Trump y Xi-Jinping: algo más que diferentes actitudes

Es difícil de creer que la primera potencia mundial actúe como lo está haciendo. Es también difícil de creer que la primera potencia mundial se haya dado el “privilegio” (por segunda vez) de tener a un Donald Trump como presidente. Y es más difícil de creer que un país que se construyó a partir de guerras y crisis, hoy haya decidido dispararse un tiro en el pie.

Desde el comienzo de la globalización -promovida por los mismos Estados Unidos-, el mundo se volvió muy interdependiente; las principales empresas diversificaron su estructura productiva en aras de bajar costos y aprovechar un mundo que dejaba atrás la herencia de la post Segunda Guerra Mundial y el GATT para ingresar en la OMC, que buscaba eliminar los aranceles al comercio internacional.

Por ello, hasta 2016 el propio Gobierno de los EEUU buscaba presionar para la baja de aranceles, que en definitiva terminaban colaborando con la baja de precios internos en ese país, toda vez que las partes que se producían en el exterior llegaban con precios que permitían abaratar sus productos. La guerra de aranceles que comenzó Trump en su primer mandato generó luces amarillas en el mundo. Pero en ese primer mandato Trump tenía límites institucionales que no pudo vencer; desde Noviembre de 2024, la sociedad norteamericana le dio poco menos que la suma del poder público a este empresario que, tras el discurso de “mejorar las condiciones productivas de EEUU y dejar de depender del exterior”, lo que está logrando es unir a diversas áreas detrás de su obsesión: China.

En 2018, Trump les subió aranceles a las importaciones chinas. En ese momento, la reacción de Pekín fue leve, pues China era el segundo exportador para la economía norteamericana. El líder chino lo leyó, y comenzó un lento pero sostenido proceso de diversificar mercados. Lo concreto es que la dependencia del mercado norteamericano descendió a menos de la mitad, lo que hoy permite a Xi-Jinping redoblar la apuesta y lesionar más a Washington que lo que seguramente va a sufrir su país.

Mientras tanto, el líder chino comenzó una gira por Vietnam, Malasia y Camboya, tres países golpeados por las medidas de Trump. Está claro que busca darles confianza hacia el futuro, proponiéndoles multiplicar el comercio “intra zona” en el sudeste asiático, y adelantando que podría financiar el Canal de Tailandia, con lo cual el comercio interoceánico Índico-Pacífico podría multiplicarse y abaratarse. La gira de Xi-Jinping fortalecerá a los BRICS como alternativa al área del dólar y debilitará aún más la influencia de Washington en una zona donde peligrosamente vuelven a escucharse ruidos de sables.

Los países que, como Argentina, han decidido atar su suerte al carro de la economía norteamericana, pueden llegar a sufrir duras consecuencias si la guerra de aranceles se profundiza. Mientras tanto, el área BRICS seguramente sufrirá remezones por la irresponsabilidad de Trump, pero la China de hoy no es la China de 2018; de hecho, el líder chino ha reducido casi a la mitad la tenencia de bonos de la deuda norteamericana para disminuir también el riesgo que la inestabilidad en EEUU pudiera impactar en el gigante asiático.

Hoy, EEUU está buscando desesperadamente aislar a Pekín; ofrece todo tipo de ventajas a Rusia para terminar la guerra con Ucrania -entregando la cabeza de Zelenski, ninguneando a la Unión Europea, desdeñando a la OTAN y violentando los principios de la Carta de la ONU-, al tiempo que rebaja sus exigencias con Irán disfrazando la posibilidad de levantar sanciones económicas -que Teherán necesita más que el aire- si limitan el enriquecimiento de uranio (cuando la verdadera finalidad es alejar Irán de China); también juega junto a India en la eterna rivalidad con Pakistán, y apuesta a la “variante Jordana” para sostener la dureza israelí contra Hamas para calmar una región donde China influye cada días más.

Como bien señala en La Vanguardia Jordi Joan Baños, “Otros planes paralelos, como el de crujir con tarifas de atraque exorbitantes a los buques de propiedad o bandera china que recalen en Estados Unidos, están poniendo en pie de guerra incluso a los importadores de productos agrarios estadounidenses. No es por falta de interés político en aumentar su monto, a fin de compensar una balanza comercial muy deficitaria para EE.UU. con varios países asiáticos. Es porque, como informan importadores de Bangkok o Singapur, una cosa es pagar el precio o sobreprecio del maíz o los garbanzos estadounidenses y otra cosa es tener que pagar además unos costes de flete mucho mayores.

“Por todo ello, Trump podría estar contribuyendo a su manera a vertebrar China e Indochina (y el sudeste asiático en general). Posiblemente, acelerando los plazos de ejecución del ferrocarril de alta velocidad que conectará el sur de China con Vietnam, Camboya, Tailandia y Malasia”.

En definitiva, la suerte parece no estar a mediano plazo junto a la principal potencia occidental. Tal vez -y naturalmente sin haberlo buscado-, el teñido líder estadounidense haya cooperado más que nadie a consolidar un espacio geopolítico que cada vez cuenta con más fuerzas para competir con el área del dólar.

Y, tal vez, sean los Demócratas quienes en la próxima elección tengan que pedir a los norteamericanos que los ayuden a hacer de nuevo grande a los EEUU, pues la actual Administración está haciendo mucha fuerza para empequeñecerlos…

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1 comentario en “Trump y Xi-Jinping: algo más que diferentes actitudes”

  1. Excelente sum up (resumen). Detallado aunque breve e interesante. ¿Cómo continuara esta batalla fría? ¿Qué queremos para nos los argentinos?

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