Donald Trump, el arbitrario Presidente de los Estados Unidos, ha decidido acotar de manera dura el margen de maniobra de la Presidenta Claudia Sheinbaum. En sus primeros días de Gobierno obligó a México a enviar militares a la frontera norte, a realizar cambios presupuestarios para recibir a los migrantes echados por su vecino, y ha hecho fuertes acusaciones en el sentido de que el Gobierno mexicano está “condicionado y tomado” por los carteles del narcoterrorismo.

Esto va más allá de declaraciones; el envío de militares hacia el sur por parte de Trump obligó a Sheinbaum a una medida similar; por un lado por seguridad, y por otro para evitar la acusación de que “México hace la vista gorda para la migración irregular hacia los Estados Unidos”. Asimismo, los costos que implicará para México el recibir a miles de migrantes, darles un subsidio o forzarles contratos laborales, no será gratuito para un país que tuvo que aumentar el presupuesto militar y policial de manera constante ante el fuerte enfrentamiento contra los carteles.

Sheinbaum, no obstante, tiene una sólida fortaleza institucional. Ha ganado las elecciones presidenciales con un cómodo margen y tiene amplias mayorías en ambas Cámaras del parlamento mexicano. Esto podría habilitar una ligera conclusión en el sentido de que puede evitar los misiles que le tira Trump; no es así ni las relaciones internacionales son tan lineales. Trump está decidido a condicionar económicamente a México y a Canadá, a forzarlos a cambiar sus políticas migratorias y a “pagar los costos” de ser países de tránsito hacia los Estados Unidos.

En el medio de ese conflicto en América del Norte -y que ya está impactando en Europa con las amenazas de subir aranceles-, Trump ha jugado fuerte en la campaña electoral ecuatoriana que tuvo una primera manifestación el pasado Domingo 9 de Febrero. Para Trump América Latina es algo que “no le interesa”, pues “ellos nos necesitan a nosotros”. Detrás de esa idea, se cree en la fortaleza de mirar desde arriba y exigir cambios o disciplinamientos para poder aspirar a una relación “amistosa” con Washington. De todas formas, no se puede decir que América Latina sea algo ignorado totalmente por Trump; siente rechazo visceral por lo que huela a izquierda, gobiernos populares o líderes que hagan gala de autonomía frente a la Casa Blanca.

Ya le torció el brazo al Presidente Petro de Colombia, también a Nicolás Maduro -a quien lo forzó a liberar a prisioneros norteamericanos- y de alguna manera también a Claudia Sheinbaum que terminó aceptando los términos para recibir a los migrantes mexicanos que vivían en Estados Unidos. En este contexto, no podía aceptar que una ex Ministra del exiliado Presidente Rafael Correa, la aspirante Luisa González, le diera otra sorpresa en un país donde los narcoterroristas están condicionando la capacidad del Estado frente al delito.

Claramente en dos semanas -casualmente las que lleva Trump en el poder-, el Presidente y candidato a la reelección Daniel Noboa -hombre de derechas y manifiesto admirador de su colega argentino-, revirtió las encuestas que lo daban claramente derrotado frente a Luisa González. En Argentina, un equipo periodístico de dudosa objetividad como Infobae, el Viernes 7 hablaba de “victoria de Noboa en primera vuelta, con una diferencia de quince puntos sobre González”. Este titular, claramente destinado a incidir sobre el electorado, se dio de bruces cuando las urnas hablaron y dijeron que Noboa solamente le sacó 0.60% a González, sin poder evitar la segunda vuelta el 13 de Abril. Ahora seguramente se verá una mayor incidencia de la Embajada de los Estados Unidos en un país anclado en una dolarización sugerida por el argentino Cavallo -y que ha sumido al país en el conflicto con los narcos- y que tiene muy pocas exportaciones de qué vivir (el petróleo y las frutas, esencialmente).

Es más que probable que el 13 de Abril Daniel Noboa sea reelecto en Ecuador, tratando de dejar atrás la casi crónica inestabilidad política que padece. Pero si la única solución de Noboa sigue siendo aumentar la represión y no enfrentar el fenómeno que muestra a los narcos pagando más y mejores sueldos que el empleo formal, desde esta columna se debe expresar que nada bueno aparecerá en el horizonte de Quito.

Más allá de todo, y pese a sus declaraciones en el sentido de su “prescindencia” hacia América Latina, se observan los anaranjados cabellos del irreflexivo Trump detrás de varios escenarios políticos latinoamericanos. Y algunos no están tan lejos.

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