Pepe Cibrián: “El teatro es mi vida y mi forma de protesta”

La figura emblemática del teatro musical en Argentina, Pepe Cibrián Campoy, inicia una gira nacional con su obra más querida: Calígula. El musical, estrenado en 1983, regresa con una puesta en escena renovada. La obra, escrita por él y con música de Martín Bianchedi, aborda temas como el poder absoluto, la corrupción, la intolerancia y la opresión, a través de la figura de Calígula, el emperador romano que gobernó con mano de hierro. En Río Cuarto, el musical estrena el Jueves 12 de junio en el Teatro Municipal.

A lo largo de más de seis décadas de carrera, el director teatral Pepe Cibrián Campoy demostró que el teatro no solo es un escenario, luces y aplausos. Es, para él, un acto de amor por el arte, una herramienta de denuncia social y un vehículo para expresar lo que muchos no se atreven a decir. A sus 77 años, y con más de 60 obras en su haber, Cibrián sigue apostando por un teatro comprometido, honesto y profundamente humano.

Esta gira lo llevará por provincias que, según él, son el “esqueleto del país”. Pepe se define como un nacionalista y federalista convencido. “A veces en Buenos Aires parece que lo que pasa en las provincias no importa. Pero para mí sí. Por eso llevo producciones grandes, con escenografía, vestuario, luces, sonido y más de 25 personas de equipo. Y no es por ganar premios ni dinero. Es por amor al público, por respeto a cada espectador que paga su entrada y espera vivir una experiencia única”, sostiene con firmeza.

Es por eso que el dramaturgo, decide presentarse por todo el país y además hace casting por toda Argentina buscando nuevos talentos.

-Vas a hacer una gira con Calígula, una obra que has dicho es de las que más te gustan, ¿por qué?

-Es que a Calígula la estrenamos durante la dictadura, cuando todavía no había democracia. Yo no soy un revolucionario, pero soy un ciudadano, un hombre político. En ese momento, esta obra tocaba el tema del poder, usando a Calígula, que aunque fue un emperador menor, simbolizaba la locura y la borrachera del poder. Lo trágico es que hoy, tantas décadas después, sigue siendo actual. El fraude, la impunidad, el delirio del poder… Todo eso sigue igual, salvo la dictadura. Por eso la sigo haciendo: es mi forma de expresar mis quejas de manera potente y visual, con una obra hermosa, con vestuarios, luces y música que llevamos por todo el país.

El recuerdo de aquellos años oscuros todavía lo conmueve. Cibrián cuenta cómo, durante los ensayos, tenían dos versiones: una “A”, adaptada para que los inspectores del Ministerio del Interior no encontraran nada sospechoso, y otra “B”, donde el mensaje real se mantenía vivo. “Venían vestidos de negro, miraban todo, pero como era un musical, no entendían. Creían que era como una revista. Eso nos salvó”, comenta el actor.

A pesar de las dificultades, Cibrián nunca dejó de crear. “El teatro musical antes de Drácula era mala palabra entre los intelectuales”, recuerda. Fue su versión de Drácula (un hito en la historia del teatro argentino) la que cambió el paradigma y abrió las puertas para que miles de jóvenes soñaran con subirse a un escenario. “Gracias a ese delirio que muchos consideraron imposible, se abrieron todas las escuelas del país. Antes, nadie creía en esto. Yo lo hice, y con orgullo”, afirma.

-¿Qué le dirías a los jóvenes artistas que hoy enfrentan tantas dificultades?

-Que nunca dejen de crear, aunque sea con lo mínimo. Lo importante es hacer, no importa si nadie va a verlos al principio. Yo empecé con diez sillas y ropa de ensayo. No hay que esperar a que vengan a darte algo, hay que salir a buscarlo.

La cultura, hoy

Sobre los recortes anunciados por el gobierno nacional al área de Cultura, Cibrián critica duramente la medida y afirma que la cultura es esencial para el desarrollo de cualquier sociedad. “En el pasado existían subsidios para los teatros jóvenes, que no buscaban éxito comercial, sino simplemente expresar una vocación. Hoy eso ya no existe. Es como quitarle el bisturí a un médico joven: ¿cómo esperan que opere? Lo mismo pasa con los artistas. Sin recursos, ¿cómo van a crear?”, se pregunta, indignado y continúa: “no insulto a nadie. Solo digo que no estoy de acuerdo, y tengo derecho a decirlo porque pago mis impuestos y porque amo a mi país. Todos deberíamos ser ciudadanos responsables, comprometidos. A veces nos falta esa cultura cívica”.

Sobre su vínculo con el público, Pepe es claro: “No hago teatro para el bronce ni para la fama. Hago teatro porque me hace feliz y porque sé que dejo algo en cada función. Mientras alguien hable de mí, estaré vivo. Cuando dejen de hablar, será porque ya no estaré. Pero mientras tanto, sigo acá, dando lo mejor de mí”.

-¿Cómo estás hoy, después de todo lo vivido?

-Estoy bien, muy bien. He pasado por todo: incluso por el cáncer, pero salí adelante. No soy Superman, pero sí resiliente. A esta altura, sé quién soy, lo que hice, y lo que dejé. No busco premios, busco seguir compartiendo, seguir soñando, seguir dejando algo a esta sociedad que amo con locura.

El adiós a un grande

Hace apenas unos días se conoció la triste noticia del fallecimiento de Ángel Mahler, el destacado compositor y director de orquesta argentino. Mahler fue una figura clave en el teatro musical argentino, formando junto a Pepe Cibrián Campoy una de las duplas más influyentes del género. Juntos crearon obras emblemáticas como Drácula, el musical, El jorobado de París y Las mil y una noches, dejando una huella imborrable en la escena teatral del país. Su colaboración comenzó en 1983 y, a pesar de algunas diferencias que los distanciaron en 2016, su legado conjunto sigue vigente.

Cibrián expresó su profundo dolor por la pérdida de Mahler. “Estoy devastado”, dijo y recordó con emoción los 42 años de colaboración y amistad que compartieron, destacando momentos vividos en lo personal y laboral.

-¿Te queda algo por hacer?

-Hice todo lo que quise. No soñé con tener un avión, soñé con hacer teatro, y lo logré. Todo lo que soñé lo cumplí, y aún sigo soñando.  Si tenés una idea y un par de sillas, podés hacer una obra maravillosa. Lo importante no son las luces ni los decorados, es el contenido, lo que decís. Si el bizcochuelo es bueno, aunque no tenga adornos, va a brillar igual.

En cada función, en cada palabra, Pepe Cibrián demuestra que el teatro es su forma de vida, su bandera, su protesta y su refugio. Y como él mismo dice, “no importa si estás en un gran escenario con decorados lujosos o en un sótano con una vela y dos sillas. Lo que importa es tener algo que decir, y decirlo con el corazón”. Así, el dramaturgo, sigue siendo referente indiscutido del teatro argentino, un artista que, a fuerza de talento, resiliencia y pasión, continúa dejando un legado imborrable.

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