
El domingo 19 de Octubre se realizó la segunda vuelta presidencial en Bolivia. Fue la primera vez en la historia del país del Altiplano que se llevó adelante esa previsión constitucional que se activa cuando una fórmula presidencial no alcanza determinado porcentaje en la primera vuelta de las elecciones generales.
Pese a que todas las encuestas (se insiste: TODAS las encuestas) habían vaticinado una victoria aplastante de la extrema derecha personificada por el ex Presidente Jorge “Tuto” Quiroga, la realidad fue bien diferente y generó sorpresas en candidatos, periodistas y militantes. Había ganado Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano, alejando a 9 puntos porcentuales al candidato de la extrema derecha.

Con el “diario del lunes”, es factible pensar que quienes votaron en primera vuelta por Samuel Doria Medina y quienes lo hicieron por Manfred Reyes Villa, ahora sufragaron por “Tuto” Quiroga, y quienes votaron por Andrónico en la primera, así como quienes anularon su voto (los evistas), ahora se inclinaron por Rodrigo Paz.
¿Cuál podría haber sido la razón de que este candidato que no medía ni 3% hace dos meses ahora sea el Presidente electo? Quienes conocen la realidad boliviana sostienen que el corazón político del país, el Occidente, tiene mucha disciplina electoral. Basta comparar los niveles de asistencia frente a la llamada “Media Luna” Oriental para ver diferencias marcadas. Pero, además, el votante de Occidente no es afecto al extremismo del discurso del ajuste capitalista privatizador que abruma en la Media Luna.
¿Es que el votante mayoritario boliviano es afecto a la izquierda? Nada más lejos que ello. De hecho, los gobiernos del MAS fueron más socialdemócratas que “izquierdistas” en lo que a limitaciones a la propiedad privada respecta. Existió -y existirá- una fuerte presencia del Estado más como regulador que como empresario, pese a que en Bolivia los principales recursos sí están en poder estatal. Además, ni Evo Morales estatizó empresas privadas masivamente, ni Lucho Arce lo hizo; por el contrario, se dedicaron a sanear la economía y, en el caso de Morales, a juntar reservas en el Banco Central, como reza cualquier credo liberal.

Se dice, también, que el enorme mérito de Rodrigo Paz fue el contacto cara a cara con minorías y pueblos, que sigue siendo la mejor herramienta política frente a los medios electrónicos que hicieron triunfar a “outsiders” en otros países. De allí es que pueda verse un crecimiento constante (aunque lento) en los últimos tres meses. De hecho, ni siquiera fue invitado al debate presidencial para la primera vuelta, y en las encuestas previas a la primera cita aparecía muy lejos de poder disputar un balotaje.
Y llegó la sorpresa. En la primera vuelta salió primero, dejando a “Tuto” en segundo lugar. Lo llamativo fue que Samuel Doria Medina, a quien muchos analistas daban como el casi seguro futuro Presidente, quedó tercero lejos; entonces comenzaron las estrategias. Que “Tuto” ganaría la segunda vuelta por los votos de Samuel Doria, que Evo condenaría a Paz insistiendo en el voto nulo, que la izquierda no iría a votar…

Nada de eso sucedió. Podría decirse que el pueblo boliviano votó “en defensa propia”, frente a un discurso de ajuste brutal propiciado por “Tuto” para salir de la crisis aguda que atraviesa el país. No hay combustibles ni dólares, lo que agudiza la dependencia externa y permite comenzar a cuestionar el enamoramiento que ciertos gobiernos llamados de izquierdas en América Latina tuvieron con la dependencia de ciertas exportaciones: el petróleo, en Venezuela y Ecuador, y el gas y minerales, en Bolivia. Ello puede ayudar en determinados momentos históricos, pero al depender de bienes cuyo valor se fija internacionalmente, se pone al país en las manos de los vaivenes globales.
Frente a ello, Rodrigo Paz planteó que “no se puede vivir sin Estado ni vivir del Estado”, sosteniendo la idea del “cincuenta-cincuenta: mitad Estado y mitad mercado”. La enorme pregunta que aparece es cómo enfrentará Rodrigo Paz los próximos días, qué medidas tomará para sacar adelante a un país con muchas deudas sociales, y esencialmente cómo hará para contener al dólar y mejorar la situación de los combustibles.

Por último, y pese a que “Tuto” tuvo un enorme gesto al desafiar a su propia militancia que pedía desconocer los resultados y felicitar a Rodrigo Paz, con el paso de los días los letrados de Libre (el partido de “Tuto”), pidieron al Consejo Electoral revisar 35.000 actas en las que “se habrían transcripto las cifras de manera invertida”. Nada dicen sobre la posibilidad de que estos errores podrían implicar un cambio de resultados, pero ponen en tela de juicio la transparencia del acto electoral. Una transparencia reconocida por los veedores de la Unión Europea.
Mientras tanto, el mismo día en que se confirmaban los datos oficiales, una fiscal imputó a Evo Morales por trata y comercio de personas. Dice que existen pruebas documentales suficientes para ir a juicio.
La historia política de América Latina, parece, se debate siempre en un retorno a la venganza política a través del Poder Judicial. Lawfare, que se llama.


