento, decidí no atender más el teléfono por los rumores. Preferí no hacerme daño a mí misma. Porque no es solamente trabajar con un grupo que no me quiere, si es que ese llega a ser mi destino, sino que hay que armar una forma de liderazgo. Un magistrado tiene que ordenar cosas en una audiencia, que no se demore el inicio, son cosas que hacen a mi sello personal en la forma de ejercer la función.

-¿Y sus colegas los camaristas qué comentario le hicieron?

-Ninguno. Ninguno intentó hablar conmigo ni me hizo un comentario. Ni bueno, ni malo.

-¿Se le pasa por la cabeza la idea de que esto pueda terminar en un jury?

-Cuando estuve en San Juan, yo fui secretaria de un Jurado de Enjuiciamiento y sé de qué se trata. Pero no, no me he imaginado jamás en una situación de jury.

-Mas allá de que en San Juan pasó por una situación complicada cuando citó a declarar a una persona que estaba muerta.

-Sí, por eso se hizo un sumario. Ahí sí se labró un sumario, y yo presenté la respuesta a ese sumario.

-Tengo entendido que se confirmó que usted había citado a una víctima que llevaba tiempo muerta.

-Sí, fue así. Eso me va a hacer llorar más que esto otro.

Se nota que es un episodio de su pasado que la marcó porque Natacha García lo evoca con detalles. Cuenta que en ese tiempo ella se desempeñaba en una defensoría donde a las víctimas de violencia les gestionaba la prohibición de contacto con los agresores. “Esta chica se llamaba Cristina Olivares. Era una mujer preciosa y siempre llegaba a la oficina con sus hijitos”, comentó. García recordó que fue ella quien le gestionó la prohibición de acercamiento respecto de su marido y aclara que perdió todo contacto con esa historia cuando se mudó a trabajar a Chile.

Al terminar su contrato laboral, García se reincorporó a la Defensoría. “Cuando vuelvo me tocó citar a víctimas de violencia y entre ellas, yo la cito a esta mujer. Entonces, se presenta su papá y me contó que la habían matado, de muchas puñaladas en un hecho que en San Juan había sido muy escandaloso. ¡Sólo que yo no había estado en San Juan y no conocía esa situación!”.

El desaguisado quedó en evidencia y motivó una investigación que tuvo en capilla a García, aunque ella aclara que salió airosa. “En un acto de valentía, el fiscal general dijo en su resolución que mi trabajo había sido impecable. En realidad no dijo mi trabajo, sino el de la Defensoría. Dijo que habíamos cumplido con una orden de él de mantener actualizado el sistema de víctimas”.

-En otras entrevistas dejó en claro que tiene altas aspiraciones, ¿cree que las denuncias en su contra pueden interferir en su carrera?

-Es que por eso me interesa que se investigue, porque yo estoy segura de que no hay situaciones de maltrato. Y por supuesto que tengo la intención de seguir creciendo. ¡Siempre digo que si hay un tribunal intergaláctico, a mí me gustaría estar ahí!

-No son pequeñas sus ambiciones.

-No, pero tengo un gran amor por mi trabajo. Creo que si alguien pregunta en tribunales sobre mi contrición al trabajo, sobre mi dedicación, van a ver cuáles son los estándares de trabajo que yo me impongo a mí misma.

-¿Cree que dentro de tribunales va a tener apoyo su postura?

-Es que en tribunales van a decidir en base a las pruebas y no a una cuestión de amistad. Además, (la denunciante) es una persona con la que yo tenía una relación amable. Y le digo que hay registros de ese trato amable, porque intercambiábamos chats, hacíamos tareas conjuntas. Era una persona querida para mí.

-¿Va a revisar su forma de trabajar?

-Depende de qué es lo que pase con esto.

Una hora después, la charla no parece haber atenuado la migraña de la jueza, sino todo lo contrario. Ella descarta de plano que el malestar físico tenga que ver con los cuestionamientos que está recibiendo las últimas semanas. “Pasa que he comido cebolla”, dice como toda explicación y agrega: “Voy a tener que llamar a una amiga para que me venga a buscar”. Este periodista se ofrece a acercarla a su domicilio, pero García desiste y guarda el teléfono celular. Caminando erecta y en pleno dominio de sus tacos altos, la magistrada campea la inminente tormenta por sí sola. Se sube a la camioneta Renegade color blanca y se pierde por la Avenida Marconi que, en cuestión de minutos, quedará transformada en un arroyo marrón y caudaloso.

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