¡Cuántas cosas para decir, para analizar, para reflexionar! ¿Es bueno o es malo? Desde esta columna se aspira a trascender los temas que puedan ser comentario de bar, sin que ello sea necesariamente malo. Pero lo que se busca desde aquí es tratar de analizar y entender las cosas que sucedieron.
Se convocó al Cónclave y en los últimos días se observó un llamativo cambio en la opinión de algunos Cardenales que comenzaron a “animarse” a decir lo que pensaban y sentían sobre el pontificado de Francisco. La Iglesia romana, la alemana y la norteamericana eran francamente críticas con Francisco, tanto por sus reformas como por no haber ocultado los delitos cometidos por obispos y sacerdotes en sus diócesis. Ello implicó que un Cardenal hondureño lo denunciara públicamente y optara por retirarse.

Más allá de la falta de respeto de que se haya “normalizado” que para cualquier cosa aparezcan apuestas, existían tendencias -desde esta columna jamás se habló de nombres- que iban a marcar el Cónclave. Desde aquí se planteó que estaban los reformistas y los conservadores, y que dentro de los reformistas había, a su vez, 3 corrientes; Prevost estaba en la más moderada de ellos.
Comenzado el Cónclave, alguien que sabe -no precisamente quien firma esta columna-, dijo que había que prestar atención a la tercera votación o a la quinta (es decir, al segundo día). En el primer día no iba a salir electo un Papa porque simplemente sirve para ver cuántos candidatos aparecen y cuántos votos tiene cada uno. Pero en la segunda votación (la primera del segundo día), se observan los alineamientos. Y en la tercera se ve si los “papables” tienen la fuerza para imponerse.
Quedó claro en la tercera votación que los “papables” italianos no llegaban a la mayoría requerida. Existía el riesgo de que los sectores conservadores fueran a prolongar el Cónclave para desgastar a los llamados “reformistas”, y en ese sentido -jamás se sabrá a ciencia cierta- ese sector seguidor de Francisco entendió que debían bajarse algunas candidaturas para buscar a alguien que pudiera significar un “puente” entre diversos sectores. Y el Cardenal Robert Prevost significa precisamente eso. Y deliberadamente se utiliza esa palabra, pues fue la que usó él contra las decisiones de Trump de construir muros; él dijo que era momentos de construir “puentes y no muros”.
En su discurso en la Plaza de San Pedro, habló de lo “sinodal”, de una “Iglesia para los pobres”, y que “no es momento de parar ni de retroceder”. En algún momento se pudo pensar que varias de sus palabras bien podrían haber estado en la boca de Francisco.

Es un sacerdote agustino, y eligió un nombre con mucha simbología: León XIII fue el Papa que a través de la Encíclica Rerum Novarum denunció la explotación y los perjuicios de los trabajadores luego de la segunda Revolución Industrial; un Papa con un largo mandato, que se caracterizó -entre otras cosas- por una fuerte incidencia de la diplomacia en conflictos internacionales. Logró que el régimen imperial alemán aflojara la persecución a los católicos, generó un “puente” con Estados Unidos y permitió el crecimiento de los católicos allí, y tuvo una relación distante y tensa con el Gobierno italiano.
El argentino Francisco es historia, una muy bella historia. Ahora los tiempos son los de León XIV, un moderado que se referencia con un pontífice que se preocupó por los trabajadores; Robert Prevost expresó una voluntad de sostener la actividad en la periferia, con lo cual se puede imaginar a alguien que también pueda tener un discurso cuestionador hacia los poderes centrales. Y, pudiendo presentarse en inglés, no lo hizo. Pero sí saludó a Perú en castellano.
Una columna muy interesante en el matutino “Ámbito Financiero” hace un análisis que se entiende importante como para publicarlo aquí: “Bajo este escenario, Prevost representa una opción de equilibrio: lo suficientemente cercano al ideario del papa argentino como para garantizar continuidad, pero con el perfil institucional y sobrio que muchos cardenales valoran en tiempos de cambio. Es una figura que combina experiencia pastoral global, formación doctrinal y capacidad de gestión”.
Compatriota Jorge Bergoglio; Papa Francisco. Ojalá que este norteamericano con alma peruana honre tu memoria y continúe tus reformas. Al menos, Argentina sonríe porque Perú no es cualquier país. Hay Héroes que así lo atestiguan.
