Francia, camino a un descalabro político

El Premier Bayrou, el cuarto Primer Ministro del segundo mandato del presidente Macron, está a pocos días de que se termine su gestión. Bayrou, luego de desperdiciar el verano sin contactar a la oposición (“estaban de vacaciones”, dijo), arremetió con un plan de ajuste brutal porque “Francia aumenta su deuda en doce millones de Euros por hora”.

Entonces, surgió la magia propia de la derecha política y económica: mientras proponen bajar impuestos para quienes más tienen, Bayrou propuso congelar jubilaciones y pensiones durante todo 2026, rescindir contratos y no cubrir vacantes por renuncias o jubilaciones en el Estado.

Una Francia con problemas económicos -probablemente debido a que este segundo mandato de Macron está constituyendo una verdadera pérdida de tiempo-, porque no tuvo la capacidad de entender que se agotaba su tiempo político y que debía dejar un país mejor preparado que antes para evitar irse a la banquina con el partido de la señora Le Pen preparándose para gobernar.

Pero todo fue una comedia de enredos y groseros errores políticos; en 2024, luego de que la extrema derecha ganara las elecciones para el Parlamento Europeo, Macron disolvió la Asamblea Nacional y adelantó las elecciones legislativas. El resultado fue una bofetada electoral, dándole la mayoría a la extrema derecha y a la izquierda no dialoguista.

Ese 2024, Macron designó a su cuarto primer ministro, Bayrou, un hombre con larga trayectoria de negociador y técnico preparado para enfrentar dificultades. Pero también entró en la “Variante Macron”, esto es, dilapidar tiempo frente a una oposición que rechazaba una y otra alternativa legislativa destinada a frenar gastos y mejorar la recaudación.

Es lo que suele suceder cuando la oposición se prueba el traje mayor aún faltando dos años para las próximas presidenciales: la señora Le Pen está buscando claramente voltear al Presidente antes de las próximas elecciones, aunque lo que ella jamás se esperaba es que el Poder Judicial la iba a inhabilitar por corrupción. Entonces la fiesta -si la hay- será para otros.

Ahora, cuando era un secreto a voces que la Asamblea Nacional iba a rechazar los presupuestos para el año 2026 -lo que en cualquier sistema parlamentario o semiparlamentario implica la caída del Gobierno-, Bayrou decidió forzar al Legislativo a una moción de confianza para el lunes 8. Repuestos de la sorpresa, los opositores empezaron a hacer trascender sus preferencias: el Primer Ministro tenía fecha de caducidad.

Y entonces comenzó la búsqueda desesperada de reuniones, conferencias y entrevistas para forzar a los Legisladores a apoyar al Gobierno. Esta semana enfrentó a 4 cadenas de radio y TV en lo que fue una lamentable puesta en escena. Los periodistas golpearon con sus ataques a un Bayrou que no supo responder, y cuando lo hizo no tuvo ni credibilidad ni convicción.

Pero lo que probablemente el gobierno francés jamás se esperó fue la aparición de otro condenado por corrupción: el ex presidente Sarkozy. Consultado por un medio de comunicación, el ex presidente dijo que “jamás se me ocurriría sugerir a los diputados de mi partido que votaran a favor de la continuidad de Bayrou. Es un suicidio político. Lo que corresponde es que el Gobierno adelante las elecciones, disuelva la Asamblea Nacional y Francia encare un nuevo camino”. Suficiente. Le bajó el pulgar desde el centro político al Premier y, también, le mandó un mensaje a Macron: vete ahora, pues tal vez en dos años todo sea demasiado tarde.

Tal vez por eso sea que el mundo asiste a un Macron hablando en nombre de Francia reclamando acción contra Rusia, solidaridad con Ucrania, firmeza contra Estados Unidos y condena a Israel. Ah, y además está liderando una campaña para que importantes países del mundo reconozcan a Palestina como Estado en esta nueva Asamblea General de la ONU que comienza este Setiembre.

Obnubilado por las luces de la política internacional, Macron creyó que su presencia fuera de Francia haría cambiar de opinión a los franceses; pues bien, ni los franceses cambiaron de opinión -su partido está tercero en el más optimista de los escenarios electorales-, ni en el mundo caen bien sus posiciones. Estados Unidos acusa a Francia de “fomentar el antisemitismo” y cuestiona su apoyo a una declaración de reconocimiento a Palestina, dos ataques que también hizo Israel; no logra consolidar una alianza fuerte para que Trump corte sus vínculos con Putin, y encima fue duramente atacado por el vicepremier italiano, el ultra Salvini: “si quiere ir a Ucrania, que se ponga el casco, se calce el fusil y vaya. Ningún hijo de Italia irá. Y tampoco irán los franceses”.

Se ha quedado solo políticamente en su país, y en el mundo parece que este francés se quedó sin el aroma de los famosos perfumes.

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