Los funcionarios nunca fueron al banquillo
Con la libertad del médico trucho se cierra
el capítulo más vergonzante de la pandemia
La noticia corre como un reguero por los portales. Ignacio Martín acaba de recuperar la libertad después de cumplir con los dos tercios de los siete años de prisión que le dieron por haber engañado a toda una ciudad y a toda la provincia, en el momento más álgido de la pandemia que se cobró miles de vidas en Córdoba.
Usurpó el título y el traje de un médico para quedar a cargo del Centro de Operaciones Tácticas en Río Cuarto y pagó por ello. Si nos guiamos por el derrotero judicial, el joven que allá por mediados del año 2020 tenía apenas 19 años y el rostro de un chico de 15 se las ingenió para engañar a funcionarios de salud de la Provincia y del Municipio de Río Cuarto. En un área sensible como lo es la sanidad nadie chequeó minímamente su título y sus competencias. Y aunque desde la Cámara riocuartense que lo juzgó pidieron que se investigue la posible responsabilidad de los hombres de traje y corbata, eso nunca sucedió.
Más aún, la fiscalía cordobesa que recibió el expediente para ahondar la pesquisa encontró nuevos motivos para llevar otra vez a juicio a Ignacio Martín pero ninguna evidencia contra los popes de la salud en aquellos convulsionados días.
Otro Punto fue el único medio que logró entrevistarlo en su celda y, ya sin nada que perder, Martín o “El médico trucho” cómo se lo conocerá al menos hasta que este caso caiga en el olvido, insistió en que tuvo la venia de los funcionarios de la provincia y del municipio de Río Cuarto para desplegar el monumental engaño a toda una sociedad. “Acepté algo que me pidieron y nunca me lo voy a perdonar”, fueron sus palabras.
Su testimonio desde el encierro dejó instalada la suspicacia. Si no hubo anuencia de los funcionarios, hubo desidia y una gravísima omisión de fiscalizar a la persona que ponían al frente de la gestión de la pandemia. Pero, al menos en este caso, los de traje y corbata no rindieron cuentas a la Justicia.
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